capítulo 29

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Nadar solo fue problema para Axel, ya que al poco tiempo se le adormeció la pierna. Para su buena suerte, cosa muy extraña para este grupo, encontraron un pedazo de madera del cual se pudo agarrar y así seguir con sus compañeros.

- ¿Quieren agua? - preguntó Mili sacando una botella de su mochila cuando hicieron un descanso.

- ¿Es en serio? Estamos rodeados de agua- dijo Camile.

-La niña tiene razón, debemos tomar agua de las botellas ya que ahí le ponemos pastillas para potabilizarla - les recordó Alexa. -Sin embargo, gracias Mili, pero cada uno tiene su botella. Toma vos, ellos ya están suficientemente grandes como para prepararse sus propias botellas.

Mili no se tomó bien su comentario y Camile tampoco. Esta se alejó del grupo asegurando que quería encontrar el bunker o algo que comer, pero que no frenaría ante el primer cansancio. Al poco rato, todos siguieron su camino.

Nadaron alrededor de siete horas en plena noche. Ya todos estaban cansados y más de uno pasó por la "tabla de los calambres". Tampoco hablaron mucho. Habían perdido a dos amigos en menos de tres días, no sabían realmente como tomarlo. Pero debían seguir adelante.

-Ella ya no quería vivir, no es nuestra culpa- tiró un comentario en el silencio Valentín.

- ¿Cómo? - preguntó con Iñaki, se notaba el enojo en su voz.

-Si es nuestra culpa.- Lo contradijo Alexa. -Ella era nuestra amiga y la abandonamos. ¿Que ella no quería vivir? Mentira, ella nunca nos habría dejado así si nosotros no la hubiésemos abandonado primero. Todo lo que está ocurriendo, cada muerte que hemos presenciado, han sido personas que dieron todo por nosotros, dieron su vida por salvar la nuestra. ¿Y vos decís que no es nuestra culpa? Si no hubiésemos salido de nuestro bunker nunca hubiesen muerto Dan ni Marian. Si no hubiésemos querido cambiar las cosas en el otro bunker no habría muerto media población de este, tampoco habrían muerto ni Manuel ni Lucía. Todas esas muertes son nuestra culpa, la de todos.

-Lucía hace tiempo estaba mal, desde que murió su hermana estaba enloqueciendo. No dudo que se haya tirado por eso y no por nosotros - repuso Valentín.

-Mejor cállate y nada antes que te corte las piernas para que no puedas seguir - lo calló Alexa y nadie dijo nada más por alrededor de dos horas.

El ambiente estaba tenso y daba miedo pronunciar la palabra incorrecta. Fue hasta que desembocaron en el lago cuando pudieron volver a pronunciar palabra alguna.

- ¿Y ahora qué? - preguntó Axel.

-No sé, supongo que debemos recorrer el lugar para ver si llegamos a un bunker- dijo en voz baja Iñaki.

-Perfecto, o nos da un calambre y morimos ahogados o nos comen los zombis cuando intentemos salir siquiera a mear- se quejó Camile.

- ¿No se podía mear acá adentro? - preguntó Valentín con tono tonto. Todos los miraron mal, no era momento para chistes.

Desde ese primer día de caos, no había tiempo para bromas, pero siempre le subían el ánimo por lo menos a uno. Estaban desesperados, de vez en cuando era necesario una broma, un "te quiero", un abrazo, todo lo que te hiciera sentir bien.

Nadaron alrededor del enorme lago, sabiendo que el sueño ya los estaba acosando a más de uno, pero no pararon hasta que comenzó a amanecer. El primer rayo de sol que se asomaba les mostró la salvación, lo único que ellos necesitaban. Ese primer rayo de sol les mostró que aun había esperanzas. Les mostró el bunker, a orillas del otro lado del lago, y una lancha yendo por ellos.


- ¿Cómo llegaron hasta acá? - preguntó un hombre alto, robusto y de corpulento. Tenía cara de asesino, y ninguno dudaba que lo fuera.

- ¿Cómo crees? - le contestó Valentín -Nadando y en lancha.

Ambos se miraron fijamente, sin pestañar. Todos estaban tensos y nadie dijo ni una palabra. Los dos chicos se enfrentaron y se fueron acercando hasta que chocaron sus frentes. Los espectadores se miraron confundidos ante una escena tan extraña, hasta que los hombres comenzaron a reír. La confusión reinó, pero por lo menos ya no había tensión.

-Cuando se nos cortó la comunicación con Mendoza creí que estabas muerto, el julepe que me hiciste pegar, che- le dijo el hombre corpulento.

-Ya sé, pero el bunker se plagó de esas cucarachas, y viste que yo soy más de huir que de enfrentar esos problemas - le contó.

-No sé cómo llegaste a ser sicario o siquiera como llegaste a sobrevivir si no sabes usar bien ni un arma.

-Ejem- los llamó "disimuladamente" Axel.

-Ah, sí - los recordó el joven. -Este es mi grupo, ellos me han mantenido vivo hasta ahora- comenzó. -La de corte militar de pelo negro es Alexa y la de pelo más claro es Camile - luego susurró. - Yo que vos no las molesto, saben cómo lanzarte cuchillos a la pierna. La niña se llama Mili- continuó. - El viejo es Axel y el pibe es Iñaki. Chicos, él es Tiago.

- ¿Por qué? - preguntó Tiago como si le hubiese clavado un puñal.

- ¿Qué hice?

- ¿Por qué me los presentas cómo si me importara?- volvió a preguntar con el mismo tono.

Todos blanquearon los ojos. Se dieron cuenta que era tan infantil y tonto como Valentín. Pero se sintieron más tranquilos al ver que un miembro del grupo conocía a otra persona, aunque este sea el único sicario que quedaba y era el menos confiable de todos.

- ¿Cómo se conocen? - se atrevió a preguntar Alexa.

-Compañeros de trabajo. Pero no es momento para eso. El resto del equipo está en la granja, supongo que si llegaron hasta acá ya conocen cómo es el orden del bunker. Así que mejor los guío hasta una habitación que será suya y se cambian de ropa así no se enferman- dijo rápidamente Tiago llevándolos a una de las habitaciones.

Este bunker era diferente, tan solo tenía 20 habitaciones y eran muy amplias. A ellos les tocó una con 10 camas puestas en dos hileras en cada pared lateral, cada una con un mueble con ropa y del otro lado una mesa de noche. Sin embargo, eran muy lúgubres ya que todo era negro. La hilera de la derecha tenía los muebles con los bordes azules y la de la izquierda tenía bordes violetas. Supusieron que lo tenían para diferenciar los sexos y con lo cansados que estaban no iban a empezar con discursos sobre sexismo. La única en mencionar algo fue Camile que dijo "Otro lugar retrógrado, genial" con sarcasmo y luego se cambió de ropa y se acostó. Todos hicieron lo mismo.

Se despertaron alrededor del mediodía. Cuando se levantaron había varios hombres almorzando en el comedor y todos se los quedaron viendo.

- ¿Y estos? - Preguntó el más joven.

-Estos son los nuevos habitantes- dijo con cierta emoción Tiago. -Son los sobrevivientes del bunker de Mendoza, y el fachero de ahí- señaló a Valentín. - era mi aprendiz en mis tiempos de sicario. Buen tipo - aseguró. Como nadie negó empezó a presentar a los que estaban sentados comiendo -El ruludo es Ariel, el pendejo que habló es Lucas, el jirafa ese es Matías, el cuatrochi es Marcos y el rubio menemista es Francisco.-

- No al bullying- le susurró Iñaki a Camile, ella rió por lo bajo.

-Bien, el facha ya les dije que es Valentín, el viejo ese es Axel, la nena es Mili, la de corte militar de pelo claro es Camile y su copia Alexa- Alex no esperó ni un minuto en acercarse a él con un chuchillo y colocárselo en la garganta.

- ¿A quién la llamas copia? - preguntó con los dientes apretados. Todos los que estaban sentados comiendo se pusieron de pie y agarraron armas que tenían en sus cinturones.

-Tranquilos, tranquilos- dijo Tiago. -Solo era una broma- se explicó y ella se alejó lentamente.

Todos respiraron hondo y Lucas fue el que cortó ese silencio incómodo.

-Si quieren yo puedo mostrarles cómo es la distribución de tareas y cómo es la vida acá- propuso. Todos asintieron. El grupo decidió en ese momento descansar un día antes de resolver sus asuntos. 

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