Capítulo: 30. "Deprimente. Continuemos. Ah sí, los guerreros".

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Lo último que pude ver fueron esos ojos llenos de odio mirándome fijamente, tratando de fulminarme y convertirme en polvo.
La luz iluminó el paisaje de cuando llegué al campamento, todo se volvió blanco y entonces volví al día de hoy.
Estaba temblando, las piernas me colgaban. Sentí cómo mis pupilas volvían a su estado normal mientras me adaptaba a la luz. Aquella visión me había consumido, no pude safarme del conejo, me estaba sosteniendo con demasiada fuerza y mis brazos parecían gelatina.
—Camille… —susurré.
El recuerdo de la chica a la que había amado era un tormento, recordar aquel beso en la noria y cómo no pude hacer nada para salvarla. Era algo que me consumía siempre, era aquello que no se podía olvidar.
Caí al suelo, no supe cómo había ocurrido pero ya estaba en libertad. Abrí lentamente los ojos para mirar a Enrique con una espada, me extendió la mano y yo la sostuve, me ayudó a levantarme y me abrazó.
—Sabía que vendrías.
—Lo haría una y otra vez.
El conejo que me sostenía había desaparecido, me recuperé a paso lento pero pude atacar con la daga.
—¿Cómo dieron con nosotros? —preguntó.
Quique parecía bastante cansado, había adelgazado muchísimo y parecía no tener fuerza suficiente para enfrentar a 350 dioses (eso parecía).
—Fue demasiado sencillo en realidad, solo tuvimos contacto con algunos dioses aztecas para recibir información —expliqué—. Ah, y estar a punto de morir varias veces.
—Pero no murieron.
—Hey, chicos —Emanuel mantenía una lucha cuerpo a cuerpo—. Necesitamos recuperar las tripas.
—¿Tripas? —Quique enarcó una ceja mientras lanzaba una flecha y liberaba a Emanuel de su atacante.
—Las tripas del Taurofido —le expliqué—. Mayahuel tiene las tripas, el Charro les informó sobre su función y parece ser que las usarán.
—Pero Percy encontró al Taurofidio de agua, ¿acaso Bessie se escapó?
—El Taurofidio que encontramos era  terrestre. Por eso nos atacó en el laberinto.
—¡Chicos! —gritó Emanuel.
Un conejo descendían del cielo portando un gran mazo, iba a golpearnos pero Rodrigo se apareció volando y asesinándolo en el aire. Descendió junto a nosotros.
—Después platican, ahora hay que llegar a Mayahuel —señaló la cima de la pirámide.
En lo más alto de la pirámide principal, Mayahuel y Patécatl miraban el escenario. La bolsa con tripas colgaba del cetro de la diosa, sería casi imposible quitárselo. ¿Por qué no quemaba las tripas de una vez? Tal vez sería su último recurso.
Más dioses de los vicios nos rodearon, tomé mi daga con fuerza insuficiente, las piernas me temblaban, la cabeza me seguía dando vueltas después de aquel deprimente recuerdo, pero tenía que dejar aquello atrás, la cosa no había acabado.
Atacamos, vencimos a unos cuantos conejos más hasta que caí rendido, Quique cayó también, Emanuel se tambaleó después de recibir una patada y Rodrigo sobrevolaba atacando desde el aire. Nos quedamos solos.
—¿Será este el fin del hombre araña? —preguntó Emanuel con voz de locutor anciano.
Intenté sonreír pero me dolió hasta el alma. Lo último que vi fue a una horda de conejos rabiosos acercándose lentamente, a lo lejos distinguí a varios chicos aún luchando. Miré arriba, uno de los conejos extendió su garra para agarrarme, cerré los ojos para esperar el fin. El dolor aumentó y una luz blanca pudo atravesar mis párpados, sentí que ya podía darme por muerto, que aquella luz era el final.
¿Acabaría de contar esta historia desde un plano astral? ¿Y si no veo el resto y despierto en los Campos Elíseos? ¿Podré ver a Kevin ahí?

Fin…
Ah, te engañe ¿verdad?
No, no estoy muerto, de hecho aquella luz que me había cegado (a pesar de tener los ojos cerrados) se había apagado. Pude abrir los ojos sin miedo a que se me derritieran y entonces vi a unos chicos brillando, literal.
Los chicos con armaduras brillantes nos rodeaban, eran como diez que formaban un círculo, cada uno llevaba un escudo y una lanza. Una chica rubia giró su cabeza lo suficiente para vernos y no romperse el cuello, no sonreía, se mantenía seria mientras analizaba la situación.
—Vaya momento tan humillante en el que te encontramos, Garcia.
—Calla, Eliza —respondió Rodrigo—. La cosa parece no mejorar.
—¿Y Payne? —preguntó un chico que nos daba la espalda.
—Desapareció —respondió Omar.
—¿Quiénes son tus nuevos amigos? —preguntó una chica morena.
Rodrigo nos miró, creí que diría que no éramos sus amigos después de la discusión que tuvimos.
—Son griegos, vienen de Nueva York buscando a sus amigos y también quieren contactar con Tonatiuh.
Es un avance, no afirmó que éramos amigos, pero tampoco lo negó, algo era algo.
—Será difícil contactar con Tonatiuh en la noche, deberán esperar hasta el amanecer que será en unas cuantas horas más —dijo Eliza—. Pero antes hay que acabar con esto.
—¿Quiénes son ellos? —Emanuel me ganó la pregunta.
—Son los Guerreros del Sol, están a la orden de Tonatiuh.
—¿Es una versión bizarra de los Cazadores? —preguntó Enrique.
—No, ustedes son la versión bizarra de los Guerreros —dijo Rodrigo con una sonrisa de victoria.
Los conejos gritaron y saltaron, llovieron varias flechas que aniquilaron a varios conejos, los pocos que lograban acercarse eran atravesados por lanzas y los menos afortunados eran degollados por la oz de Omar.
La lucha volvía a ser repetitiva, atacando aquí, atacando allá, recibir unos golpes. Pero la ayuda de los guerreros era espectacular, eran bastante geniales, me recordaron a las Cazadoras.
—Tenemos que ayudar a los demás —dije.
Salí del círculo como pude y corrí, casi ningún conejo se dio cuenta de mi presencia. Del lado derecho ví como Michelle la jaguar atacaba a diestra y siniestra con sus garras, pero ya estaba bastante lastimada, varios cortes le sangraban y manchaban el pelaje. Por otro lado veía a Ray asesinando con fuego a los que saltaban, igual parecía bastante cansado.
Pero el chico por el que más me preocupé era Santi, aquel chico bastante apuesto necesitaba mi ayuda.
Corrí hacía él, atacaba con puños ya que su espada había caído, los conejos comenzaban a rodearlo y lastimaban con sus garras. Tomé la daga para atacar, pero era demasiado tarde. Santi gritó de dolor mientras los conejos de la embriaguez lo desgarraban, la sangre salpicaba para todos lados, entonces quedaron quietos y varias aves salieron volando. Miré horrorizado, habíamos perdido a otro más y la lucha parecía no acabar. Quedé pasmado, los conejos se percataron y giraron, sus rostros llenos de sangre de mi amigo eran tan perturbadores que hubiera sido una película de pesadilla.
Corrí al lado contrario, los conejos comenzaban a seguirme, tropecé con una roca y caí al suelo. Me giré para ver cómo se acercaban y levantaban la espada de Santi en dirección a mi pecho.
—¡Alto! —giré para ver a Oscar el hijo de Afrodita con una espada en la mano y usando su hechizo—. Matense entre ustedes.
Me encantaba cuando comenzaba la función del embrujohabla, los conejos comenzaron a luchar entre sí y asesinarse, sabía que el hechizo de Oscar no era muy potente pero funcionaba, además de que lo debilitaba demasiado, ahora respiraba entrecortadamente y apoyaba la espada en el suelo.
—Vamos —me extendió la mano y la tomé.
Me levanté y corrimos hacia los chicos más cercanos, Iván, Esteban, Ryan y Harry. El grupito luchaba con ferocidad a pesar del cansancio y los cortes en el cuerpo, me estaban preocupando, lo único que podíamos hacer era dar un poco de ayuda, también estábamos casi muertos.
—¿Quiénes son esos chicos? —preguntó Harry refiriéndose a nuestros invitados.
—Son los Guerreros del sol —expliqué—. Están a la orden de Tonatiuh, el dios solar azteca.
—Ajá —dijo Ryan golpeando a un conejo—. Puedes explicarnos luego, primero hay que hacer conejo asado.
Mientras seguíamos atacando, no me resistí a expresar mis emociones.
—Me da gusto que estén bien.
Un conejo cayó al lado mío, una bola sombra lo destruyó.
—Gracias a ti —dijo Iván.
—¿Entonces Mayahuel nos raptó para conseguir las tripas del Taurofido? —preguntó Oscar.
—Así parece ser —dije—. Aún no me queda muy claro, pero sí hay que detenerlos. Están en la cima de la pirámide.
Mayahuel y Patécatl seguían mirando, esperando, con la bolsa de tripas colgando.
En el momento en que todos giramos a ver a la diosa, los conejos nos rodearon y lanzaron lianas que nos impidieron el movimiento, quedamos atrapados nuevamente, intenté moverme para ver si lograba zafarme pero ellos eran muy fuertes, al poco rato cada uno estaba atado.
Nos cargaron y llevaron hasta la mesa de sacrificios, nos aventaron en el frío suelo, me golpeé la cabeza con una roca y sentí cómo la sangre comenzaba a mancharme la cabeza.
No solo eso, los otros chicos también habían sido capturados, vi el momento en que un conejo saltaba para atrapar a Rodrigo que estaba atacando, cayeron con estrépito. Lanzaron a Michelle convertida en humana, estaba semiinconsciente, lanzaron a Gaspar, a Enrique, a Omar (sin su oz), a Emanuel y a Ray.
La risa de villana sádica resonó por toda la zona, Mayahuel nos miraba.
—Ustedes no son nada, semidioses.
Los guerreros del sol también habían caído, habían sido excelentes luchando, pero los conejos eran demasiados y uno no podía defenderse de todos los ataques. Ahora estaban atados en el círculo donde luchaban a muerte en la antigüedad.
—Tengan en cuenta que su sacrificio será un honor para nuestro ancestro —Patécatl levantó las manos hacia la luna llena.
Intenté no orinarme cuando varios conejos se acercaron y tomaron a Esteban, el hijo de Hades que intentaba liberarse con tal ferocidad.
Lo lanzaron a la mesa de piedra, el grupo gritó para tratar de ayudarlo pero nada funcionaba.
El conejo de los sacrificios levantó la daga que lanzó destellos por la luz de la luna, cuando sentí que la vida de mi amigo terminaría, un grito de guerra detuvo el tiempo.
La daga había quedado suspendida en el aire, el conejo de los sacrificios buscaba el origen del grito, todos los conejos buscaron y todos encontraron algo, en las gradas de piedra que rodeaban la pirámide, varios chaneques y aluxes apuntaban con arcos y flechas, algunos llevaban piedras y otros con pequeñas dagas de obsidiana, un águila pasó volando por encima de nosotros y descendió (no vi a dónde, pero esperaba que fuera Zeus). Cuatro buitres sobrevolaban en círculo y en medio de ellos, una belleza blanca se mantenía suspendida en el aire, una garza de semejante belleza. La luz naranja del fuego inundó el lugar, y entonces comprendí que la ayuda que necesitábamos había llegado.
—No más sacrificios, Mayahuel —la voz del dios Paynalton resonó por el lugar.
Mayahuel sonrió victoriosa y sin temor, tronó solo los dedos y lo demás se convirtió en una escena sangrienta.
La daga descendió, el conejo sacó el corazón de mi amigo y lo lanzó al fuego, el olor a alcohol aumentó y el grito de guerra que surgió fue opacado al grito de dolor que emergió dentro de mí.
El mundo se volvió oscuro al igual que el manto que cubría a mi amigo, las aves ascendieron al cielo al mismo tiempo que la verdadera guerra se desataba a nuestro alrededor.

LOS CAZADORES II: "LA PROFECÍA AZTECA" ~Fanfic de Percy Jackson~ (1er Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora