Capítulo 4: Una oferta

2.5K 257 99
                                    

Conway

En cuanto puse un pie en comisaría ya se estaba desmadrando todo. Tenía a Pablito exigiendo un abogado y a Segismundo gritando como una cabra al ver que una vieja llamada Conchi, o algo parecido, se acercaba a él. Intenté pasar por alto el barullo e hice que mis agentes aceleraran el paso hasta mi despacho.

-Volkov, tengo que hablar con Horacio y Gustabo, ponle una multa a los otros dos capullos y mándalos a la federal.-

-De acuerdo Conway- respondió este, arrastrando a Segismundo y a Pablito hasta la puerta de comisaría mientras ellos gritaban como locos de nuevo.

-Bien nenazas, ¿se puede saber qué ha ocurrido y por qué habéis atracado una puta joyería?-

Gustabo

Horacio y yo comenzamos a hablar a la vez, cortandonos entre nosotros. Nos callamos en cuanto vimos a Conway sacar la porra y mirarnos con cara de asesino serial. 

-Horacio, explicaselo tú.- dije yo, sabiendo que no teníamos ninguna excusa.

-Bueno, es que Pablito nos amenazó, porque es un delincuente traficante de armas y...

-A ver capullos, no quiero que me mintais. Sé perfectamente que lo habéis hecho voluntariamente y que nadie os ha obligado- susurró Conway, con su voz más profunda.

Yo, evitando mirarle a los ojos, recalqué lo que había dicho Horacio. El superintendente se acercó a mí oído y me susurró:

-Putita, tu culo ahora mismo es mío, así que más te vale no mentirme, ¿estamos?-

Intenté responder, pero no encontré ninguna contestación digna así que asentí con la cabeza y procedí a explicarle la situación. Horacio y yo llevábamos en la ciudad muy poco tiempo y el poco trabajo que había no nos daba ni para un piso. Entonces teníamos que ganarnos un poco de dinero de otras maneras menos legales.

-Así que no cobráis suficiente eh. Bien, yo puedo ayudaros en eso, pero tendréis que darme algo a cambio-

Horacio y yo nos miramos asombrados. De camino a comisaría nos esperábamos de todo menos esto.

-¿Qué tendríamos que hacer?- dijo Horacio con los ojos brillantes de pensar en el dinero que iban a ganar trabajando para el mayor cargo de la policía de Los Santos.

-Es un trabajo muy sencillo- respondió el mayor -tenéis que ser mis informantes, hablarme de todo lo que veáis en la ciudad y conseguir a gente peligrosa, ya que se os da tan bien lo de juntarse con mafias-

-¿Quiere que seamos sapos? ¡Nos ganaremos el odio de todos!- contesté indignado.

-¿Qué prefieres?- me susurró de nuevo. Como no dejara de hacer eso iba a tener un gran problema. -¿Que te odie toda la ciudad o que te odie yo?

Ya no podía controlar mi mente, mis mejillas estaban de un color cada vez más rojo y de mi boca no salía ni una palabra.

-S..señor superindigente... digo, superintendente, prefiero ser su informante- dije como pude. 

Horacio me miró con una cara de desconcierto, nunca me había comportado así ante la autoridad. Siempre había sido un chico que no se dejaba manipular y que tenía las ideas y los principios muy claros, pero este hombre hacía que mi cabeza funcionara diferente, y muy a mi pesar y el de Horacio, no podía evitarlo.

-Muy bien, eso pensaba- dijo él, alejándose de mí y dándose la vuelta. - Os vais a comer algo de cárcel y una pequeña multa, no podemos dejar que sospechen. Os doy mi teléfono, apuntad rápido, que no tengo todo el día. Llamadme en cuanto salgáis de la cárcel para que os dé una misión.

-¿Puedo guardarle como Papu? Así la gente no sospechará cuando lea el contacto- me justifiqué, ya que había vuelto a hablar sin pensar.

Conway

¿Me había pedido que si me podía guardar como Papu?
Cada vez sudaba más, así que me dí prisa y les dicté mi número de teléfono. En cuanto lo tuvieron guardado les escolté hasta la federal, intentando ignorar el miedo que tenía. No sabía lo que le podían hacer a Gustabo en ese sitio, sentía que debía protegerlo, pero a la vez merecía entrar en la cárcel. Mi conciencia me obligaba a dejarle ahí, pero mi corazón se arrugó cuando me metí en el coche y pisé el acelerador. Conducía rápido, como siempre, mientras reflexionaba. "Joder Jack, no te puedes poner así por un crío, ni que te gustara." No me gustaba, ¿verdad? No me había vuelto a gustar nadie desde, bueno... Julia... 

Llegué a comisaría y evité como pude a Volkov, que no paraba de insistirme con que le acompañara a una de sus tiendas Otaku. Entré en mi despacho y cerré la puerta con llave. Me senté en mi escritorio con la cara entre las manos. Noté como una lágrima descendía por mi mejilla y no pude evitar enfadarme conmigo mismo. "No puedes permitir que un niñato de pacotilla te deje así"

10-97 a conquistarte*Gustabo x Conway* | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora