08

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❝Tensos❞

—No jodas, ¿en serio tenías que llamar a media gentuza de tu jauría, perro?

La voz irritada de Raúl y su cuerpo apoyado en las rejas de la cárcel se hacen presentes, al igual que su olor a miel.

Fargan rodó los ojos, molesto de que siempre insulten con lo mismo.
—¿Estos son los cazadores de hoy en día? Vaya...

Alexby y su risa peculiar se hizo presente. El Alfa de baja estatura llevaba su característico casco de Star wars, cómo pasa con Rubius y su gorro, sólo que ahora al revés. El casco hace que las ondas de sonido reboten dentro de éste, dándole más audiobilidad al Alfa.
Perdió uno de sus tímpanos y quedó algo sordo del otro, nunca quiso contar cómo.

—Pues la verdad que sí macho, ¿cómo os llamáis?—les preguntó, una vez dejando de reír.

Los encerrados se miraron complices, con un rostro incrédulo por aquella risita de delfín.

—Marcelo.

—Carrisco.

Luzu los miró con ridiculez.
—¿Carrisco? Suena a apell–

—¡Por el culo te la inco!—explotaron en carcajadas cómo niños.

Willy también rió levemente, sin poder evitarlo junto a los otros dos Alfas. Luzu carraspeó su garganta con rabia y se cruzó de brazos.

—Ustedes son unos payasos sin gracia.

Él fue el único sin reír.

Antes de que pudieran hacer otra cosa, se vió la llegada de dos cuerpos y nuevos olores a limón y nueses.

Willy se tensó por las nueses, Fargan se puso en guardia por si Vegetta tenía ganas de seguir peleando aquella noche. Luzu y Alexby se miraron con lástima.

Willy por inercia se abrazó más al brazo de Fargan, buscando su protección por si ambas figuras que se acercaban con pasos rápidos planeaban algo contra ellos. El Alfa liberó su olor a menta para calmarlo, con rotundo éxito.

Luzu se fue acercando al ojimorado y al de orbes avellanas, saludandolos alegre.

—Chicos, hasta que llegáis.—los recibía con un abrazo a cada uno, sin darse cuenta de cómo venían.

Rubius le sonrió con ánimos y rió.
—Bueno, no nos tardamos mucho ¿cierto?—habló el Omega, sin parar de caminar lo poco que les quedaba por llegar a la comisaría, con Vegetta a su lado.

Willy junto sus cejas, divisando las manos entrelazadas de Alfa y Omega. Gruñó sin quererlo, aún tenían cierto lazo intacto y eran; los celos.
Se separó de Fargan y esperó el momento justo, cuándo pasó el Omega solo, casi a su lado.

No toques a Vegetta.—le reclamó el albino con voz de pelea entre Omegas.

Así es señores, los Omegas también pueden intimidarse entre ellos con su intento de voz de mando. Se ven tiernos según los Alfas, pero entre su jerarquía si se estremecen.

Rubius bufó.
Que yo sepa, tú lo dejaste y fuiste a tocar a Fargan, ¿no?—le respondió de la misma forma, con ganas de arañar el rostro pálido del albino.

Willy volvió a gruñir con más advertencia que antes. Rubén mostró sus dientes en una sonrisa burlona y llena de molestia.

Vegetta estaba presente, un poco lejos de esos dos Omegas, tenso viendo a Fargan y viceversa. Se mataban con la mirada, queriendo hacer puré uno con el otro a tan sólo puños.

En ese momento, el ambiente era tan incómodo y tenso, con los olores de ambos Omegas y de ambos Alfas por todo el lugar.

Un silbido divertido hizo parar a medio mundo.
—Esto puede ser más intenso que la Rosa de Guadalupe, por Jesús Cristo.—espetó Raúl mientras veía cómo Manuel reía levemente junto a él.

—Ah, Dios. Sus olores son jodidamente fuertes, macho. Ni la mejor cagada puede contra esto.—Manuel se tapó la nariz con aparente dolor en ésta, mientras Raúl reía sin parar.

Los licántropos no le encontraban la gracia en ningún ángulo. Rubius, harto de las carcajadas del pelinegro en esa celda, patea los barrotes en los que Raúl estaba apoyándose mientras se moría de risa, ahogandolo en un susto y poco aire que tenía.

—Cállate si no quieres que me meta y te degolle.—advirtió una vez dejando los barrotes tambaleandose.

Raúl lo miró divertido.
—Inténtalo, puerco.

Rubius gruñó, tomandolo del cuello de su sudadera, estampandolo contra los barrotes, haciendo que él se quejara y que Manuel se acercara rápidamente, exaltado por la situación.

—¡Eh! ¡Sueltalo!—agarró las manos de Rubius, tratando de quitarlas del lugar en el que estaban. Para su sorpresa, unas cuartas manos se hicieron presentes, tomando sus muñecas y alejandolas de las manos del Omega.

No lo toques.—lo miraban advirtiente los orbes violetas.

Manuel gruñó de forma torpe y trataba de seguirle la mirada amenazante a Vegetta, quitando de su mente el dolor que empieza a ser cada vez más presente en sus muñecas.

Luzu saltó contra Rubius al ver cómo estaba dispuesto a golpear a Raúl por fuera de la celda.

Ni se te ocurra, Omega.—le gruñó a su lado, poniendo una de sus manos en su hombro. Rubius se encogió y soltó levemente el agarre contra Raúl.

¿Vegetta tendría que duplicarse para esa ocasión o qué?

Rugió contra Luzu, dándole un empujón.
¡Qué no toqueis a Doblas!

Se puso al lado del nombrado, abrazando el cuerpo encogido del Omega y apegandolo contra él.

Volvieron al inicio, un ambiente tenso e incómodo.
Alexby estaba nervioso, dejando ir su olor a arándanos, no sabía cómo reaccionar. Fargan disfrutaba los disturbios y Willy se mantenía detrás de su Alfa, incómodo por lo que se está formando frente a ellos.

Eh, chavales, ya lleg–

La voz de Mangel retumbó en el ambiente, ahogado en olores, miradas amenazantes y nervios de todos.

Pero que ta' pasando tío...—los miraba a todos, analizando la escena y el escenario, con un poco de miedo.

El Omega de mirada plateada oscura se mordia el labio y movía sus manos a la par de sus muslos, con los brazos tensos, liberando inconscientemente su olor a café.

Luzu se volteó, dándole la espalda a Vegetta y Rubius, haciendo que el ojimorado dejara de abrazar al de gorro con tanta fuerza.

—Ah, ¡Mangel!—exclamó Alexby, relajandose de esos nervios que pasó y queriendo besar al Omega en ese momento.—. Eh, pues, Luzu atrapó a esos dos cazadores casi a la mitad del bosque encantado mientras él y Lana estaban en una velada.

Luzu asintió, volviendo a sus sentidos humanos.

Mangel asentía con dudas.
Ah, ya veo..., pero... Si son cazadores, ¿por qué no los mataste?

Los encarcelados se tensaron.

—No pensaste en eso, Lucas. ¿Verdad?—preguntó algo espantado Raúl.

Manuel lo sostenía lejos de los barrotes y casi al centro de la celda, por su seguridad mientras miraba filoso a todos los licántropos.

Luzu suspiró y lo miró con nervios, dejando de lado sus celos al verlo abrazado con el otro cazador. Ya bastante control había tenido su lobo por ello.
—Si los hubiese querido matar, ni siquiera me molestaba en traerlos aquí.

I will replace himDonde viven las historias. Descúbrelo ahora