Capítulo 3.

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SIEMPRE.

Ayer oí a un guardia hablando con una de las nuevas.

Y lo entendí.

Entendí todo...

Siempre lo supiste, ¿no es así? Supiste desde un principio lo que nos iba a ocurrir, lo que se avecinaba, lo que nos harían, lo que ME harían. Siempre supiste todo lo que esto significaba. No te importó nada más que tu propia seguridad. La organización... yo... todo fue una gran pantalla bajo la que te ocultabas para alargar los plazos, porque sabías que si hacías lo que hiciste te iban a meter entre los SM - Seguridad Media-, que los métodos que iban a utilizar no iban a ser los mismos para el resto que para ti. Por eso pediste el control de las alas. Por eso nos dijiste que fuéramos al gran olmo para la reunión siendo que ya teníamos nuestro punto ciego en donde encontrarnos. Llevo todo este tiempo intentando convencerme, convencerlos, de que fue todo una gran e inoportuna sorpresa, aunque las cosas estaban claras... llevo todo este tiempo ciega, ciega por lo que significabas para mí, para la organización, por mis sentimientos, por pensar que sentíamos lo mismo.... confiamos en ti ¿así es como nos lo pagas, Trev? ¿Así es como nos pagas tantos años de lealtad y confianza ciega? ¿Así nos devolviste la mano que te dimos cuando no tenías con quién ir, cuando la lluvia de ácido lo estaba cubriendo todo, cuando buscabas un refugio? ¿Acaso es verdad que les tendieron una emboscada en La Caverna o también a ellos los entregaste? ¿Estás, acaso, dentro de algún centro, o saliste ileso a cambio de entregarnos? ¿Tu nombre real es Trevor o eso también fue mentira? Debimos hacerle caso a Simonett cuando nos dijo que no eras de fiar, que algo en tu mirada lo hacía no creerte, que nos estabas mintiendo y no debíamos darte asilo. Una vez más, me dejé llevar por tus ojos, por tu mirada, tu sonrisa, la convicción en tu voz, la seguridad que demostrabas, tu porte, tu historia sobre la emboscada y cómo los azules se llevaron a todos los de La Caverna. Y, créeme cuando lo digo, Trev, me arrepiento de todo lo ocurrido ese día, debimos dejarte en las afueras del Gran Melón para que el ácido te consumiera poco a poco, o para que se te pudrieran las neuronas por las plantas rojas y comenzaras a perder la cabeza. También créeme, Trev, ya no deseo que huyamos juntos; ahora sólo deseo encontrarte y vengarme, vengarme por Annie, por Simonett, por Wal, por Luke, por Axel, por Clara, por Scott, por mí, y por todos los que cayeron, junto con nuestro amor, que, al igual que él, ya fueron resumidos a cenizas en los hornos.

Te prometo, Trevor Armitt, que no descansaré ni uno solo de estos días hasta encontrarte y vengarme. Puedes estar seguro de eso.

Plomo, hierro y venganza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora