La verdadera historia de Peter Pan 2. [la última batalla]

Cap.8 "la vestimenta"

Llegamos ambos al tronco riendo y miré a todos que, con caras de concentración, miraban una mesa con un montón de planos y papeles.

- que haceis?- dijo Felix aun con la sonrisa en la cara.

- estamos viendo nuestros fallos, para mejorarlos, como mejorar nuestras armas...-dijo Peter.

-y vuestra vestimenta?- solté y todos me miraron.- ah, eso no?- dije vacilante.

-por qué la vestimenta?- dijo peter apollandose en la mesa con los brazos por delante y cargando todo el peso en estos.

- en serio?- objeté- estos cutres ropajes... no nos lo merecemos, merecemos unos mejores!- puse el dedo gordo y el índice frente a mi juntando mucho ambos.- estamos a ESTO de ser los ganadores... No pensarás que seguiré con esta ropa toda la vida, no?

-mmm...- vaciló Peter como queriendo decir un rotundo "si" mudo.

-me niego.- me acerqué a los planos.- darme una hoja y un lápiz -me lo dieron.- YO me encargo de la vestimenta y vosotros...- les miré de arriba a abajo.-de lo demás.- puse una sonrisa falsa y rápida y me fui de allí muy digna.

Me fui a mi cama y me puse a pensar con una hoja y un lapiz ante mi. Miré a través de el marco de la puerta y vi a Félix llevando una madera pesada, me miró y, no se de donde, sacó fuerzas para sonreírme y elevar la cabeza rápido junto con las cejas. Sonreí he hice el mismo gesto... "CLARO!!" Pensé "el pájaro Yunae!!" Cogí el lapiz y empecé a pensar en trajes cómos de colores claros e inspirados en ropa ligera, comoda... y salió el mejor traje del mundo, solo faltaba la tela para hacerlo ¿de donde la sacaría? Pensé directamente en los trajes y ahí estaban, ante mi, eran preciosos, dinamicos y lo mejor de todo es que había sido obra mia, me puse el mio y me di cuenta que estaba un tanto ceñido pero no me impedia la movilidad, los de los demás no eran tan justos... los metí todos en una cesta de mimbre y me apollé en la puerta, todos me miraron varias veces de arriba a abajo. Cogí la cesta y la dejé a los pies suyos.

-no tardeis en poneroslos-me giré para irme- ah! Ybtranquilos,-me di media vuelta para mirarlos-los vuestros no son tan ceñidos- reí y salí de allí para dejarles vestirse.