Cap 38

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Lena

La ducha me sentó genial, el agua corría por mi cuerpo y se llevaba con ella toda la mierda que tenía. Me envolví con una toalla y me peiné el pelo con un cepillo. Después de secarme bien el pelo, me vestí con unos leggins y una camiseta básica que utilizaba como pijama y fui al salón. Tenía que hablar con Thomas, tenía que hablar sobre cómo íbamos a llevar esta situación, todo había cambiado. Después de reflexionar, me detuve en seco en medio del salón. ¡La abuela!
Me había olvidado totalmente de ella.
Abrí el armario de la entrada, saqué una chaqueta y salí hacia su casa.

La calle seguía como antes, no había ningún cambio en ella, debía de ser las 7 o 8 de la tarde y el cielo empezaba a coger un color anaranjado. Paso enfrente de la casa de mis amigos, y me prometo a mi misma que a la vuelta iba a hablar con ellos. De frente veía el gran edificio que ocupaba el gobierno, y cada vez que me iba acercando se veía gente arreglada y con corbata con un café en la mano. Mis padres llegaron a ser uno de ellos, pero no iban tan arreglados, ellos arriesgaban más su vida, no como estos empresarios que se dedicaban al papeleo diario. Cuando era pequeña asimilaba que mis padres eran unos superhéroes ya que salvaban vidas. Mi padre se pasaba tiempo fuera, vigilando a las afueras de la ciudad y más de una vez ha rescatado a alguien.

Cuando dejo atrás el edificio y me queda una manzana para llegar a la casa de mi abuela, giro la esquina, una patrulla de la policía está parado en la acera. Si fuese un dia normal, no pasaría nada, pero es que acababa de escaparme de una cárcel juvenil y no quería arriesgar lo que quedaba de mi vida. Me metí por un callejón por el cual no había policías y el único problema que tendría sería que tardaría más. El cielo iba cogiendo oscuridad y las luces de las farolas se encendían. A lo lejos, un coche apuntaba en mi dirección con sus potentes luces, dos figuras robustas se distinguían de la luz. Ya había caminado mucho en el callejón y no podía volver para atrás, así que con los brazos cruzados y con un ande rápido seguí por la calle. Cada vez que me acercaba, poco a poco se reconocían más las sombras. Dos hombres fuertes y tatuados se encontraban apoyados en el coche con una lata de cerveza en una mano y en la otra un cigarro. No me extrañaba que me encontrase este tipo de personas por aquí, estaba en los barrios más antiguos de aquí. Pasé en silencio y sin dirigirles ninguna mirada y con semblante pasé de ellos.

-¡EHH!- gritaron por detrás de mí- ¿Te acompañamos a casa, niña?- dijo uno de los hombre con voz ronca

Claramente no le respondí

-¡Te estoy hablando, niñata!

Aceleré el paso y unos susurros ásperos se oían de fondo. Varios segundos después unos fuertes pasos iban hacia mi dirección. Desesperada seguía caminando, se me ponía la piel de gallina y se me empezaba a secar la garganta, estaba aterrada, hasta que una mano me agarró el hombro. Me giré en seco y me encontré con el rostro familiar de Thomas.

-Llevo siguiéndote desde hace rato, ¿por qué no me dijiste que ibas a salir? - dijo apurado

Solo pude darle un abrazo y dar gracias a que era él.

-¿Me acompañas a casa de mi abuela?- dije relajada, aún agarrada a su cuello

-Claro










No te separes de mi  (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora