Capítulo 5: Révélations

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Sábado 11 de octubre del 2014

 

7:00 p.m.

Siendo el tercer día que Walt pasaba en esa casa, había pasado por varios avances en cuanto a su relación con el propietario. Por ratos sostenían ligeras conversaciones que duraban cinco o diez minutos. Lidiar con el aburrimiento durante el día era algo sencillo, pero al caer la noche todo se volvía más tedioso. Ver la televisión durante tantas horas seguidas empezaba a tornarse molesto. Por lo que decidió buscar al caster para hablar. Bien no podría decir que se habían vuelto amigos, pero Walt empezaba a creer que se había ganado la confianza de Frédéric… aun le costaba hacerse a la idea de que tenía otro nombre.

Sabía que el mayor se encontraría en su biblioteca, el salón que estaba hasta el fondo del corredor principal, la última puerta a la derecha. Al llegar a la entrada, no fue de su sorpresa que la puerta se encontrara cerrada. Suspiró, esperando que no estuviera cerrada con llave pero, principalmente esperando que no estuviera encantada o algo por estilo. Aún no estaba seguro de qué era posible de qué no era posible en el mundo de la magia.

Abrió la puerta sin tocar y soltó un suspiro de alivio al notar que no le pasó nada. Al entrar, lo primero que notó fue que el cuarto estaba lleno de anaqueles y libreros, con libros de toda clase, alrededor de la sala. Sin embargo, la pared de la izquierda era con la que menos libreros contaba, la mitad de la pared era ocupada por libreros y la otra mitad tenía papeles y fotografías de toda clase pegados en ella. Le recordaba un poco a esos tablones que tienen los policías cuando resuelven un caso e intentar unir los puntos. Frente a esa pared, había cuatro escritorios, que estaban juntos para formar un gran escritorio, llenos de libros, frascos y unos morteros, y uno contaba con un caldero. La única pared con ventanas era la que daba frente a la puerta, aunque la luz que entraba por ellas no debía de ser suficiente para iluminar el lugar con tantos libreros por todas partes, en medio de dicha pared había un escritorio con la única computadora en el lugar, y un pequeño globo terráqueo al lado del ordenador. A su derecha, en la esquina había un sofá para una sola persona que era iluminado por una lámpara extraña.

Después de inspeccionar el lugar por segunda vez, posó su vista en Frédéric. El caster se encontraba parado prácticamente en el centro de la habitación, frente al escritorio con el caldero. Leía tres libros a la vez, o eso aparentaba, que se encontraban levitando.

— ¿Estudiando pociones? —preguntó divertido Walt, al adentrarse en la habitación.

— Espero que esa no sea otra de tus referencias de Harry Potter —amenazó el mayor.

— Lo siento, no pude evitarlo —comentó riendo—, después de todo tienes un caldero en frente con una sustancia color verde limón de aspecto dudoso.

Frédéric soltó un suspiro. Iba a decirle algo a Walt pero desistió al final. Sin embargo el menor había ido a buscarle para tener con quien hablar, y matar el tiempo que quedaba antes de poder dormir.

— ¿Qué es lo que preparas? —preguntó Walt.

— Sí es una poción.

— ¡Lo sabía! —exclamó triunfante—. Ahora querido profesor Snape, ¿en qué consiste la poción?

Frédéric se limitó a mirarle de manera despectiva por un leve instante. Walt decidió ignorar el gesto y esperar pacientemente la respuesta a su interrogante.

— Es una poción regeneradora. Su función es hacer que quien tome el contenido sea capaz de sanar su heridas a gran velocidad. Aunque no la hice hoy.

The Dark Side of the MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora