"Aunque la guerra es el compendio de todos los males, la tiranía es el compendio de todas las guerras."
-Simón Bolívar-
Durante una tarde de julio en Caracas, capital...
Es la única palabra que puede describir el escenario que se observaba en las aguas territoriales de la República de Venezuela después de haberse librado un batalla naval, si es que se puede llamar batalla y no una masacre a los eventos que se habían suscitado que condujeron a este escenario de pura muerte y destrucción sin importar a donde uno mirase.
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Sobrevolando el mar lleno de lenguas de fuego, partes de barcos de madera, y cuerpos chamuscados, está un helicóptero Sikorsky SH-60 Seahawk de la Armada de la República, revisando los daños causados por los aviones y buques de la Armada y la Fuerza Aérea.
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-Y pensar que esto fue contra unos barcos de madera... No quiero ni pensar la destrucción que causaremos cuando vayamos a Pangea.
Decía unos de los tripulantes del Seahawk mientras grababa el escenario casi apocalíptico que era transmitido en vivo al Centro de Operaciones de la Casa Blanca.
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La flota de invasión de la Marina Imperial de Timese, 300 bergantines, fragatas, goletas, e incluso el buque insignia de la flota, el NI Tarlton, todos fueron destruidos en cuestión de minutos, sus marineros y oficiales...sufrieron una muerte explosiva. Muy pocos lograron sobrevivir a esta masacre que ni los demonios eran capaces de replicar. ¿Pero cómo fue que se llegó a esto? ¿Cómo es que la marina más poderosa de Patacuci sucumbió ante lo que supuestamente era una isla habitada por salvajes subdesarrollados?
