Capítulo 4

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Astrid

Era mucho que procesar en éstos momentos. Ángel, Leonardo y Layne eran nietos del abuelo Fran, no los convertía en mi familia, porque nunca compartí momentos con ellos, ni siquiera conocía  a su  padre, que decía aquí en Google que era Tayser Dubrovnik.

Nuevamente mi madre me llama y avanzo rápido  a la cocina, no quería hacerla enojar. En mí, tenía aún ese asombro e impacto, no podía creer que el tío Zack era un Dubrovnik, tampoco podía creer que esos chicos fueran de la familia.

Aunque su parecido...

—Linda, ¿estás bien?—inquiere mi madre—. Te ves rara. ¿No quieres comer pizza?

Le doy una sonrisa un poco forzada a ella y al tío Zack.

—Estoy bien mami, sólo que un poco cansada—miento y el tío Zack asiente en mi dirección.

—Astrid debe estar  muy agobiada con las tareas que ha tenido que hacer en tan pocos días, ¿cierto?

—Uhm, sí—contesto antes de mordisquear mi pizza—, son muchas...

El momento para mí es incómodo.

—¡Oh cariño! ¿Ya has conocido a tus primos?

Me atraganto con el pedazo de pizza que estaba masticando. En éste instante no hago otra cosa que toser y toser, hasta que bebo agua y se me pasa.

Tenía los ojos abiertos de par en par segurito. Mi corazón latía con frenesí y mi sangre la tenía agolpada en mis mejillas. Mientras, tenía la vista fija en mi madre, quién buscaba en su teléfono lo que debían ser fotos.

Fotos.

¿De ellos?

Yo rogaba porque no fueran ellos, realmente rogaba, sería muy impactante saber que mi madre considera a esos chicos sus sobrinos.

Mucho.

—Y... ¡aquí están!

Me muestra su teléfono.

Quería desaparecer, me sentía muy acalorada y atolondrada. Mi madre sí consideraba a esos chicos sus sobrinos. Pero en ésta foto, había alrededor de tres personas más. Dos chicas, y un chico, captaron mi atención. Ellos también tenían que ser de la familia, era obvio, pero, ¿hijos de quién?

—Éste de aquí es Leonardo,el que le sigue Layne y por último Ángel—señala mi madre y asiento. Trago saliva—, son los hijos del hermano de Zack, Tayser—mi madre se ve incómoda al pronunciar su nombre, sus mejillas adquieren un color rosado y eso, me hace entrar en modo misterio—. Éstas dos preciosas chicas son Lena y Luna. El de su lado es Dasher, su hermano—finaliza.

Muchos nombres, aunque los primeros tres, los conocía—de vista, claro—. Lena y Luna eran idénticas, gemelas. Difícil saber quién era quién. Dasher era una mini–versión del tío Zack y de Ángel.

Dios mío, Ángel.

Mi madre jamás me había dicho, desde hace mucho tiempo, el apellido del abuelo. Y quizá, yo lo sabía, pero ahora tengo diecisiete y no recuerdo prácticamente nada de mi infancia. La última vez que vi al abuelo tenía doce y fue cuando vivíamos en Dakota del Sur, él iba a visitarnos.

Por alguna razón, mi madre no quería venir a Alpes del Este. Hasta ahora, que mi padre murió hace pocos meses y queríamos un cambio de ambiente...

—Son... lindos—digo, con dificultad, porque no hallaba qué otra palabra decir.

—Los hijos de Tayser estudian en Saphiro, van al mismo bloque que tú, ¿no te los has topado? Seguramente los recuerdas—zanja Zack.

Yo lo observo por un rato. Sí, se parecía muchísimo a Ángel. Sus ojos negros eran idénticos. Carraspeé un poco incómoda ante esto.

El secreto de Ángel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora