Capítulo 12

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Al terminar casi el día, ya que Elián me pidió que me retirada, me fui directo a la cocina, apenas iba a cenar algo.
 
 
Ya me encontraba un poco mejor, que cuando llegué, ese chico tiene mucha energía, suspire de solo recordar que me puso a recitarle casi una obra de teatro al leerle "Romeo y Julieta", nunca pensé que a ese  chico le gustaba la poesía y el romanticismo. Sonrió al recordar.
 
 
Cuando llegó al comedor, me encuentro con ese hombre serio, impecable, con su postura rígida de siempre, esta sentado en una de las silla, y al notar mi presencia levanta la vista y me ve, (oh no) me paralizó, no doy un paso más.
 
 
─Buenas noches, Señorita Luciana.

 
La voz del Sr. Howard me saca de golpe de mi ensimismamiento. El corazón comienza a aporrear mi pecho con una rapidez casi de vértigo.

 
─ Buenas noches, Señor Howard ─ contesto en un hilo de voz.

 
─Adelante ─ dijo estirando su mano señalando un asiento frente a él─¿Qué tal su primer día viviendo aquí?

 
─ Excelente ─me apresuro a responder, en el momento que tomo asiento.

 
─ Perfecto ─ dice con una seriedad importante.

 
Se mantiene frente a mí, mirándome fijamente desde el otro lado de la mesa.

 
─¿Está... bien? ─ me pregunta con cierta reticencia y frialdad al ver mi estado lamentable en que me debo encontrar.

 
─Si ─ carraspeo varias veces y me suelto un poco el moño de mi cabello,  con los dedos.

 
Me muerdo el interior de la mejilla, nerviosa, alzo ligeramente las cejas, sorprendida de que todavía esté ahí viéndome fijamente.

 
─ Perdóneme que insista ─ dice. En el tono de su voz no hay atisbo alguno de calidez o de afecto ─ Pero, ¿Está segura de que está bien?

 
Su interés me descoloca profundamente. ¿Por qué razón habría de contarle a un desconocido el desastre que tengo de vida? 

Sin embargo, antes de que pueda impedirlo, estoy hablando como si mi boca estuviera rota y las palabras saltarán de ella sin que yo pudiera impedirlo.

 
─Se trata de mis hermanos, ya no los podré ver por un largo tiempo ─comienzo a decir atropelladamente─ Tengo que juntar algo de dinero para poder conseguir un techo para ellos, por el momento se encuentran en la casa de una amiga ─al ver que estoy hablando demasiado deprisa decido callarme. ─¿Por qué le estoy contando todo esto?─digo de pronto.

 
─Me está contando todo esto porque se lo he preguntado. ─dice él, como algo obvio. Y lo es; me lo ha preguntado.

 
Su respuesta me deja sin palabras. Su manera de hablar; seria, autoritaria y... sexy, tremendamente sexy, me deja paralizada. No obstante me obligo a decir algo.

 
─Ya sé que me lo ha preguntado─ digo ciertamente molesta por su arrogancia ─Pero sigo sin saber por qué habría de interesarle lo que me pasa.
 

Su mirada intrigada se vuelve insistente y pertinaz en mi rostro, como si estuviera diseccionandolo, o viéndolo a través de unas gafas de rayos X. Su mirada me hace sentir incómoda.

 
Tanto que carraspeo tan fuerte que me hago daño en la garganta. ¿Este hombre produce ese efecto en todo el mundo, o solo en mí, que soy idiota?

 
─Me interesa porque quizás pueda ayudarla ─ afirma en tono tajante.

 
Trago saliva. ¿Ha dicho ayudarme? ¿Ayudarme? ¡Dios mío, ayudarme! A lo mejor puede ofrecerme unos días o horas menos de trabajo. Quizá la vida no sea tan mala, al fin y al cabo.
 

Una Luz En Mi Oscuridad (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora