—Bueno, sabes, Geralt. —Jaskier apretó contra la frente una herradura enfriada en un cubo de agua—. No me esperaba esto. Un simple monstruillo cornudo con barbas de chivo, un simple morueco peludo, y te echó de allí como a cualquier mocoso. Y a mí me abrió la cabeza. ¡Mira qué chichón tengo!
—Es la sexta vez que me lo enseñas. No parecía interesante ni siquiera la primera vez.
—¡Qué amable! ¡Y yo que pensaba que iba a estar seguro contigo!
—No te pedí que corrieras detrás de mí a los cañaverales. Te pedí, sin embargo, que escondieras detrás de los dientes tu lengua de verdulera. No me hiciste caso, ahora sufre. En silencio, si no te importa, porque justo están entrando.
A la sala del concejo entraron Tapadera y el imponente Dhun. Tras ellos se arrastraba una abuelilla de cabellos grises y tan crujiente como un hojaldre, conducida por una muchacha rubia y terriblemente delgada.
—Señor Dhun, señor Tapadera —comenzó el brujo sin preámbulos—. Antes de ponernos en camino pregunté si habíais intentado hacer algo vosotros solos con ese diablo vuestro. Dijisteis que no habíais hecho nada. Tengo motivos para pensar que fue de otro modo. Espero vuestras explicaciones.
Los colonos murmuraron entre ellos, después de lo cual Dhun tosió y dio un paso.
—Razón tenéis, señor, perdón pedimos. No lo dijimos pues la vergüenza se nos comía. Queríamos por nuesa propia mano engañar al diablo, obligailo a que se fuera con...
—¿De qué modo?
—Aquí en nueso valle —Dhun hablaba con lentitud— ya en tiempos rebullían las monstruosidades. Dragones de aire, wijunos de tierra, camorreros, fantasmones, arañas gigantes y tarascas de varias clases. Y nostros, cura de nuesos males siempre en nueso libro bucábamos.
—¿En qué libro?
—Saque usté el libro, agüela. ¡El libro digo, el libro! ¡Me se cuece la sangre!¡Sorda como tapia! ¡Lille, dile a la agüela que enseñe el libro!
La muchacha de cabellos claros arrancó un gran libro de los dedos de la viejecilla y se lo dio al brujo.
—En aqueste libro —siguió Dhun—, el cual en la nuesa familia desde tiempos inmemoriales guardamos, hay remedios para todo monstruo, brujería y prodigio como hubo o haya en el mundo.
Geralt dio vueltas en sus manos al volumen pesado, grueso y cubierto de polvo. La muchacha estaba todavía delante de él, limpiándose las manos en el delantal. Era de más edad de lo que al principio había pensado, le había engañado su delicada figura, tan diferente de la sólida postura de otras muchachas del poblado que serían seguramente de su tiempo.
Colocó el libro sobre la mesa y abrió la pesada cubierta de madera.
—Échale un vistazo a esto, Jaskier.
—Runas Primeras —valoró el trovador, mirando por encima de sus hombros, con la muchacha siempre enfrente—. La escritura más antigua, utilizada hasta el momento de la introducción del nuevo alfabeto. Basada en las runas de los elfos y en los ideogramas de los enanos. Divertida sintaxis, pero así se hablaba entonces. Interesantes dibujos e ilustraciones. No se ve algo así a menudo, Geralt, y en caso afirmativo, sólo en bibliotecas de santuarios, no en poblachos en el confín del mundo. Por todos los dioses, ¿de dónde habeislo sacado, aldeanos míos? Creo que no querréis contarnos que sabéis leer esto. ¿Abuela? ¿Sabes leer Runas Primeras? ¿Sabes leer cualquier runa?
—¿Quééééé?
La muchacha de cabellos claros se acercó a la abuelilla y le susurró algo directamente al oído.

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El Ultimo Deseo (The Witcher)
FantasyGeralt de Rivia, brujo y mutante sobrehumano, se gana la vida como cazador de monstruos en una tierra de magia y maravilla: con sus dos espadas al hombro -la de acero para hombres, y la de plata para bestias- da cuenta de estriges, mantícoras, grifo...