El hombre de hojalata tiene corazón.

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Crónicas de la máquina pensante, Drake.

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Estaba sentado en el comedor central de la Fundator y no podía pensar en absolutamente nada, nada además de aquel niño tan intrigante de la prisión. Su nombre no había sido guardado en mi memoria lamentablemente, tampoco lo conocía mucho que digamos; pero si algo era claro para todos los que lo vimos, era que lo que había pasado esta tarde en la prisión había sido todo un espectáculo. Quienes tuvieron la dicha o desgracia de presenciar los hechos comentaban lo ocurrido con diferentes sensaciones: Algunos prisioneros alababan su valentía, los guardias decían que en algún momento se le saldría el tiro por la culata al ser tan arrogante, ¿y yo? Yo pensaba que—

— ¡Drake! Aquí estás... ¡Te estaba buscando por todas partes!

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PLANET CHRONICLES

Capítulo 10.

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Los ojos de los guardias, androides y sirvientes presentes se centraron en él; Silas estaba al frente mío y cómo no, buscándome. Era raro verlo pasear por su nave si no era por una reunión importante o para atrapar a algún ocasional fugitivo entre los pasillos, sin embargo, allí estaba él, sin vestir su ocasional armadura negra con capa y con su particular cabello azabache despeinado.

— ¿Lord Silas? ¿Qué sucedió? —cuestioné con calma, pero ligeramente asombrado ante su desordenada apariencia actual.

Él tan solo me indicó que lo siguiese con sus manos y eso hice. Supuse que había algún otro niño escapándose por la nave, alguna discusión sobre un plan de conquista sólido o simplemente necesitaríamos reparar alguna fuga de gas en cualquiera de las más de 104 cocinas generales de la nave; pero no parecía ser nada de eso y todo era tan sospechoso.

Mi última conversación con Silas no había salido muy bien, sentía que sus ideales lo estaban consumiendo y era un poco incómodo comunicarme con él. El más joven de los Dumacci parecía no verse afectado por el desenlace de nuestra más reciente charla y eso lo hacía peor, ¿pero, que podía hacer? Él ya no necesitaba mi tutela y tenía que comenzar a aceptar al nuevo Silas, aunque no me gustase mucho.

Seguimos avanzando, no había refuerzos ni siquiera sonaban las alarmas de emergencia y solo podía verlo a él, llevándome a través de los pasillos con un semblante diferente, casi cómo si estuviese... 

Feliz.

— Drake, aquí nos detenemos. —ordenó, parándose en seco y señalando un salón que desconocía por completo.

— ¿Qué es este lugar? —pregunté confundido, notando cómo mis escáneres fallaban en reconocer la habitación.

Silas me dio una sonrisa amable.

— Ya lo verás... —canturreó animadamente. 

Lo vi ingresar los típicos códigos de seguridad que tenía cada sala de la nave y no podía contener mi curiosidad. La puerta se abría ante nosotros y lo que vi me hubiese dejado boquiabierto, si tuviese una boca, por supuesto. 

El salón frente a mí parecía ser el único que estaba pintado de un color que no fuese negro y no había escritorios lúgubres o cámaras de vigilancia por ningún lado. Las paredes estaban decoradas en colores pastel y tenía una diminuta, pero adorable, mesa en el centro de la sala, que me hacía recordar a la que alguna vez había sido la habitación del pequeño e inocente Silas Dumacci. 

Planet Chronicles: Levántate y pelea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora