Capítulo 18

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-Mas que nariz parece el agujero que tiene Voldemort- dijo Alexa. Todos la miraron raro - ¿No han visto Harry Potter?

-No me gusta- contestaron Camile e Iñaki al mismo tiempo.

-Pareja de incultos, con razón se llevan tan bien- rió Valentín.  Alexa le sonrió.

-Tenemos un problema mayor a la cultura- les recordó Manuel.

-Yo digo que corramos hasta el pueblo más cercano. Ahí tal vez podamos refugiarnos- dijo Mili.

- ¿Nunca vieron una película de zombis? - preguntó Camile. Muchos asintieron pero no entendieron a qué quería llegar -Si los zombis tienen olfato hay que bañarse en sangre de uno o usar su piel- aseguró.

-Prefiero morir- contestó rápidamente Lucía mirando a otro lado.

-Es la primera vez que la niña usa su cerebro. Además, si no lo intentamos lo más probable es que sí terminemos muertos. - dijo Alexa.

Camile se acercó al zombi muerto, lo abrió por la mitad con un cuchillo para usar su piel. Pero la sangre que ella tocó le quemó la mano, era ácida. Decidieron sin dar muchos rodeos, limpiar el cuchillo y correr hacia la casa más cercana ya que podían sentir y escuchar como los zombis se acercaban cada vez más a ellos.

Por suerte encontraron un pueblo completamente vacío. Sus casas parecían no estar en tan mal estado, al igual que sus almacenes. Como si no hubiese caído una bomba allí. Y eso hizo que Mili tuviese una idea.

-Cuando necesito llegar rápido a la escuela me gusta ir en bicicleta. La mayoría de las casas tiene una y esto podría darnos una ventaja.

-Sería lo mejor, de hecho, podríamos pedalear hasta llegar al refugio- dijo Manuel.

-No sabemos dónde está el refugio- le recordó Lucía.

Ignoraron su comentario para buscar casa por casa alguna bicicleta funcional. Se dividieron en dos grupos por seguridad y encontraron todo lo que buscaban. Cada uno tomó una bicicleta y emprendieron su viaje lo más rápido que pudieron ya que se veía como una gran horda de zombis estaban entrando al pueblo a gran velocidad.

-Vamos a pedalear hasta que el sol se meta por completo- dijo Valentín -Si tenemos suerte ya habremos llegado al refugio antes de que esto ocurra.

-No sabemos dónde está- volvió a decir Lucía, esta vez levantando su tono de voz.

-Todos los bunkers del gobierno están en la plaza principal- contestó. -Desde ahí podrán vernos ellos a nosotros. Estoy seguro-

Sin embargo, ninguno estaba seguro de nada. Estaban viviendo una situación que ellos podrían haber asegurado un mes antes de que era imposible que fuese real. El grupo de jóvenes pedaleó hasta no dar más. Pero no había un lugar seguro para ellos. Estaban en el medio de la nada y aun así algún que otro zombis los atacaba.

-Debemos frenar. No voy a soportar mucho mas así- aseguró Mili.

-Yo tampoco- afirmó Valentín. - Tal vez podría si alguien no me hubiese clavado una estrella ninja en la pierna- 

-Es como en Avatar- dijo sonriendo Alexa sin dejar de pedalear.

-Claro. Cuando Azula los persigue por el rastro de pelo que deja Apa.- concordó Iñaki

-Entonces lo único que hay que hacer es mandar el rastro de sangre para otro lado.- acotó Camile.

¿Cómo vamos a hacer eso?- preguntó Lucía.

-Usando las latas- sonrió Valentín.

-Claro, debemos poner sangre humana en una lata y largarla tan lejos como sea posible.-dijo en tono tonto Lucía- De todos modos nos encontrarían.-

-No si largamos la lata con una flecha. En ese caso se iría más lejos, es decir, mas ventaja. Se distraerían por una o dos horas- explicó Alexa mientras pedaleaba. 

Todos frenaron cuando se escuchó como alguien se caía. Era Mili quien ya había llevado a su cuerpo al límite. Decidieron arriesgarse poniendo su plan en marcha. Era de lo más peligroso y habían muchas posibilidades de que todo saliera mal, pero era su única oportunidad.

Alexa subió a la casa más alta que vio y desde ahí tomó una lata con toallitas femeninas usadas y, suponiendo que no sería suficiente, un poco de su sangre que se sacó con la flecha que tenía en su mano. Ató la lata a su flecha y la largó lo más lejos que le fue posible, lamentablemente ella sabía que solo atrasaría un poco su búsqueda.

-Eso es asqueroso- comentó Iñaki al verla bajar.

-Es el apocalipsis idiota, vale verga que sea asqueroso, hay que sobrevivir- Luego Alexa se dirigió a todos -chicos, debemos seguir un poco más. De lo contrario no habrá servido de nada. Podrán seguir siguiendo nuestro rastro.

-Mili ya no puede más. Está agotada- le reprochó Manuel.

-Entonces vos vas a tener que cargarla. 15 minutos más y ya.- Aseguró.

-Yo te ayudo- se ofreció Camile.

Y así fue. Camile cargó a Mili en un carrito que poseía su bicicleta mientras que Manuel llevaba el vehículo de su hermana. 15 minutos se demoraron hasta el otro pueblo, donde decidieron pasar la noche. El problema de cuando una persona gasta mucho sus energías es que suelen tener la necesidad de dormir más y al día siguiente, si no estiran bien, amanecen adoloridos. Y esto les ocurrió a ellos. Era cerca del medio día cuando por fin alguien despertó.

-Mierda, mierda, mierda- susurró Mili levantándose. - Chicos - los despertó sacudiéndolos.

- ¿Qué hora es? - preguntó Manuel.

-Es tarde, eso te lo aseguro - contestó ella.

- ¿Tarde para qué?

-Para todo- contestó Lucía viendo que las calles estaban infestadas de zombis.-Perdimos nuestra ventaja.

Todos se pararon rápidamente y tomaron sus cosas. Vieron por la ventana y notaron que los zombis los habían rodeado. Parecía que esperasen que ellos bajasen para devorarlos. Todos formaron un círculo para ver si el otro proponía algo, una forma de lograr escapar, sin embargo, ninguno tenía el positivismo ni la imaginación necesaria.

-Se supone que al final de un viaje se dice "fue un placer"- comenzó a hablar Lucía. -Pero la verdad es que fueron un dolor de cabeza-

- ¿Ese no es un dialogo que aparecía en Breaking Bad?- preguntó Valentín.

-Idiota, se dice "entendí esa referencia"- lo corrigió Camile.

-Entendí esa referencia- contestaron todos al mismo tiempo.

-Yo no me preocupo porque estemos por morir- dijo Mili. -La verdad es que no quedé con deseos pendientes. Bueno, excepto por ir a Disney, pero eso nunca se va a poder.-

-Yo si tengo un deseo pendiente- comenzó a decir Camile. -Pero no me voy a quedar con las ganas- diciendo eso se dirigió a Iñaki quien estaba en un rincón de la habitación y lo besó.

Por un instante y solo por ese instante el mundo para ellos dos desapareció, el tiempo se detuvo y volvieron a hacer jóvenes enamorados. Sin preocupaciones ni temores, sin problemas que afrontar ni zombis a los que asesinar. Pero algo los sacó de su beso. Un ruido.

- ¿Qué es eso? - preguntó Manuel.

-Un motor, claramente -dijo Lucía mirando por la ventana.

-Son personas- festejó Mili.

Un estruendo resonó. Alguien había tirado más que una granada para sacarse a los zombis de encima. Después se escuchó el grito de un hombre.

-Si quieren salvarse, es ahora o nunca.

El grupo de jóvenes salió lo más rápido que pudo y vio a otro grupo un poco más grande en una camioneta militar. Los chicos no lo dudaron ni por un minuto y subieron. Nadie dijo nada ya que se veía que estaban todos muy concentrados matando zombis y tirando aún más granadas. Estuvieron en silencio durante media hora hasta que la camioneta frenó y una joven con pocos ánimos salió a atenderlos.

-Bienvenidos al refugio provincial, perras.

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