El sol de un nuevo día se estaba asomando, sin embargo nuestro grupo de amigos no habían pegado un ojo en toda la noche ya que Lucas no había podido parar de toser. Por seguridad sus amigos lo habían puesto en una de las aulas del fondo, para que nadie los oyera.
-Tiene fiebre- dijo Camile al volver a la cocina - si no le damos algún antibiótico o por lo menos un paracetamol va a empeorar.
-Yo puedo ir a la farmacia- se ofreció Iñaki. - solo llevaré algo para protegerme, por las dudas de que hayan mas de esos zombis. ¿Está bien que use ese término?
-Creo que sí, es el mejor momento para llamarlo así. Yo te acompaño, siempre viene bien una compañera- propuso Camile. - de todos modos, creo que tengo la mejor arma. He visto muchas películas de zombis como para saber que lo más útil que vamos a encontrar acá son los bates de béisbol del baúl de gimnasia.
- Yo me voy a quedar acá a cuidar de Lucas, él es mi mejor amigo, no podría dejarlo solo ahora- dijo Mónica.
Todos estuvieron de acuerdo y Camile e Iñaki se dirigieron a la farmacia. Lo bueno de vivir en plena ciudad fue que esta estaba a tan solo 3 cuadras. Lo malo, fue que al salir vieron una gran cantidad de zombis.
En la vereda de la parroquia vieron a 3 de ellos. No fue difícil romperles la cabeza con el bate, eso hizo que se pudieran deshacer rápidamente de ellos, sin embargo sabían que debían ser silenciosos o podrían atraer a una multitud de esos.
Las cuadras siguientes estuvieron tranquilas, pero al llegar a la farmacia la vieron completamente cerrada.
- ¿Y ahora qué hacemos?- preguntó Camile
- Yo puedo romper el vidrio, entra y busca todos los medicamentos que puedas y se te ocurran, mientras tanto yo voy a cubrirte, si alguno se asoma le vuelo la cabeza con un batazo.
-Sabes que si rompes el vidrio sonará una alarma. ¿No? - lo cuestionó.
-Pues, entonces es mejor que vayas rápido- dijo mientras rompía rápidamente.
Camile entró corriendo viendo como una horda de zombis se acercaban a ellos. Entró, tomo alcohol, paracetamol y todo lo que vio a mano. Salió rápidamente para ver que ya había alrededor de 30 o 50 zombis atacando a Iñaki. Ella hizo lo que pudo para ayudarlo, sin embargo seguían llegando y no podían terminar de matarlos.
Ya se habían resignado, ya estaban listos para morir, sin embargo lucharían hasta el último instante. Y fue ahí cuando se escucharon 7 tiros de escopeta. Luego vieron como alguien se abría paso entre los zombis. Era Joan, uno de sus compañeros de curso.
- Creo que es una buena hora para que nos larguemos- dijo tomando las manos de sus compañeros y salieron corriendo. Dejaron a los zombis muy atrás ya que por suerte eran bastante lentos- y, ¿A dónde se dirigen?
-A la escuela- contestó Iñaki.
-Ja, hasta en un apocalipsis son nerds- rió mientras se dirigían hacia esa escuela.
Por otro lado, dentro de esa escuela la cosa no iba mucho mejor.
-Lucas, ¿te sientes mejor? - preguntó Mónica limpiándole el sudor de la frente.
-¿Me veo mejor?- dijo medio enojado.
- Siempre tan agradable- pudo notar una pequeña sonrisa en su rostro. Pero pronto la tos empezó a empeorar. Se ahogaba con su propia tos.
-¡Lucas!- gritó y lo sacudió, pero fue inútil, el ya no respiraba. Fue entonces cuando notó en su brazo un rasguño y ahí entendió todo, se lo hizo cuando fue a matar a su antiguo amigo, tal vez eso lo había enfermado.
Lloró. No creyó que lo haría, sin embargo lágrimas cayeron por sus mejillas. Se paró y se dirigió hacia la puerta cuando escuchó un ruido.
-¿Lucas?- pero cuando se dio vuelta no era Lucas quien estaba ahí. Sus ojos eran blancos y su piel tomaba un color de lo más extraño. -no, no, no, no, por favor vos no.
Pero si. Lucas se le aventó para atacarla, pero sus movimientos eran lentos por lo que ella lo esquivó y salió corriendo. Mónica se dirigió hasta la cocina donde empezó a buscar un cuchillo, pero no lo encontró.
Lucas, o lo que quedaba de él, entró a la cocina. La desesperación la invadió y agarró lo primero que encontró, la mochila de Lucas. Resulta que no estaba vacía como todos creían. Adentro tenía una pistola.
-Lucas, no quiero usarla. Por favor, volvé en vos- pero él no hizo caso. Empezó a moverse más rápido hacia ella, pero cuando estaba a un metro ella disparó a la cabeza. La masa negra salpicó en poca cantidad. Se acercó al cadáver de su amigo cuando este cayó y ahí escuchó un golpe en la puerta.
Se levantó para abrir la puerta y ahí estaban sus amigos recién llegados de la farmacia. Al verla toda nerviosa, llorando, y con una pistola en la mano preguntaron si estaba bien.
-Claro. Solo acabo de matar a mí mejor amigo.
Mónica tuvo que explicar, muchas cosas, todo lo que había ocurrido y lo que había descubierto. El único al que no le importó fue a Joan, quien estaba enamorado de la pistola. Decidieron hacerles un velorio a sus tres amigos. Fueron al patio de la escuela y quemaron los tres cadáveres con algunas flores y potenciando el fuego con el alcohol que había agarrado Camile en la farmacia.
Esa tarde se juntaron para ver que harían de sus vidas a partir de ese momento. En la cocina estaban Joan, Camile e Iñaki, mientras Mónica estaba abrazando la mochila de Lucas en el salón.
-¿Cómo te agarró este problema?- le preguntó Iñaki a Joan.
- Estaba en mi casa peleado con mi papá, el estaba en el patio y mi mamá no sé dónde. De repente entró mi papá zombi a mi pieza y yo, como siempre precavido, saqué la escopeta del mueble que está en la punta de mi cama y lo maté. No me arrepiento de nada.- el dato no era tan perturbador como con la cara que lo dijo- después de eso agarré todas las armas que había en mi casa y las metí en mi mochila.
Y efectivamente así era. Joan mostró su mochila y los jóvenes pudieron ver más de 5 pistolas ahí dentro. No le hicieron más preguntas, no querían traumarse con su historia.
-¿Has visto a más personas normales?- preguntó Camile.
-Están todos escondidas en sus casas. Pero creo que deberían hacer un refugio en común, esta sería una buena base, podríamos ayudar a personas a huir de los zombis, este es un lugar grande, con muchas aulas y hasta capillas ya que es toda una parroquia.
-Joan tiene razón- dijo Iñaki- podemos hacer eso y con la ayuda de todos averiguar qué pasó.
Pero mientras ellos planeaban como ayudar a las personas, Mónica entraba en pánico. Abrió la mochila de Lucas, donde había vuelto a guardar la pistola. Y junto a ella vio una nota. Era una carta que ella le había escrito a él el año pasado. Sacó la pistola y la dejó a un lado. Abrió un bolsillo pequeño y encontró su celular. Fue fácil desbloquearlo ya que había visto su contraseña miles de veces. Lo primero que vio fue una foto de los dos juntos como fondo de pantalla.
No pudo más. Todos sus problemas pasaron en frente de sus ojos. Habían muerto dos amigos suyos, no podía comunicarse con sus padres, había matado a su mejor amigo y había zombis en toda la calle. No dudo ni un minuto. Con lágrimas en sus ojos y viendo la foto de su mejor amigo, disparó.
Los chicos que estaban en la cocina corrieron hacia ella pero solo encontraron un cadáver. En el celular de Lucas pudieron ver un mensaje. "Nunca me perdonaré haberle fallado".
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Sussesos
Ciencia FicciónLa noche del 17 de marzo unos extraños fuegos artificiales explotan sobre todo el país provocando una cadena de sucesos que incluyen muerte, zombies, traición y llevar la amistad hasta el limite. Tras una juntada con amigos, Camile e Iñaki deberán...