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❝Incómodo❞

Suspiró al sentir un cosquilleo en su nariz, se removió para poder levantar su mano y acariciar la zona picosa. Abrió los ojos una vez controlado el picor, encontrándose con el rostro de un ángel.

Se sorprendió la cercanía y pensar que: «¿Ya me morí?»

Miró a su alrededor, viendo el mismo bosque en el que había estado con Rubius, sólo que ahora era de noche. Un balde de agua fría fue dirigido a su espalda, recibido con un estremecido.

«Dioses. No estoy muerto, me quedé dormido.»

Trató de erguise de forma rápida para alejarse del Omega frente suya, sin poder lograrlo debido al agarre en sus caderas que el de gorro le proporcionaba. Respiró entre cortado por el nerviosismo y sin poder evitarlo, dejar libres sus feromonas nuesosas, haciendo su situación más incómoda de lo que ya era.

Más tiempo, mamá...—le susurró de forma ronca el Omega mientras se abrazaba más a él, escondiendo su rostro en su pecho.

El Alfa dejó escapar un gruñido leve, activando su lado protector en lo que se abrazaba a él. El lado protector de los Alfas se "activa" de forma inconsciente, cuándo cree que alguno de su manada necesita ayuda emocional. También es una forma de competir contra el resto de la misma jerarquía cómo el mejor líder.

El Omega dejó escapar un quejido tierno mientras ronroneaba en forma débil, cómo agradecimiento y comodidad.

Tal vez Vegetta podría aguantar así durante unos intantes... Minutos... Quizá horas, tal vez.

Su lobo se sentía un Alfa nuevamente, inflando su pecho, sintiéndose orgulloso de poder proteger un Omega entre sus brazos—aunque fuese al revés—, además de sentir la calidez de sus mimos. Suspiró haciendo muecas, tratando de no sonreír.

No quería seguirle el ritmo a Willy, seguiría fiel a él durante un tiempo más, mientras trata de amortiguar el golpe de su ruptura.

»eres un tontisimo.« le decía su lobo entre gruñidos. Hasta él sabía que era mucho mejor seguirle el juego al albino.

Vegetta sólo lo ignoraba, aún luchando con sus facciones para no sonreír.

්‍ර [...] ්‍ර

Si os atreveis a hacer algo, no les perdono la vida.

El de orbes azules, más alto que ambos chicos los cuáles tomó por prisioneros, caminaba con su arco extendido, atento a todo, detrás de ellos.

Cuándo se dió cuenta de que los estaban viendo, le dijo a Lana que corriera de forma sigilosa de vuelta a casa.

—Apenas podemos movernos, gracias.

Escupió Manuel mientras se mantenía de pié con dificultad, debido a que Luzu los había atado de pies y manos, además de haberles quitado sus armas para escoltarlos a su manada.

Había hecho un descubrimiento del cuál tendría que hablar seriamente con Lana y sus amigos.

—No quiero ser un aguafiestas, pero no me importa ir a tu cueva toda podrida en medio del bosque.—habló finalmente Raúl al lado de Manuel, tratando de sonar indiferente.
Pero su olor a miel decía lo contrario.

I will replace himDonde viven las historias. Descúbrelo ahora