Capítulo once: Después de las bodas siempre hay finales felices ¿no?

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Ya había amanecido y Elsa iba en camino a la habitación de Anna, quería verla antes de la boda y entregarle algo que tenía oculto hace bastantes meses o mejor dicho años y quizás ahora era el momento exacto para entregárselo a Anna.

Toco un par de veces y escuchó la voz de Anna diciendo pase, de inmediato entró y vio a Anna con su vestido blanco con corset rojo junto a Olaf, sonriendo.

- Te vez preciosa Anna. -le comentó Elsa.

- ¿Encerio? -preguntó ilusionada - Gracias, aunque sigo diciendo que uno creado por ti sería mejor.

- Hi-po-ter-mia...

- Claro, claro. - se rió

Elsa sonrió un poco, recordaba el momento en que Hans y Anna le habían pedido la bendición para la boda y Elsa se lo negó, gracias a eso comenzó todo. Luego recordó el momento en que Anna y Kristoff fueron a pedir la bendición de la boda, y Anna estaba muy nerviosa por la pasada experiencia. Se acercó a Anna y abrió la caja de tela morada que tenía en sus manos, Anna al igual que una niña de cinco años miro ilusionada la caja y vio dentro una corona con rubíes en las puntas, era delicada y hermosa, estaba hecha de oro pero a su vez se notaba el labrado a mano y, detalles tan pequeños y lujosos que la hacían sobre salir.

Anna miro extrañada a Elsa y con la mirada le preguntó de quién era, ella sonrió un poco triste y la miró

- Era de nuestra madre, quería que la usará en mi boda o al menos de eso me acuerdo. -respondió.- Pero te queda mejor a ti, además debes lucirte hoy... sera un hermoso día para ti. Y quiero que la conserves.

Anna apunto de romper el llanto acurruco su cabeza en el pecho de Elsa y trato de ocultarse, no quería que la viera llorar. Pero no aguanto más y quebró el silencio inundandolo en un llanto que se hacía escuchar en todo lugar.

Olaf miro a Anna y como pudo trato de abrazarla o hacerla reír, mientras que la rubia le acariciaba el cabello consolando a su hermanita.

- No llores... pequeña princesa. -dijo dulcemente una voz que se recién había entrado a la habitación.

Anna y Elsa levantaron la vista y vieron al albino vestido con un traje completamente negro y ocupaba unos guantes blancos, pero en el lado izquierdo de su traje donde normalmente hay un bolsillo justo en el pecho llevaba un pequeño copo de nieve de un azul rey. El sonreía un poco y se acercó a Anna, dándole una rosa roja con escarcha en todo su alrededor.

- No llores, en un día tan importante como este no debería llorar de tristeza amenos que sea de alegría. -dijo.- Se que no es mucho, pero este es mi regalo para usted.

Anna se limpio las lágrimas y tomó la rosa entre sus manos. Y sonrió un poco, le parecía muy linda.

Elsa al ver la rosa encontró extraño que estuviera a escarchada, la única que lograba hacer eso era ella, pero fue en eso que vio un copo de nieve caer en la nariz de Anna y ella comenzó a reírse, luego vio a Jack sonriendo victorioso.

¿Qué le había hecho a Anna?

*****

Elsa saludaba en medio del salón a algunos de sus invitados cuando vio una de los lobos negros que la otra vez habían atacado a Jack. Noto que además de ella nadie mas los veía, miro hacia el balcón y vio que Jack todavía no las veía así que se armo de valor y la siguió.

La pesadilla cruzó los pasillos, lentamente como si quisiera que Elsa la siguiera, y era así. La pesadilla había sido enviada por el coco en persona para escoltar a la reina de las nieves y cayera en su trampa.

La pesadilla dobló y de repente llegó al patio en donde antes había sido atacado Jack, miro hacia todos lados. La oscura noche hacia resaltar su vestido de hielo mientras que ella tan solo buscaba la pesadilla, en eso vio unos ojos dorados en medio de los árboles, pero estaban más arriba de lo que recordaba.

No soy lo que creesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora