Capítulo 23

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                Faltaban respuestas, muchas. Pero al cabo de 5 horas decidieron ir al único lugar donde se suponía que nadie los molestaría, la sala de entrenamiento. Sin embargo ninguno estaba con ánimos de contar lo poco que había podido averiguar.

- ¿Ustedes que consiguieron? - preguntó Valentín a Lucía y Mili.

-Nada nuevo. Nadie sabe realmente qué ocurre y nadie parece interesado en eso.- contestó Manuel.

- Alexa y yo estamos acá hace más de dos horas porque debía entrenar y tampoco saben nada ni de Ezequiel ni de los zombis. Axel y Milen fueron inútiles esta vez- aseguró.

-Bueno, de Ezequiel Milen si dijo algo- comenzó Camile -Dijo que era un cretino con cara de psicópata que va a matarnos a todos a penas tenga oportunidad.

-Muchos cumplen con esa descripción. Deberíamos solo preguntar si alguien sabe dónde está el presidente y ya.- propuso Valentín. -No podemos perder tiempo en estas tonterías.

- ¿Vamos a dejar a estas personas a su merced? - preguntó aterrada Mili.

-Soy un egoísta egocéntrico, nunca lo negué.

-Técnicamente las personas aquí no sufren ningún tipo de abuso y están a salvo. Es decir, de todos modos deberíamos dejarlos aquí, no podemos llevarnos a mas de 60 personas en el bolsillo- Aseguró Manuel.

-Antes de irnos, les aseguro que todos sabrán con exactitud que ocurre afuera, como protegerse y lo que hace falta para que se mantengan a salvo no podemos arriesgarnos a que algún niño salga a hacer travesuras y por accidente muera- dijo firmemente Alexa.

Nadie comprendía realmente el motivo, pero ninguno se atrevía a desafiarla, excepto Valentín que siempre que lo hacía terminaba mal. Faltaba poco para que fuese la hora de su bautizo, motivo por el cual decidieron volver a su habitación y cambiarse de ropa como le habían pedido. En cada cama había un conjunto de ropa que era especial para la fecha. Para los hombre trajes blancos y para las mujeres vestidos del mismo color. Les hubiese parecido raro de no ser porque ese lugar hace rato venía presentando esas características.

-Ni en pedo me pongo vestido- comenzó Alexa -Y menos si es blanco, odio ese color.

-Te lo vas a poner y por un solo motivo. No sabemos qué clase de lavado cerebral son capaces de hacer si los desobedecemos- contestó Valentín.

-De hecho, escuchamos que a quienes desobedecen ordenes o se quejan por algo los torturan y castigan - dijo Lucía mientras se sacaba su remera.

- ¿Nos vamos a cambiar todos en el mismo lugar? - preguntó media horrorizada Mili.

-Tranquila, nadie te va a mirar. Pero sí. Yo no pienso separarme de ustedes hasta que sepamos que no estamos rodeados de psicópatas sectarios - aseguró Iñaki.

Y tenía razón. Nadie sabía nada de la vida de esas personas. Tampoco sabían si estaban mentalmente sanas ni mucho menos. El miedo los invadía a todos ya que la única persona que los había visto vulnerables había tratado de violar a una de las suyas. A partir de ese momento se aseguraron a sí mismos que serían más precavidos. Pero ninguno sabía realmente si el futuro les daría la oportunidad de serlo.

La hora llegó por fin. Les habían prohibido salir de su cuarto hasta que alguno de los encargados fuese a buscarlos. Y cuando alguien tocó a su puerta, resultó ser Axel. Estaba pálido, temblando y sudando. Solo podía repetir "perdón" y "tengan cuidado". Todos quedaron aterrados de escucharlo solamente. Les pidió que los chicos se fueran por un lado siguiendo a Milen, quien estaba muy drogada como para mostrar alguna expresión, y que las chicas lo siguieran a él.

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