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❝Lobos❞

El Alfa le dió una señal apresurada al albino para que se moviera, cosa que el Omega acató inmediatamente. El de aroma a mentas sacudió un poco su cabello con nerviosismo y se levantó de un salto para atender.

—¿Qué es lo que sucede? ¿Todo bien? —preguntó una vez había tosido, esperando de todo menos una respuesta en tonos divertidos.

Sí, sí. Te llamaba para saber; ¿no te gustaría acompañarme a Mangel y a mí para encontrar la manada de las doce Lunas?

—... Estás ebrio. —soltó sin pensarlo, esbozando una sonrisa socarrona ante la idea, pensando que acertó sin siquiera analizar lo que dijo su contrario. Se sentía todo un Sherlock Holmes.

¿Qué? ¡Estoy hablando en serio, Fargan!

—¿Por qué decidirian algo tan loco? —habló con tono divertido, apoyandose en uno de los tantos arboles de ahí—. Y más encima que estamos hablando de ustedes dos, los más cuerdos y tímidos de Karmaland.

¡Venga ya! ¡Tímido mis cojones! —se escuchó en la otra linea como maldecia a gruñidos, haciendo que el Alfa se aguantara las ganas de reír. Le daban una extraña gracia las rabietas que hacia el pequeño Alfa de casco—. Hemos decidido hacerlo por el bien de Rubius. Mangel me contó que le ha cambiado el aroma, escucha a su lobo y se deja controlar por él. ¿Extraño, no? Pues, ¿quién es el que sabe de estas cosas? Exacto. La manada de las doce Lunas.

No pudo evitar fruncir el ceño ante lo dicho. Seguramente, si tendria al chico de casco frente a él ahora mismo, lo estaria viendo con seberidad.

Si bien era un bromista de primera y el payaso de la manada, no le encontraba chiste a cosas como ésas. 

—No es gracioso, Alex. Estamos hablando de nuestros amigos...

¿Qué estás sordo, gilipollas? —dijo indignado el menor, bufando y gruñendo al mismo tiempo. Sabia que Fargan solia jugar a ser el tonto, pero ya no estaba de humor como para soportar bobadas. 

Estaba completamente cegado por la emoción de salir, de conocer más allá de lo que le han enseñado en la manada. Su lobo, al igual que él, estaba chillando ante la idea de conocer, de curiosear nuevas cosas —pues el viene criandose desde que nació en Karmaland, así que se sabia todo el pueblo como la palma de su mano, y estaba aburrido de ir de aquí para allá a sabiendas de qué se iba a encontrar—.

Por otra parte, el Alfa le dirigió una leve mirada al albino, quien desde que acató la llamada no ha dejado de mirarlo con un poco de preocupación. 

—No puedo dejar solo a Willy... —dijo lentamente, aspirando en una bocanada de aire apresurada, encontrándose con el picor del coco y la maleza mezclados. 

¡Traelo entonces! Mientras más, mejor. Mangel tiene miedo de ir nosotros dos nada más, así que sería buena ayuda de su parte.

—Está bien. ¿Dónde te encuentro?

¡Gracias Dioses! Estaré en la comisaría junto con Mangel en unos minutos, nos vemos allá.

—¿En qué no me puedes dejar solo? —inquirió el Omega, frunciendo su ceño y cruzando sus brazos una vez el Alfa colgara la llamada.

—Rubius está en problemas.

I will replace himDonde viven las historias. Descúbrelo ahora