Capítulo 23.5: "La corta aventura de un dios"

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Claro que tenía miedo, a pesar de ser un dios importante para Huitzilopochtli, no tenía demasiado poder como los otros dioses importantes. Ahora estaba atado de pies y manos siendo cargado por una bandada de Chaneques y Aluxes que lo conducían dentro del bosque. No sabía qué esperar de aquello, no quería lastimar a esas criaturitas de la naturaleza, trataría de lidiar con ellas y así descubrir qué es lo que querían.

Las ramas parecían hacerse a un lado cuando pasaban, como si tuvieran respeto a las criaturas. Payen levantó la cabeza levemente y vio un paisaje magnífico, lleno de naturaleza y un arrojo con agua cristalina, las copas de los árboles rodeaban todo el sitio ocultándolo de depredadores voladores. Con cuidado lo bajaron y sus ataduras cedieron sin la menor provocación, el Chaneque más alto se acercó, parecía el comarca de la manada, entonces habló en una lengua extraña a base de gruñidos, gemidos y risas, Payne le entendió perfectamente aunque no lo pareciera.

—Claro que les ayudaré —les dijo.

Las criaturas del bosque gritaron y bailaron. Comenzaron a avanzar para que Payne se sentara en un trono de madera decorado con flores, bailaban alrededor de él hasta que los gritos cambiaron todo.

—¡PAYNE!

Los chaneques levantaron sus armas h los Aluxes sacaron sus garras, gruñeron hacia los arbustos esperando a atacar a quien osara atravesar.

—No ataquen, son mis amigos —les dijo.

Las criaturas enseguida hicieron desaparecer sus armas y miraron espectadores a que atravesaran su hogar.  Mientras esperaban, unos de ellos comenzaban a llevarle frutas en cestas hechas a mano, él negaba cada una de las ofertas, entonces atravesaron todos los arbustos y llegaron.

—¡Payne! —gritó Michelle con una voz tan chillona que alertó a las criaturas y levantaron nuevamente sus armas.

—Hey chicos, deténganse —extendió las manos hacia delante.

Todos se quedaron quietos, esperando a que el dios hablara.

—Ellos son mis amigos —dijo el dios—. Tengo que estar con ellos.

Los chicos parecieron no entender a quién se refería, todos miraron al dios para que se explicara, él se dirigió a los chicos:

—Ellos me quieren aquí para proteger este lugar, es sagrado para ellos. Dicen que los mortales planean tirar todo para hacer sus plantíos de trigo —en parte era verdad, pero había otro detalle que había omitido.

—No podemos permitirlo —habló Tony con su tono de líder.

—Ya sé —dijo Payne, lo meditó un rato y dijo—. No voy a quedarme aquí, hay que salvar la pirámide… Pero estos chiquitines necesitan nuestra ayuda.

—¿Y qué podemos hacer? —preguntó Michelle.

—Déjamelo a mí, vayan al auto yo ahorita los alcanzo.

Los chicos obedecieron y se adentraron nuevamente a la naturaleza, era fascinante cómo es que a pesar de ser jóvenes aún eran muy obedientes, tal vez por la presencia de un dios ahí.

—Vamos a hacer esto rápido.

Payne se levantó de la silla con gran velocidad y caminó con su ejército del bosque hacia donde desembocaba el arroyo, un pequeño lago. Las criaturitas se detuvieron en seco al mirar la orilla del lago, una enorme cola sobresalía del agua y se enrollaba en el tronco de un manzano, su piel gruesa era de color rojizo y sus púas eran negras, bastante aterradora.

—Agh, odio estas cosas.

Payne no se había percatado de que lo había dicho en voz alta, burbujas comenzaron a emerger de lo profundo del lago a medida que una enorme cabeza comenzaba a asomarse. Era realmente grande y fea, sus enormes colmillos afilados sobresalían de su enorme boca, en medio de cada uno de ellos tenía ropa rasgada miniatura, necesitaba un mondadientes bastante grande. Unas escamas puntiagudas de color anaranjado intenso rodeaban su cuello. Miró a Payne con extrema curiosidad.

—Acabemos con esto.

Payne se transformó en dios en menos de un segundo, tomó su escudo de guerra con una mano y con la otra su cetro, miró retando a la iguana gigante y ésta atacó con la cola.

Payne detuvo el golpe con su escudo, cuando iba a atacar, la iguana retiró rápidamente su cola, siseó ante el dios y camino directo a él mostrando sus colmillos.

—No te tengo miedo, Xochitónal.

La iguana volvió a sisear y se lanzó directo a Payne, éste saltó hacia la derecha y clavó su cetro en el muslo de la iguana, rugió bastante fuerte. El dios se posicionó nuevamente y vio como sus anfitriones se alzaban en armas y comenzaban a atacar, Xochitónal miró a todos lados sin saber a quién devorar, pero se detuvo en Payne y lanzó un su garra, Payne cayó de rodillas por el impacto que dio en el escudo, un Chaneque se subió a la copa de un árbol y se lanzó hacía la cara de la iguala, le clavó su pequeña daga en el ojo derecho. La iguana hizo un movimiento brusco, el Chaneque salió disparado hacia arriba y lo devoró de una mordida.

Las criaturas, molestas, atacaron con más fuerza. Xochitónal miraba con odio y devolvió los ataques, Payne comenzó a entender que muchos más morirían si no hacía algo, tomó su cetro y lo clavó en el estómago de la criatura haciéndola gruñir de un modo doloroso, se desparramó en el suelo, Payne golpeó el suelo con su cetro y una onda de poder arrasó por todo el lugar, el aire hizo temblar a los árboles. El cuerpo inerte de la Xochitónal dio una vuelta por el impacto y cayó al agua.

—Solo falta una cosa más.

Con el cetro clavado en el suelo, una nube de Tézcatl emergió de la mazorca y cubrió todo el lugar, algo que ayudaría para que ningún humano se entrometiera y no destrozaran ese lugar sagrado que tenía la bendición de un dios.

—Tengo que irme —les dijo mientras se arrodillaba.

Los Chaneques y los Aluxes se abalanzaron hacia él y lo abrazaron, él cayó de espaldas entre risas. 

Grrracias —dijo el líder Chaneque.

De nada.

Y se adentró a los arbustos mientras tomaba su forma mortal, al salir al exterior vio cómo sus amigos lo miraban con incredulidad y con más preguntas que respuestas, pero solo dijo:

—Ellos estarán bien.

Y eso era bueno para todos.

LOS CAZADORES II: "LA PROFECÍA AZTECA" ~Fanfic de Percy Jackson~ (1er Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora