Capítulo 14: La noche

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El frío viento del norte surcaba por los montes, abriéndose paso en el fiordo. Aquellas largas cortinas ondearon por unos segundos, despertando estrepitosamente a la rubia. Esta se levantó de la cama de su hermana para cerrar esos firmes ventanales con arcos dorados, ya entendía el por qué era su rincón favorito en ese castillo, en aquel lugar había saltado la chispa de lo que ahora era un incendio, el amor que le profesaba a Anna era indestructible.

- ¿Elsa? – Soltó desperezándose la reina.

- Anna... Lo siento lo quise despertarte – Dijo caminando hacia aquella cama verde y grande. – El viento podía enfriarte y no queremos un resfrío ahora, ¿Cierto? – Esta se sentó al lado y le tomó la nariz en señal de cariño.

- Oh no y tampoco queremos que tú te resfríes – La arrugó como una mueca.

- Se te olvida que el frío es parte también de mi – Esta última frase la soltó cantadita, haciendo que la menor riera dulcemente.

- Se me olvida que eres la reina de las nieves – Elsa encontró adorable el ladeo de cabeza que hacía su hermana – ¿Tendré que llamarte Su majestad ahora? - La mayor rió.

- Hazte responsable de que ahora tú eres la reina, hermanita – La menor hizo un puchero con su labio inferior. - ¿Qué?, ¿Necesitas ayuda con las responsabilidades?

- No es que no pueda pero... noté tu son de mando hace unas horas en mi escritorio – La rubia lo pensó y se disponía a disculparse, a todas cuentas, Anna era la reina. – Oh no te preocupes, no soy tan arrogante para creérmelas todas, de hecho te quería pedir algo, Elsa.

- Está bien

- Sé que tienes tus responsabilidades en el bosque y has hecho una gran labor por lo que he sabido, también la otra vez me comentaste que a medida que fuera pasando el tiempo los espíritus aprenderán a resolver sus propios conflictos – Otra vez la pelirroja se enroscaba en su verborrea característica – Y tampoco quiero que te sientas obligada a nada, simplemente me gustaría saber si a medida que pase el tiempo... ¿Tu vendrías más seguido al castillo?, digo puede ser una vez a la semana, no quiero presi... - La rubia le tapó la boca con su dedo índice.

- Si quieres que duerma aquí todas las noches de mi vida, lo haré pequeña – A la menor se le subieron los colores al rostro, esto causó una risilla en la mayor – E incluso en ese transcurso de tiempo me podría quedar un día a la semana, bueno, si eso es lo que quieres...

- Pero claro – Dijo aún con el dedo índice en los labios.

- Volvería al atardecer y me iría un par de horas antes del mediodía, para volver antes de que el sol desaparezca en el horizonte – La miró con una sonrisa en la cara, sin embargo no podía mentir con la mirada, sus ojos se habían posado donde su dedo yacía hace varios segundos.

- Elsa, ¿Harías eso? – Dijo perdida en aquellos ojos azules que le proporcionaban esa mirada que podía derretirla.

- ¿Por ti?, todos los días de mi vida.

Al terminar esta frase la menor tomó aquella mano que se encontraba en sus labios para retirarla y, de paso acabar con la distancia entre sus labios y los de su hermana. La danza que compartían era suave y compasadamente dulce, Anna se hizo del labio inferior de Elsa para morder delicadamente dando inicio a una pequeña chispa de lo que iba a ocurrir. 

La mayor suspiró levemente ante esta provocación, podía leer la mente de Anna por lo que se separó de ella levantándose de la cama, la menor la quedó mirando sorprendida por tal acto pero volvió a sonreír viendo que tomaba lugar a su lado, la rubia tomó su rostro ahora con más demanda y la besó.

La pelirroja sintió el deseo demandante de la rubia por lo que depositó sus manos en los hombros de esta, comenzando a bajar por el pronunciado escote que tenía el vestido de su hermana.

Ambas manos comenzaron a masajear por encima de la ropa los pechos de la mayor y en un determinado momento, mientras sus labios se exploraban con aquella intensidad, sintió su cuerpo traicionarla y sus manos recorrerla con ferviente inquietud, navegando por algo más que solo sus pechos.

Su mente se nubló y cuando fue consciente de su accionar, vislumbro a la mayor mirándola con amor, deseo, entendiendo entre líneas aquel cuerpo ansioso y deseoso que invitaba a descubrirla. Cuando Anna quiso proseguir, Elsa la detuvo agarrándola suavemente de las muñecas, esto fue algo que definitivamente extraño a la pelirroja.

- ¿Qué ocurre? – Preguntó viéndola ya de frente agarrándola levemente del mentón.

- Quiero comenzar yo – Acotó Elsa sin perder el semblante y el contacto visual – Quiero verte primero en el éxtasis – Alegó – Si me lo permite, mi reina.

Ante ese apelativo ya conocido por ambas hizo a Anna derretirse, aquello la había tomado por sorpresa pero soltó involuntariamente una sonrisa coqueta en conjunto con un levantamiento de cejas que ella misma no creía haber gesticulado, para finalmente aflojar y dejar que la mayor tomara las riendas.

- Está bien – Susurró apenas al notar como Elsa la desvestía con sus manos y con la mirada.

En muchas ocasiones era ella la reina, la que tenía el control de las cosas y de cada aspecto de su vida sin embargo en ese instante, luego de que su vestido verdusco desapareciera de su vista, se sintió irremediablemente pequeña, vulnerable, desnuda ante sus ojos, sintió otro tipo de poder.

El poder de sentirse deseada por la persona que tenía en frente.

Sus miradas se volvieron a cruzar y en ese pequeño instante Elsa lo supo, necesitaba hacerla suya, hacerla sentir, desfallecer, amarla, dejar que invocara su nombre por sus atenciones, dejarle en claro a través de su toque, que no estaría lejos de su lado, que no se iba a ir a ningún lado sin ella.

"Mi reina", con solo nombrarla en sus pensamientos estaba perdiendo la razón.

Sus labios surcaron en su cuello sin ánimos de parar, este fue un toque lleno de amor, deseo, de necesidad, sus besos se perdieron en el toque de su piel y Anna no hizo más que aferrarse a ella con su cuerpo ya desnudo, volviendo a tocarla, sintiéndose a morir por el contacto ante esa zona tan sensible para ella.

El lenguaje corporal le dio cabida a Elsa, no necesito hacer preguntas, sus labios cobraron vida nuevamente bajando por el arco de sus pechos, quedando con el rostro enfrente de aquellos senos, en aquellas pecosas montañas invitantes, las cuales no dudo en saborear manteniendo la intensidad, mordiéndolos, succionándolos, deleitándolos.

La menor volvió a retorcerse ante tal intromisión y como si el mundo se le fuera con sus labios clavo sus uñas en su cabellera para que no se detuviera, un sorpresivo gemido salió de sus labios nombrando a la chica que le hacía sentir todo ese placer, uno que estaba clamando con todo su ser.

- Elsa... - Se retorció una vez más – Oh Elsa... - La visión de su hermana y aquella lengua haciéndose de esa forma con su cuerpo y pechos la calentó a tal punto que sintió mojarse.

- ¿Sí? – Preguntó divertida, jugando con la repentina separación que causó el que respondiera.

- Por Dios, sigue... - La escena que tenía en frente era sin lugar a dudas la más erótica que había podido presenciar, escuchar a la pelirroja pedirle más era un regalo del cielo.

El lenguaje corporal de Anna seguía dándole señales del placer que estaba sintiendo y lo mucho que quería que continuara Elsa, y eso, construyó la confianza de la rubia que necesitaba para ir más allá, para ir a su centro, para ir a la manera que Anna más le agradara sentir.

Acatando la orden de sus jadeos prosiguió mordisqueando y atendiendo sus pezones, al terminar, sin perder el movimiento de su mano de donde antes se encontraba su boca, bajó hasta su intimidad. Fueron segundos cortos hasta que notó lo evidente, estaba completamente húmeda, su cuerpo jadeante lo era todo, pero sus piernas abrirse por inercia solo para ella invitándola la superaron con creces.

- Anna - Soltó en un suspiro ahogado, fue algo que sin duda llegó a calarla de éxtasis, a sorprenderla, a encenderla, a dejarla sin palabras.

- Por favor Elsa – Pidió ya agitada y excitada – Solo hazlo...

Consorte - Elsanna Fanfic Where stories live. Discover now