LOS CAZADORES II: "LA PROFECÍA AZTECA" ~Fanfic de Percy Jackson~ (1er Borrador)

Capítulo 17: "La dimensión Azteca"

En el trayecto comprendí dos cosas: que lo que nosotros conocíamos como Niebla, aquí era Tézcatl, y había un dios para ello. La otra cosa que comprendí era algo un tanto alarmante.

Según la mitología azteca, cada dios solar tiene su ciclo. Hubo varios dioses del sol (en su tiempo Mexica, eso lo iba a entender después), cada uno fue muriendo en determinado tiempo, hasta llegar al Quinto sol que es Tonatiuh. ¿Por qué es alarmante? Muy bien, aquí mi teoría.

¿Y si Apolo murió para dar paso a un nuevo sol? ¿A ese hombre que hablaba con la mujer? Es descabellado, pero recordemos que hubo un titán del sol hacía mucho, Helios era el sol por excelencia hasta que llegó Apolo y tomó las riendas, entonces… ¿Y si la profecía hablaba de convertir a ese hombre en el nuevo sol? 

No, no podía ser así. Tenía la voz y la risa de un temible villano, estaba claro que él no sería. Tal vez Apolo volvería y para ello tenemos que conseguir que alguien suplante por lo mientras a nuestro sol. Sí, eso tenía que ser, esa era nuestra misión y Tonatiuh era el único que podía hacerlo (además de Ra y otros dioses solares).

—Llegamos —anunció Michelle.

Rodrigo tomó la manija de la puerta y empujó, la puerta cedió con estrépito. Cuando se dispuso a salir, dos manos fuertes lo ayudaron, luego a Michelle, siguió mi equipo, por último ayudé a Gaspar para que subiera con Iztaccihuatl aún dormida (ahora entendía por qué la representaban así), nadie me ayudó a salir.

Cuando estuve en el volcán, pude ver cómo un hombre se rompía (no literal) al ver a su amada. La tenía recostada en el suelo, estaba arrodillado con la cabeza gacha y la antorcha en alto. Lloraba en silencio, entonces nos miró y susurró un simple gracias que nos llenó de motivación.

Iztaccihuatl despertó poco después, como si nunca hubiera estado drogada, no tenía resaca, qué envidia de veras.

La mujer era muy linda y nos hablaba con amabilidad, no paraba de agradecernos de salvarla de ese terror que vivió. Pensaba que no volvería con su amado.

Por su parte, para pagarnos, Popocatépetl prometió que no haría erupción y nos mostró un camino secreto para llegar a la Ciudad de México (sí, por el laberinto aunque él lo llamaba túnel secreto). Gaspar protestó sobre su camioneta, Michelle le prometió que volveríamos por ella.

Ahora nos encontrábamos caminando por el túnel con una antorcha del fuego de Emanuel. Jaden seguía pareciendo incómodo ante la presencia del hijo de Hécate. Intenté romper el hielo.

—¿Quién es tu padre? —le pregunté a Rodrigo.

—Huitzilopochtli —dijo así de simple.

—Rodrigo no confía a la primera —explicó Michelle—. Menos con semidioses de otra cultura.

Lo entendía, yo tampoco me sentiría cómodo con algo así. Entender que muchos dioses coexisten en un mismo mundo es algo que te haría explotar, esperemos que no sea literal.

Volvimos a quedar en silencio.

Llegamos a un cruce, había tres puertas con grabado en un idioma extraño que, según me dijeron, era náhuatl. Se eligió una donde según decía museo, Rodrigo la abrió y caminamos. Llegamos hasta otra puerta, la atravesamos y llegamos a un callejón oscuro (si, había anochecido). Cruzamos la calle, extrañamente el guardia del museo no nos prestó atención y entramos.

—Es hora, chicos —explicó Michelle—. Entrarán con nosotros, y por favor, no hagan desastres.

El museo era enorme, exhibiciones bastante llamativas de la cultura mexicana, varias esculturas antiguas… todo aquello que no pudimos apreciar.