Bestia

1.3K 183 13
                                    

Sintió el golpe de su costado izquierdo contra el suelo, soltando un pequeño quejido al impactar y rodar por el frío suelo, se quedó un momento ahí, soltando lágrimas, tratando de convencerse de que todo lo que había pasado no era una pesadilla, pero eso parecía. Una maldita pesadilla de la cual nunca iba a despertar, su familia estaba muerta, estaba lejos de sus amigos, su tío no estaba ahí para apoyarla como lo haría cuando llora... no estaría Tanjiro para llorar con ella ni Zenitsu para mirarla con ese rostro entristecido mientras acaricia su espalda... no estaría Inosuke, para golpearle la nuca mientras lloriqueaba y decirle que no fuera tan lamentable y tristona, que así no era la reina de la montaña. Habían pasado apenas segundos, minutos tal ves y en esa ira descontrolada había arrancado la cabeza de Muzan tres veces antes de caer por aquellos agujeros, ese maldito trato de tomar su mano, de que fuera con él, pero Yoko se negó en todo momento. Tenia la cabeza baja, las lágrimas en las mejillas, el corazón destrozado.

El patrón ya no estaba.

Con todo eso en mente se postró en el suelo, de rodillas, con su espada debajo de su mano izquierda mientras se apoyaba sobre el piso con ambas. Escurrió otro rato lágrimas y sonidos de dolor juntos, maldiciendo a Muzan con cada respiración pesada que soltaba... pronto estuvieron ahí los demonios atraídos por los chillidos de perdida de ella.

—Oyakata-Sama— murmuró al ver ingresar por esa puerta tal cantidad de demonios, la tristeza se tornó en ira en cuestión de momentos, solo fue necesario un parpadeo para que ella estuviera fuera de aquella habitación, dejando a su paso un despliegue de delgados trozos de demonios los cuales se extinguieron en brazas finas, suspiró, suavemente lo hizo mientras con la manga del haori limpiaba su rostro... era suficiente, había sufrido lo suficiente como para seguir estancada en sus llantos... recordó a Usui, recordó a Kyojuro, recordó las palabras de ambos y sintió las manos de ellos sobre sus espaldas, abrió sus ojos lenta y suavemente dejando ver el brillo asesino de un cazador —No lo defraudaré, patrón mío—

Su andar suave se deslizó por aquellos enormes pasillos que parecían infinitos, sarandeando su arma de lado a lado, volviendo en polvo y cenizas lo que alguna vez fue maldad y carne en una combinación poderosa, su mirada era frívola cual glacial... pero quemaba tanto fuego ardiente en su pupila que las propias llamas temían de ser vistas por los ojos desiguales de ella, temía, temía tanto que el mismísimo miedo había desaparecido con tanto horror que ella admiró... sintió, sintió por última vez el cálido abrazo de ese ser querido que había desaparecido... que ese hombre le había arrebatado... lo pagaría, con capa, espada, uña, diente e infierno iba a pagarlo... estaba decidida a ello, aunque aquello ameritace la propia muerte de la cazadora de demonios.

No se detuvo hasta sentir una presencia familiar, desvió su mirada a los costados buscando al propietario de aquel sentimiento que generaba emoción y dicha al corazón de Yoko, el olor de Zenitsu... ¡Estaba ahí! El rubio brillante estaba en aquel lugar, ella no le veía desde hace días y saber que se encontraba en tan peligroso sitio le puso los pelos de punta... su presencia era confusa, aquel lugar tenía tantos demonios que no podía identificar donde se encontraban sus compañeros. Corrió en dirección al sur, en línea recta, no podía matar a todos los demonios detrás de ella así que solo correría derecho hasta caer por algún ducto o encontrar a otro cazador con quien poder estar, ya fuera conocido o no.

—¡Es Murata! ¡Puedo sentirlo!— murmuró entre sus pensamientos, saltando contra una pared y subiendo por aquel pasillo vertical hasta llegar ahí... Murata y otros tres chicos junto con uno de presencia extraña... de no haber sido por los comentarios de su tío no lo habría reconocido.

—Yushiro— dijo en un murmullo mientras se aferraba del muro, viendo a los cinco observarla con caras de incredulidad, ella mostró una sonrisa gentil y corrió hacia Murata, abrazandolo.

𖣔❫ཱི𝐘𝐨𝐤𝐨  ──[Kιmᥱtsᥙ ᥒo Yᥲιbᥲ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora