Dicen que polos opuestos se atraen, y que si juegas con fuego te quemarás, pero ¿que sucede cuando en vez de miedo sientes placer y deseo por comprobar si es cierto o no?
ADVERTENCIA:
Contenido:
↬ Escenas explícitas.
↬ Contenido sexual.
↬ Les ac...
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Yeosang escuchó el rugir del motor de la motocicleta y no dudó en girar para ver de donde provenía. Al hacerlo los ojos marrones del pelinegro conectaron con los suyos. Sintió su corazón latir desesperadamente y tocó su pecho sintiendo aquellos latidos. El castaño a su lado lo miró con algo de preocupación al ver que tocaba su pecho.
—Yeo ¿todo bien?
—Oh, sí, no es nada—. Le sonrió pero más bien le mostró una mueca.
San y él no eran nada pero aún así no dejaba de sentirse mal por que lo haya visto con Yunho. Además después de aquel beso San no se había tomado la decencia de hablar sobre ese tema, eso lo puso un tanto triste como enfadado. Pero al mismo tiempo le carcomía la duda del por qué pasó por ahí ¿que tal si lo estaba esperando? ¿y si quería hablar con él? pero todos esos pensamientos los dejó pasar al recordar que Yunho aún seguía ahí.
El castaño aún lo miraba con precaución, quizás y su presión sanguínea se había bajado o el colesterol se le había subido por comer tanto pollo frito. Se sentía tonto al preocuparse por cosas como esas pero después de tantos estudios en medicina le era imposible dejar pasarlo por alto.
—¿Puedo checar tu pulso?— el rubio se giró para mirarlo con una sonrisa en su rostro al igual que una mirada de confusión. —Es que parece que algo te sucede, tal vez tu presión se subió—. continuó hablando tomando la muñeca de Yeosang colocando dos dedos en esta para sentir su pulso.
Yeosang solo observaba con detenimiento al contrario que parecía estar concentrado en escuchar los latidos de su corazón por medio de su muñeca.
—Está todo normal—. respondió encogiéndose de hombros.
—Lo supuse, esas cosas no me suceden a mí—. rió mientras negaba.
Yunho se sintió más tranquilo al ver aquella risita por parte del rubio.
—Anda ve a casa, ya es tarde—. dijo señalándole la puerta de la cafetería para que Yeosang entrara.
—Mejor súbete tú al carro y manejas con cuidado.
—Me iré tranquilo si entras tú a la casa.
Yeosang no pudo evitar soltar una risilla al ver como se veían de tontos esperando uno por el otro a que se fuera.
—¿Que tal si el domingo vamos al parque de diversiones? Tengo el día libre—. Yunho lo miró con duda, no evitaba el ponerse nervioso al preguntar por otra salida.
Los ojitos del rubio se iluminaron cual estrellas salieran de ellos.
—Pero por supuesto que si, me encantaría, yo encantado—. asintió varias veces como niño pequeño.
Yunho sonrió con demasiada satisfacción por su parte.
—Bueno ahora si entra.
Yeosang asintió y le sonrió. El castaño se acercó a él y le dio un tierno abrazo tomando por sorpresa al contrario quien no sabía como reaccionar ante aquella situación; aunque a decir verdad los brazos del chico eran demasiado cálidos.
