Capítulo 24 - Preludio de una invasión (Parte II)

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Librería, Casa Blair, Caracas, Distrito Federal, República de Venezuela

Día 19, Mes de Zoicius, Año 207

12:40:13

-De por sí nosotros somos inferiores a la República, pero esta constitución me ha hecho llegar a la conclusión de que a Timese y una gran parte de Patacuci le falta mucho para poder ser una sociedad decente como la venezolana

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-De por sí nosotros somos inferiores a la República, pero esta constitución me ha hecho llegar a la conclusión de que a Timese y una gran parte de Patacuci le falta mucho para poder ser una sociedad decente como la venezolana. Y pensar que mi padre tuvo la osadía de tacharlos de salvajes subdesarrollados... Me gustaría que estuviesen aquí para poder ver sus expresiones de indignación y estupefacción al ver que Venezuela es más avanzada y civilizada que Timese en todos los sentidos de la palabra.

Decía la Princesa Amelia El Cobless mientras leía la copia de la Constitución de la República de Venezuela que le había regalado el Jefe de Personal de la Casa Blanca Aaron Smith.

Los dos días que apenas llevaba la princesa timesiana en la República han sido una experiencia que ha cambiado radicalmente su forma de mirar al mundo.

Para ella no había duda de que Venezuela era aquel estandarte y guía moral que necesitaba Patacuci para poder salir de la decadencia en que se encontraban actualmente y poder un camino que llevaría al continente hacia un futuro de progreso, sin guerras, injusticias sociales, discriminación racial e incluso sin esclavitud.

Al menos eso era lo que deseaba que ocurriese, pero si algo había aprendido Amelia por su propia cuenta y durante su formación como caballera es que la mayoría de sociedades de Patacuci son reacias a hacer reformas radicales como lo es la abolición de la esclavitud ya que en la mayoría de países eso tendría consecuencias desastrosas desde un punto de vista económico, esto debido a que tanto Timese como otros países al este han hecho de la esclavitud un negocio muy rentable hasta el punto de que son una parte integral de sus economías. Sin embargo, muchos de estos países que eran dependientes de la esclavitud también eran simpatizantes de las ideas de supremacía humana y apoyaban tanto activa como pasivamente la agenda de exterminio de las razas humanoides de su padre por medio de la trata de esclavos, y Amelia tenía la certeza absoluta de que su amante y líder del país de que su padre enemistado no vacilaría a la hora de ilegalizar la esclavitud en Timese.

-Amante...

Las mejillas de Amelia empezaron a sonrojarse al recordar los hechos que habían transcurrido el día de ayer con Leonardo Correia, aún no se podía creer que su primer amor fuese de un país que su padre había convertido en un enemigo de Timese, pero lo que más le sorprendió fue lo rápido en que ambos declararon sus sentimientos por el otro.

Amelia no era ajena a la idea de dos personas declarando su amor en la primera cita ya que era algo común en Patacuci y ocurría si existía una fuerte conexión entre el hombre y la mujer.

¿Pero Leonardo? Con él había algo diferente.

Cuando lo vio por primera vez en el Despacho Oval de la Casa Blanca, Amelia tuvo una extraña sensación, no era solamente lo que uno sentía cuando alguien se enamoraba, sintió algo que no encontraba una palabra para describirlo pero definitivamente era una sensación positiva. ¿Acaso era alegría, serenidad, esperanza? La verdad no lo sabía, pero sea lo que fuese esta sensación que tuvo cuando estuvo con él durante el tour de la capital de la República, era algo que le gustó mucho, y sus valores molares para gobernar este nación sacada de un cuento de fantasía hacían de Leonardo el hombre que Amelia había dado por hecho que nunca iba a encontrar en su vida.

Una nueva Venezuela en un mundo de fantasíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora