XXXV: Viendo Doble

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Ya había anochecido y no había rastro de Bo

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Ya había anochecido y no había rastro de Bo. No había aparecido para cenar, no había aparecido a la hora de almuerzo, y parecía obvio que no pensaba aparecer para la hora de dormir. A estas alturas del juego ya no podía enfadarme, menos después de que habíamos visto a Selma abrir un pasadizo secreto y robado un libro que nos daba más preguntas que respuestas, e incluso me hacía preguntarme si acaso no debería estar también allá afuera haciendo algo.

¿Qué cosa?

Algo, lo que fuera.

Pero lo cierto es que no había nada que hacer, al menos por ahora, excepto quizás estudiar el libro a más profundidad, pero sabía que lo que había en su interior estaba muy por encima de mis conocimientos, y todavía tenía un fuerte dolor de cabeza de hace un rato atrás, cuando intenté por varias horas consecutivas encontrarle algún sentido a lo que estaba leyendo. Pyra, que estaba dormitando en las brasas de la estufa, levantó la cabeza unos segundos antes de que alguien tocara a nuestra puerta. Pensando que era Bo, quién había olvidado su llave, me levanté cansado y fui a abrirle la puerta, listo para regañarla por no cuidar sus cosas.

Pero no era Bo la que me esperaba tras la puerta. Era Lily. Y yo estaba de pie ante ella en nada más que mi ropa interior.

—Hol- ¡Ay! ¡Lo siento mucho! —exclamó, retrocediendo apenas me vio.

Corrí a ponerme los pantalones, muerto de vergüenza. No era lo mismo a que Bo o mis compañeros me vieran así, a que Lily lo hiciera, no era la forma respetuosa para tratar a alguien como ella.

—Discúlpame —le dije abriendo la puerta—. No pensé que fueras tú... lamento mucho que tuvieras que verme así.

—Sí... —respondió ella incómoda—. Quizás debería haberte avisado que venía, no lo pensé bien...

—No te preocupes —la tranquilicé, y entonces me di cuenta de que estaba pálida, y que tenía profundas ojeras bajo los ojos—¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

—No mucho, en realidad. ¿Crees que tengas tiempo para hablar un rato?

—Sí, claro, pasa —dije haciéndome a un lado—. Puedes sentarte junto a la estufa.

—No quiero molestar a Bo, ¿qué tal si vamos afuera?

—Bo no está —aseguré sin dar detalles—. Además, está muy helado afuera. Ven, puedo hacerte un té si quieres.

Luego de darle una larga mirada al interior de la habitación, Lily aceptó la invitación y entró. Todo estaba bastante ordenado, ya que no teníamos muchas cosas y ambos éramos organizados, pero no pude evitar sentirme avergonzado por los detalles más simples, como el carboncillo sobre el suelo de madera que Pyra había arrojado fuera de la estufa, o el tarro de cerezas en conserva que Bo había robado de la cocina y que la esperaba con la cuchara dentro sobre su mesa de noche, pero Lily no pareció reparar en nada de eso, de hecho, parecía no reparar en nada en absoluto. Rápidamente fui al baño a llenar la tetera de agua, y tomé el frasco de té -también de la cocina-, el azúcar y la taza y fui a sentarme junto a ella. Casi me reí en voz alta al darme cuenta de que la estaba poniendo sobre las brasas para calentarla en vez de usar mi propio fuego, que era mucho más rápido. Cuando una llama pequeña nació en la palma de mi mano, Lily abrió mucho los ojos, sorprendida por un segundo, pero volvió rápidamente a su expresión vacía de antes, y no abrió la boca hasta que puse la taza de té en sus manos, bastante más nervioso de lo que me gustaría admitir.

Cuervo de Cuarzo (DISPONIBLE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora