Capítulo 6

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ALEJANDRO...

Despierto, son las 5 de la tarde. Me he dormido después de venir a casa con los padres de Julieta.

Ahora cuando comienzo a recordar más, llega a mi mente una imagen mía golpeando a un hombre. No me arrepiento, ese imbécil quiso aprovecharse se Julieta.

Carlos Gabriel Rivero, debí dejarlo peor, la golpiza que le di se quedó corta para lo que se merecía. Será despedido en seguida, el muy imbécil es el contador de la compañía de nuestros padres; ya se lo comenté a Daniel y a papá, seguro que ya se han encargado de él.

Por otro lado, tengo que concentrarme en otro tema también, mi hija. Es momento de corregir mi vida, sé que no puedo seguir mal por lo que pasó. Andrea quizá fue un error, un engaño que convertí en verdad, solo para negarme una realidad indiscutiblemente cierta.

Soy consiente que he sido un idiota por no haber hecho las cosas bien. Por haberme negado en aceptar que Alex es mi hija; y lo peor, haberme alejado sin siquiera darme una oportunidad con ella. La he observado en secreto todo este tiempo; lo único que logré descubrir, es que mientras más la observaba, más me dolía no poder estar con ella.

Trataré de arreglar todo, será complicado que Julieta me permita acercarme a Alex, estoy seguro. Me porté tan mal con ella, debe pensar que ellos están mejor sin mi; y de cierta manera, yo también pienso igual. Aún así, quiero siquiera intentar ser un buen padre con Alex, siento que ella me necesita y no la quiero decepcionar.

- Joven Alejandro - dice Lidia entrando a mi habitación y asustándome, ella es como mi nana.

- Lidia, por favor toca la puerta. Por poco me encuentras desnudo - digo agitado, tuve que ponerme el pantalón de una.

- Oh, perdone joven, pero es que le busca la señorita Julieta - dice casi sin hacerme caso. Mi corazón se aceleró, ¿Qué hace Julieta aquí?.

- ¿Ella esta abajo? - pregunté desconcertado.

- Si, ella me pidió que le avisara... - decía Lidia cuando la interrumpen.

No creía que el solo escuchar su voz podría agitarme mucho. Mi corazón latió a mil, o eso sentí cuando la escuche.

- Gracias Lidia, déjanos por favor - dice Julieta entrando a la habitación; Lidia asiente y se retira.

Julieta camina hasta estar frente a mi, mientras que yo no pude decir ni una sola palabra. A penas pude moverme para estar frente a frente; los únicos sentidos que me respondían a la perfección eran mis ojos, porque no podía dejar de verla.

- Hola - es lo único que logré decir.

- Alejandro - responde ella cruzando los brazos, esperando a que yo pueda seguir hablando.

Ella se ve tan normal, no se le nota nervosismo, ni mucho menos se ve molesta; lo único que puedo ver en sus ojos es decepción.

- Hey, perdóname por lo de ayer. No debí actuar así - dije sincero.

- ¿Por qué buscaste de nuevo al hombre de ayer? - pregunta ella, sin hacer caso a lo que le dije.

- Porque no soporte imaginar lo que quería hacer contigo y... también porque lo conocía. Él trabajaba para nuestros padres - respondo explicándole.

- Okay... - dice sin agregar más.

Vi como una lágrima se escapó de sus ojos. Como podría explicar que, inexplicablemente, el solo hecho de ver una lágrima recorrer su rostro, dolía.

- ¿Qué pasa? - dije preocupado.

Ella coge su bolso, saca una hoja con lo que parece un dibujo. Me lo extiende, mientras que con su otra mano se limpia sus lágrimas.

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