Hoy te veías preciosa, querida Mía.
Con tu libro de poesía y rubor en las mejillas.
Oh cariño mío, casi nada he dormido.
Pero me importa poco, ya que tú eres el motivo de todos mis insomnios.
-A
P.D.: te parecerá loco, pero ya no quiero esconderme.
¿Acaso, te gustaría conocerme? Si es así, ata un lazo lila a tu mochila.
Ahora me despido, querida Mia.
ESTÁS LEYENDO
El diario de Mia.
Rastgele"Una chica con la cabeza en las nubes, el corazón hecho añicos y un diario como confidente."