Capítulo 1: "Créeme, las cosas no están bien."

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Muy bien, querido lector.

Hace mucho que no sabes nada de nosotros, desde que acabamos con Tifón y nuestro grupo casi se desintegró por la desaparición de nuestro teniente Kevin.

Los pocos que sobrevivimos volvimos al Campamento mestizo a continuar con nuestra rutina, de vez en cuando nos unimos y salíamos a cazar, pero las cosas no eran las mismas. Después de la guerra con Gaia, las cosas comenzaron a tornarse turbias y muy difíciles para todos los semidioses, los mensajes Iris dejaron de tener conexión, los celulares dejaron de funcionar, hasta las cartas se perdían en el viaje.

Nadie podía explicar nada, Quirón se la pasaba en la Casa Grande tratando de contactar a Dioniso pero no tenía éxito. Ningún Semidiós nuevo había llegado, ningún Dios había tenido contacto con los mortales, las cosas se habían puesto muy mal. Créeme, las cosas no están bien.

Por si fuera poco, también las visiones recurrentes que solía tener sobre el futuro habían dejado de aparecer en sueños, tal vez tenga algo que ver con que el Oráculo de Delfos alias Rachel también había dejado de recitar profecías.

Para unos, como Percy y Annabeth, eso había sido un alivio, digo, el no hacer misiones que pongan en peligro su vida o relación.

La última visión que tuve apenas y la recuerdo, unas imágenes y unas palabras que misteriosamente parecían una profecía pero que sonaban tan lejanas que apenas podía oirlas.

-Ven, Tony, vamos a remar -la voz de Enrique me sacó de mis pensamientos.

Estaba en el marco de la puerta, parecía triste y preocupado, desde que comenzaron a pasar las cosas extrañas Quirón optó por cancelar las incursiones por diversión, nadie podía salir hasta que las cosas se resolvieran... Pero unos chicos no acataron esa orden y salieron, no se supo nada más de ellos.

Salí a la luz del sol, miré hacia el cielo con la esperanza de que mi padre bajara en su mercedes y dijera: "¡Eh! ¿Verdad que los asustamos?", pero sabía que eso no ocurriría y que las cosas iban a ponerse peores.

Caminamos por el sendero, las dríades estaban nerviosas y los sátiros ni siquiera reparaban en ellas. El lago estaba bastante tranquilo, los pocos semidioses que quedábamos ni siquiera habíamos reparado en que podíamos remar un poco. Tomamos una canoa y la empujamos hasta el agua, una vez ahí nos subimos y cada quién tomó sus dos remos.

-¿Aún crees que pueda volver? -preguntó Quique.

Por un momento pensé que hablaba de mi padre, pero caí en cuenta de que no era así.

-No volverá, lo presiento.

-Todo estará bien -no sonaba muy convencido.

Seguimos remando hasta llegar al punto medio del lago, el agua estaba bastante tranquila, las ninfas de agua no se veían por ningún lado, uno que otro campista caminaba por la orilla.

-¿Crees que vuelvan a llamarnos a alguna misión?

Cómo dije anteriormente, no había oráculo y sin profecías no podía haber misiones que pusieran en peligro nuestras vidas, cosa por la cual vivimos.

-No estoy seguro, la verdad.

Enrique meditó un momento mientras se recostaba y miraba al cielo.

-Extraño a los dioses.

Sonaba extraño escuchar a alguien decir eso en voz alta, pero estaba de acuerdo...

-No me malinterpretes, no es que ellos hagan gran cosa por nosotros -continuó Enrique-, solo que sus problemas son emoción para nosotros. ¿Recuerdas cuando robaron el rayo de Zeus?

Sonreí, a pesar de que aún no estaba en el campamento, me habían contado esa historia cientos de veces. Era graciosa como un dios quería destruir todo por un rayo y echarle la culpa a un jóven que no sabía quién era en realidad.

-Lo recuerdo.

-Quisiera que Apolo perdiera su lira, o mi madre uno de sus libros... Que Hera pierda su diadema o Hefesto su martillo. Quisiera volver a aventurar.

-Yo también.

Sin duda así era, aunque la sola mención de mi padre me hizo sentir mal.

Continuamos en el agua por un rato hasta que el cielo comenzaba a tornarse púrpura. Remamos de nuevo hasta la orilla y amarramos la canoa, entonces lo solté:

-Soñé con él...

-¿Con Kevin? ¿Sigue con vida?

Sus palabras golpearon mi corazón, Kevin había sido un gran hermano pero no, no hablaba sobre él. Se había perdido y no sabía si seguía con vida.

-No -dije-, con mi padre.

Enrique se detuvo y dejó caer sus brazos, me miró atentamente esperando que continuara, lo hice:

-Estaba él, escondiéndose en un lugar oscuro, me miró a los ojos y...

Me detuve, no recordaba las palabras que me había dicho.

-¿Y qué?

-No recuerdo.

-Por favor, Tony, si vas a contar algo solo asegúrate de recordar lo suficiente.

-Lo siento.

Quique siguió caminando por delante de mí y lo seguí hasta el pabellón, la cena casi se iba a servir, todos estaban sentados, Quirón ni siquiera tocó su caracol para anunciar la asistencia de los campistas, todos estaban ya.

Quirón dijo unas cuantas palabras sin relevancia, comenzamos a comer, Nico Di Angelo estaba sentado al lado mío y junto a él estaba Will. No quería hablar con ninguno de ellos, de hecho no quería hablar con nadie más.

Tomé mi burrito, cuando estaba dispuesto a darle una mordida todo se volvió oscuro y caí al suelo.

Lo último que recuerdo fue el calor abrasante que me recorrió el cuerpo y un último pensamiento, Apolo.

LOS CAZADORES II: "LA PROFECÍA AZTECA" ~Fanfic de Percy Jackson~ (1er Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora