Seguí corriendo hacia las luces. Estaba seguro de que eran las del instituto. Cada vez me acercaba más, y me daba cuenta de que, lo que yo creía que eran diferentes luces, provenía de un solo lugar. Estaba ubicada en uno de los pisos de arriba, así que pude guiarme hasta mi destino como ayudado por un faro.
Me detuve justo frente a la edificación. Tomé un gran sorbo de aire, lo retuve un rato y lo solté. Me arrodillé en la tierra y traté de calmarme.
Mi mente iba a mil por hora ¿Qué significaba ese grabado en el tronco? ¿Por qué era igual que la imagen del cuadro? ¿Lo hizo la misma persona? ¿Era LAL? ¿Tenía todo que ver con lo que me sucedió de pequeño? ¿Por qué había personas en el bosque hablando otro idioma? ¿Vivían allí? ¿Serían los habitantes de Aguas Azules? Mi cabeza estaba a punto de explotar, era demasiado. Y estaba a punto de sumarse otra pregunta.
Me costó identificar de qué parte del edificio provenía la luz. Cuando me ubiqué, me di cuenta de que se trataba del piso de los pacientes. ¡Me alarmé! ¿Qué paciente estaba levantado a esa hora?
Era una habitación que daba al final del pasillo, era...¡No, no podía ser! Recalculé y confirmé: la luz provenía del "depósito". Otro secreto más, de seguro.
La sombra de una persona se atravesó entre la luz. Me propuse dar respuesta a ese misterio aquella noche. Salí disparado, abrí la puerta del instituto, subí velozmente por las escaleras, corrí por todo el pasillo y me detuve justo en frente al "depósito". Estuve a punto de abrir la puerta.
-Pero, ¿qué haces? ¡La vas a matar de un susto!
Era Soledad, estaba parada al lado de la puerta de su cuarto.
-¡Soledad! ¿Quién está allí? - le pregunté, avanzando hacia ella.
-¿Qué te importa? - respondió, ofendida.
-¿Por qué me dijeron que era un depósito? ¿Qué ocultan allí?
La tomé por los hombros y ella se apartó enseguida.
-Ya deja de actuar como paranoico. No te ocultan nada, es sólo la paciente de la habitación treinta y tres. Duerme de día y vive de noche. No le gusta el contacto con la gente, así como a mí no me gusta el contacto físico.
-Lo siento, es que estoy asustado.
-¡Hueles jodidamente a pino! No me digas que estabas en el bosque.
-Tuve que salir por un poco de aire y noté un par de cosas que...
-¡Qué tonto! ¿Quién sale a mitad de la noche a ese bosque? ¿Estás cazando fantasmas? Y de paso vienes y me tocas. Ahora tendré que desinfectarme.
Vio mis zapatos sucios y dio un paso atrás.
-Pediré que desinfecten también el pasillo.
Soledad padecía de una severa condición de Trastorno Obsesivo Compulsivo de contaminación, por eso se sentía tan cómoda en las clínicas, porque sabía que todo estaría perfectamente limpio y desinfectado. Pero cuando tenía algún episodio "humano", salía a relucir su peor parte.
-Me disculpo por quitarte el sueño, Soledad, y hacerte pasar por esta situación incomoda. Iré a ver a la paciente y aprovecharé la ocasión de presentarme. Si sólo está despierta de noche, creo que este es el mejor momento.
-Doc, yo nunca le dije que ella era su paciente.
Volví mi mirada hacia ella, me lo había dicho bastante seria.
-¿De qué hablas? - pregunté, extrañado.
-La habitación no tiene número y ella no está en tus expedientes. No es tu paciente. Recuerda que no eres el único doctor aquí.
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Las Crónicas de Lucero Amaral
Mystery / ThrillerSantiago Cardonay es un psicólogo clínico recién graduado, que al poco tiempo es extrañamente recomendado como médico residente a la Unidad Especial de la clínica psicológica Lucero Amaral, ubicada en las afueras de su ciudad. En un edificio antiguo...