Besos Robados (Suerte #7.6)

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Cap (3/5)

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—Joder Vic, así, justo así— Remi gimió de satisfacción mordiénose el labio inferior haciendo sonreir al rizado. —Empuja un poco más duro.

—¿Estás seguro de que puedes soportarlo?

—Si, por favor. Lo necesito.

—Okey, respira profundo— Estaban en la cama del rizado, Remi tendido sobre su espalda y Vic entre sus piernas. —Suelta el aire— empujó de nuevo y el castaño volvió a gemir.

—Mierda, si. Eso se siente bien.

Una de las piernas del castaño estaba sobre el hombro de Vic, quien estaba echando todo su peso al frente tratando de ayudar a su amigo a estirar los muscúlos esquiotibiales de dicha pierna. Había sufrido un leve tirón durante la práctica de la tarde y si no estiraba, corría el riesgo de lesionarse la próxima vez que se ejercitara.

—Bien, ahora tiendete sobre tu estómago — le pidió retirándose para que pudiera seguir sus indicaciones. Vic se sentó a un lado y alcanzó el bote con bálsamo muscular para deportistas, untó un poco en sus manos frotando para que adquiriera calor y luego lo aplicó sobre la parte trasera de la pierna del castaño. Masajeando con firmeza para distender los musculos.

—Estás contratado. Quiero que seas mi masajista personal — murmuró el chico con la cabeza ladeada sobre la almohada.

—Depende cuanto vayas a pagarme. Mis manos son mágicas, compañero.

—De eso no me cabe la menor duda— Remi sonrio de manera perezosa haciendo tropezar al corazón del rizado — no quiero ni imaginar que más cosas puedes hacer con esas manos.

—Eh...— Soltó una risa un poco torpe porque aun cuando sabía que Remi no lo había dicho en ese sentido, fue fácil tomar sus palabras como una indirecta sexual.

—¿Por qué te pusiste rojo?

—Yo no me puse rojo— se defendió desviando la vista. Obvio que no se había sonrojado, es sólo que hacer masajes era agotador y pues si, por eso estaba rojo, por el esfuerzo. —Hace calor.

—Tienes razón, entonces deberías quitarte los pantalones para refrescarte. De verdad funciona.

—Eh...— volvió a decir sintiéndose más torpe que antes porque de pronto fue muy consciente del hecho de que Remi estaba usando solo sus boxers oscuros y una camiseta.

«Por Dios, has tenido tu lengua en su boca no hace más de medía hora ¿por qué volver las cosas extrañas justo ahora » se dijo, porque era cierto. Desde que había empezado a compartir besos de verdad y no solo piquitos, lo hacían cada que tenían un momento a solas. Así que no tenía sentido empezar a preocuparse porque Remi estuviera tendido en su cama, con sus fuertes piernas casi desnudas ¿Verdad?

Correcto.

—¿Por qué te quedaste tan callado? — preguntó el castaño.

—Solo estaba concentrado — murmuró dándole un par de apretones más a la pierna del chico antes de ponerse de pie — listo, ahora solo relájate un poco y deja que el bálsamo haga efecto ¿de acuerdo?

—Si señor— Remi le sonrio de nuevo de esa amanera perezosa, haciendo revolotear lentamente sus pestañas y dándole un aspecto...¿sexy? Ugh. —Creo que voy a quedarme dormido.

—Adelante, igual tengo tarea que hacer.

—¿Estás diciendo que te distraigo?

—Totalmente.