16: Sin señales

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Giovanni junto a Carlotta en el desayunador del jardín, estaban desayunando, estaban ellos dos sólos disfrutando un poco del uno del otro. Carlotta comía sus tortitas gustosa, el embarazo la tenía con un apetito muy activo, lo bueno que no presentaba ningún síntoma de vómitos y náuseas, solo lo tuvo las primeras semanas y eso era una suerte bastante amena.

Giovanni a su lado se tomaba el café cargado que tanto le gusta, esos días sin Carlotta no descansaba bien, ni comía bien. Pero ella quería que comiera, se sentía un poco culpable por el estado de Giovanni. Aunque tenía que preguntarle el porqué consumía y desde cuándo, ese detalle no lo sabía, aunque muchas cosas de él no sabía.

—¿Estás disfrutando de tus tortitas?— preguntó él sacándola de sus pensamientos, ella lo miró y sonrió.

—Sabes perfectamente bien, que amo las tortitas. —exclamó ella metiéndose una trozo en la boca.

—Ya veo, aunque tenemos que hablar de algo. — dijo él, a lo que ella lo miró extrañada.

—¿Sobre qué? —preguntó curiosa.

—La primera que llames a tus padres, estarán preocupados por ti y la segunda... Lo hablaremos más tarde. — ella arrugó su ceño por dejarla con la intriga.

—Eres malvado. —dijo en broma, a lo que Giovanni correspondió con una sonrisa.

—Tú eres malvada, me dejaste solo. — por un momento ella se perdió en la mirada intensa de Giovanni, esa mirada que desde el minuto uno, ella se clavó en ellos. Carlotta quería a Giovanni, ¿Enamorada? Si, lo estaba, él era el hombre que toda mujer quiere.
Cariñoso y atento y con un carácter de los mil demonios. —¿Estás bien? Te he perdido durante unos segundos.

—Si estoy bien. — sonrió nerviosa y volvió a sus tortitas.

Cuando terminaron ambos salieron de los jardines para ir hasta el salón, cuando entraron todos estaban ahí.

—Vamos al despacho, tenemos que aclarar unas cosas. — dijo Orlando a Giovanni, a lo que él asintió.

—Ahora nos vemos. —le dijo Giovanni a su italiana.

—Yo llamaré a mis padres y a Estefanía. —Giovanni asintió y la dió un beso en la mejilla.

Giovanni caminó junto a los demás hombres hasta el despacho, todos se encerraron y cada uno se puso en lugar. Giovanni, se sentó en el sofá individual que estaba al lado de la ventana. Y los demás estaban a su alrededor.

—Bueno... Los enemigos los tenéis detrás de vuestro culo. —habló Mijail. — Dante, no está aquí para atacarles, está aquí por su hermana cómo os he aclarado. Sólo sé que su hermana se llama Anastasia. —todos se quedaron callados, Giovanni estaba confuso.

—¿Anastasia? — repitió Giovanni.

—Si, Anastasia. —todos asintieron. —Pelo rubio y largo, ojos azules.— respondió

Todos estaba sorprendidos, la aclaración de Mijail dándole indicaciones de la forma física de la chica.

—No sé cómo será ahora, cuándo su hermana fue secuestrada ella tenía 9 años, era una cría. —dijo serío el ruso.

—¿Por qué la secuestraron? —preguntó Enzo curioso.

—Dante, es el mafioso más poderoso de Rusia al igual que yo. Dante mató a la mujer otro mafioso y el hombre por venganza secuestró a su hermana. Ahora no se sabe, si está viva o muerta.— todos se quedaron callados, no podían soltar una palabra.

—¿Crees qué Dante se uniría si le ayudamos a encontrar a su hermana?— Mijail miró a Giovanni unos segundos.

—Tal vez, eso sería hablarlo con él y ver que dice. —Giovanni asintió.

El fruto de un asesino 1°saga los Miserables (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora