Prólogo

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Sábado 27 de septiembre de 2014

11:15 p.m.

Walt corría con todas sus fuerzas. Corría tan rápido como sus piernas se lo permitían. Sentía que iba a romper una marca, e internamente deseaba que la situación fuera solamente eso, correr para romper alguna estúpida marca de velocidad, pero la verdad era otra.

Aunque trataba de no hacerlo, no podía evitar voltear la cabeza para verificar que la distancia entre sus persecutores y él no se hubiera recortado.

Giró a la izquierda en el primer callejón que encontró, luego a la derecha, nuevamente a la izquierda. La dificultad que estaba sintiendo al respirar le preocupó. Desde hace dos años, cuando su vida cambió, no sentía algo como eso. Culpó al miedo que sentía, ¿miedo? No, esa no era la palabra correcta. Él no debería de sentir miedo, el no podía sentir miedo... o eso era lo que creía. Sin embargo sus pensamientos se vieron interrumpidos al darse cuenta que había llegado a un callejón sin salida.

Se giró sobre si y debido a la velocidad que llevaba, su cuerpo se derrapaba hacia atrás, por lo que clavó su mano derecha en el suelo para ayudarle a su cuerpo a detenerse. Su respiración era agitada pero no le prestó atención. Alzó la vista, dispuesto a enfrentar a sus adversarios, los cuales al darse cuenta de la situación, comenzaron a disminuir su velocidad.

Walt empezó a analizar la situación. El muro detrás de él debía medir como mínimo 15 metros de alto, al igual que los que se encontraban a sus costados. Notó que los muros tenían unos balcones, pero no contaban con alguna escalera de emergencia que le ayudará a alcanzarlos e ir saltando de uno en uno para poder salir de ahí.

Sus persecutores se detuvieron a cinco metros de él. El callejón estaría casi en penumbras de no ser por una diminuta luz de una lámpara detrás de las tres figuras que le persiguieron, y debido a ello no podía verles el rostro claramente pero sabía perfectamente quienes eran. Quizá por la situación, Walt sintió como si los tres midieran medio metro más que él, y eso que él no era bajo de estatura. La presencia de aquellos casi gigantes, intimidaron un poco a Walt.

- No hay escapatoria esta vez Walt -dijo la sombra de en medio.

- ¿Por qué tienes que complicar las cosas? -dijo esta vez la sombra de la izquierda.

- El alfa solo quiere... charlar -pronunció la sombra de la derecha, con un tono un poco tenebroso.

- ¿En serio esperan que les crea? -contestó Walt-. Si quisiera únicamente charlar como dicen, no hubiera sido necesario enviar a tres de sus lacayos más atemorizantes.

- Si no fueras tan rebelde no hubiera sido necesario -volvió a decir la figura de en medio.

Walt no dejaba de inspeccionar su alrededor, en busca de algo que no hubiera visto que le pudiera ayudar a salir de aquella situación, fue en ese momento cuando notó una figura que iba corriendo en la parte superior de los edificios en dirección al callejón donde él estaba.

- Si vuelven a ver al alfa -hizo una pausa. Para observar a la persona que corría en su dirección, cada vez estaba más cerca-, díganle de mi parte que por tercera vez, no quiero ser parte de su manada.

- ¿Si lo volvemos a ver? ¿De qué estás hablando Walt?

Los tres persecutores estaban a punto de acercarse a Walt, molestos por haber tenido que perseguirlo varias calles, dispuestos a llevárselo de una vez por todas con ellos. Sin embargo, en ese momento Walt observó como la persona que corría por las azoteas de los edificios, saltó en dirección a sus persecutores y con un movimiento de sus manos, creó tres ases de luz en forma de espadas. Al caer, quedó de frente a Walt y los ases de luz quedaron clavados en las gargantas de quienes perseguían a Walt, provocándoles la muerte. Su salvador, giró ligeramente la cabeza tan solo lo suficiente para poder verles por el rabillo del ojo, chascó los dedos y las espadas de luz desaparecieron, permitiendo que los cuerpo cayeran al suelo.

- ¿Cuántas veces te he dicho que no te metas en mis asuntos niño? -dijo, al voltear a ver nuevamente a Walt.

- ¿Cuántas veces tengo que decirte que mi nombre es Walt y que tienes que dejar de decirme niño? No es como si fueras mucho mayor que yo -rodó los ojos.

- Tu nombre no es de mi interés -pronunció secamente.

- Deberías dejar de andar matando a cuanta persona te encuentres por ahí. Un día de estos la policía te encontrará y no podrás explicar las cosas fácilmente.

- No necesito que me digas que es lo que debo o no hacer. En cambio tú deberías de estar agradecido de que te haya salvado la vida.

- Pude haberme defendido solo.

- Escapado querrás decir -sentenció. No estaba dispuesto a tener una absurda discusión-. Y deberías de irte.

- ¿Irme?

- Pensé que los hombres lobo tenían buen oído, pero veo que es solo un mito.

- Sí bueno, la próxima vez que necesite ayuda te llamaré. Mientras tanto deberías dejar de seguirme -empezó a caminar, dispuesto a salir de aquel callejón y volver a su departamento-, es la quinta vez que te veo en este mes. Podría considerarlo como acoso.

- Solo recuerda una cosa -le tomó del brazo para detenerlo-, no lo hago realmente con la intención de salvarte.

- Lo que digas -se soltó de su agarre, molesto. Y volvió a correr para salir de ahí lo antes posible.

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N/A:

Aquí está, mi segunda novela que subiré. Debo aclarar unas cosas creo. Primero, notaran poco a poco que la versión de los hombres lobo de esta historia se pareceran a los de Teen Wolf, esto es porque están basados en los de Teen Wolf. Pero, solo los tomaré como referencia. No pienso usar a los personajes pertenecientes a Teen Wolf. Quizá -aún no lo decido-, los mencione en alguna que otra ocasión... pero no creo pasar de eso. Se podría decir que es como un Spin-off de Teen Wolf (?).

Aprovecho esto para agradecer a @FlorrBarbieri (a.k.a. Tortishapondia), por ayudarme en la edición. Al mismo tiempo, quiero agradecer de antemano a todas las personas que lleguen a leer mi historia c:

The Dark Side of the MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora