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Cap (3/4)

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A la mañana siguiente, Vic se sirvió una generosa taza de humeante café antes de volver a la habitación. Fue casi como un Déjà vu, aunque esta vez Remi no estaba luchando con su ropa para ponersela, pero al igual que la vez anterior, el chico había invadido su cama.

No me gusta dormir en una cama desconocida— había dicho el castaño en plena madrugada antes de meterse en la cama de Vic y envolverse como una oruga con las mantas.

—Mi cama también es deconocida para ti.

No, porque estás aquí. Con eso me basta. Buenas noches— al segundo siguiente estaba profundamente dormido.

Le dio otro sorbó a la taza mientras sus ojos recorrían la anatomía del chico con distraida curiosidad. Remi estaba acostado sobre su estómago. No estaba usando una camisa, de hecho lo único que estaba usando eran unos apretados boxers en color rojo oscuro.

Si bien ambos practicaban el mismo deporte y realizaban casi los mismo ejercicios durante las prácticas y las sesiones en el gimnasio, sus cuerpos no estaban construidos de la misma manera. Al ser receptor, Vic tendía más a ser atlético y fibroso. Tenía musculos por supuesto, pero no eran algo exagerado, solo lo suficientemente definido como para notarse. Tenía piernas fuertes y ágiles, listas para hacerlo veloz ya que casi al igual que los corredores, los receptores debían ser capaces de recibir pases y llegar tan lejos como le fuera posible. 

Remi como fullback, tenía un cuerpo un poco más sólido y definido. Sus hombros eran solo ligeramente más anchos. Todo su cuerpo debía ser firme para soportar los tacleos. Por lo general el trabajo de un fullback era abrir paso a los corredores y receptores, darles la oportunidad de llegar tan lejos como fuera posible y anotar puntos. Un fullback tenía más libertad de acción que un tacleador que constantemente se quedaba estancado contra la primera línea defensiva del equipo contrario. Los fullback en cabio eran capaces de llegar hasta el final y en ocasiones, anotar ellos mismos. Así que si, Remi podía lucir un poco más fuerte que Vic, pero joder, el chico era un completo malvavisco por dentro.

Los ojos azules de Vic se deslizaron por la espalda del chico ya que aun cuando estaba dormido lucía poderoso. Siguió más abajo por el arco que precedía a la curva de su trasero. Justo ahí, en ese punto medio, podían apreciarse dos hoyuelos y sin darse cuenta, Vic estaba sonriendo antes de que sus ojos aterrizaran sobre el firme y redondo trasero del chico. Luego estaban sus piernas fuertes enredadas en las sábanas azules de su cama...

Remi se incorporó de golpe sobre sus brazos y Vic se sobresaltó casi derramándose la taza de café encima. El chico se giró para quedar sentado y empezó a ver a todos lados.

—¿Qué hora es?— preguntó pasándose las manos por el cabello castaño oscuro, alborotándolo más de ser posible.

—Uh, las seis treinta— respondió.

—Ah, creí que era más tarde— se dejó caer de nuevo sobre la cama y soltó una risita— buenos días por cierto ¿Y por qué te levantas tan temprano un domingo?

—Buenos días y es a la hora que me despierto los fines de semana. ¿Qué hay de ti, tienes planes? Porque parecías muy preocupado por la hora.

—Debo ir a trabajar— confesó con un bostezo— con mi abuela a su pastelería.

— Vaya— dijo bastante sorprendido— ¿Y a que hora empiezas?

—Ocho.

—Entonces quizá quieras levantarte y asearte mientras te preparó el desayuno. Luego puedo llevarte a casa.

Besos Robados (Suerte #7.6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora