Capítulo 5. Galletas.

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Ignoré la mirada curiosa de Debrah y el ambiente se puso tenso, me perdí en mis pensamientos hasta que Kentin llegó con mi celular y dijo;

—Recuperado, aquí lo tienes Sucrette.

Supongo que estaba feliz por aquello que había ocasionado, pues recupero mi celular, claro, más una hora de castigo.

Sonó el timbre de receso, así que Kentin se ofreció a darme una clase de "Tour" por el Instituto, Alexy se había ido con una chica llamada Violeta.

Recorríamos el Instituto alegremente, la verdad es que Kentin es un chico muy lindo, simpático, me recuerda a alguien.

—Dime Kentin, ¿Es que Armin sale con Debrah? —Pregunté.

— ¿A qué viene esa pregunta?, Te estaba explicando mi conclusión de la elaboración de las galletas...

—Ah sí, sobre eso, no dominaras el mundo con Galletas Kentin, tal vez podrías crear un fábrica, o algo así.

—Gracias por tu apoyo, en verdad, sin tu ayuda no hubiera sido posible cambiar mi estrategia.

Pasaron unos cuantos segundos.

—Y, sobre tu pregunta. Hicieron una especie de trato, cuando llegué la chica, o el chico adecuado para ambos, dejarán de hacerlo. Es como pasar el rato, ¿entiendes?

—Sí, creo. —Dije, suspirando.

— ¿Armin te gusta, Sucrette? —Preguntó Kentin, deteniéndose unos segundos y mirándome fijamente.

—Sí, creo que es un buen chico. —Dije, obviamente evadiendo la pregunta, con una respuesta que temía conocer.

—No, Sucrette. En el sentido romántico, ese algo más, ¿Te gusta?

Simplemente le miré y agaché la cabeza, sentí como mis mejillas comenzaban a arder.

—Entonces esa es tu respuesta. —Dijo, sonriendo alegremente. — ¿Tienes hambre? —Dijo mientras sacaba un paquete de galletas de su mochila, y las abría.

Tomé una mientras le acompañaba a su hora de castigo, cuando llegamos se despidió de mí y, mientras esperaba que el autobús arrancase, divisé a Armin y a Debrah hablando animadamente. Debrah repetía un ¡Felicidades, la has encontrado!, y sonreía.

Armin se removía el cabello, nervioso, y encontró sus ojos con los míos en la ventana del autobús.

— ¡Eh, espere! —Gritó, mientras corría al autobús, subió las escaleras y le dio una moneda al conductor.

— ¿Está ocupado? —Preguntó, sonriente, señalando el asiento vacío a mi lado.

—No. —Dije, extrañada.

Yo era la única persona en el autobús, y había como diecinueve asientos vacíos más, ¿Por qué, Armin?

Soñé Contigo (CDM) ~EDITANDO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora