I.IV

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Charlotte POV

Estaba totalmente desorientada. Al abrir los ojos, me encontré cara a cara con una escultura de marfil, de nombre Edric. No me había fijado que, a contraluz, se le podían ver pequeñas pecas, y las pestañas rubias oscuras, al igual que el cabello, que le caía perfectamente sobre los ojos cerrados. La imagen perfecta ante mis ojos. Edric cubierto solamente por una manta blanca, los brazos bajo el cojín, y la cabeza adorablemente recostada sobre el mismo.

Cómo hechizada le pasé una mano por su pelo dorado. Era suave, como una nube de algodón; estaba tan concentrada con acariciarle el pelo, que no me di cuenta de que lo había despertado.

- ¿Qué haces? - su voz de recién levantado era ronca.

-Lo siento - estaba avergonzada. Si a mí, un chico que prácticamente no conocía me hubiese despertado acariciándome el pelo, me hubiese asustado, p hubiese pensado que no estaría bien de la cabeza.

-No - me cogió la muñeca y la acercó a su cabeza - Sigue. Me gusta -. Me sentí atacada, indefensa. Tal vez por eso, acto seguido, le di un empujón, y cayó de la cama - ¡Joder! Esa no me la esperaba.

Él... él había dormido sin camiseta. ¿Había dormido toda la noche con un chico altamente atractivo SIN camiseta? Total, no había echo nada... ¿o sí? Me palpé rápidamente el cuerpo, buscando indicios de abuso, pero lo único que hice fue parecer ridícula.

-Ya te dije que no te iba a tocar - se levantó del suelo y abrió su armario, donde empezó a rebuscar algo - Aunque esa mirada dice que lo debería haber hecho.

El calor se apoderó de mí, y yo a cambio, le tiré un cojín a la cara.

-Será mejor que me vaya a mi habitación.

-Espérate cinco minutos más, o te verán salir de aquí - Seguí su consejo. ¿Y ahora qué? ¿Íbamos a hablar de lo de ayer? ¿O íbamos a mantener el silencio? - Oye, yo...

-No, tranquilo - dije.

-Pero déjame acabar - rio. Hice una mueca y le di la palabra - Ayer, me gustó.

-Pero si no hicimos nada -.

-Me gustó dormir contigo - me quedé congelada. Era una tontería emocionarse por unas palabras tan simples, pero esas palabras... - ¿Me ayudas?

Se acercó a mí, y le até la corbata. Era simple, mi padre me enseñó hace muchos años, cuando todavía estaba bien.

-Ya - me miró durante unos instantes, y mi corazón latía a cada milisegundo que sus ojos verdes me calaban. Abrió la boca para decir algo, y yo esperaba que él lo hiciese, o que me besase. Pero no pasó ninguna de las dos. Asintió y se separó de mí, mordiéndose los labios, su vista en el suelo, y retrocedió paso a paso hasta salir por la puerta.

Me quedé como una idiota de pie de una habitación vacía, que no era la mía, procesando lo que acaba de pasar, o lo que hubiese estado a punto de suceder.

Aquello no duró mucho, pues fui a mi habitación a recoger mis cosas.

-Hola - Adelaida me saludó, nada más abrir la puerta - ¿Dónde estabas? Estábamos preocupadas. - inconscientemente eché una mirada a la habitación de Edric, y de vuelta a ella - Vaya - lo entendió. Lo entendió... ¿estaba perdida?

-No ha pasado nada. Lo juro.

-Tranquila - me abrazó - No pasa nada. A mi no me tienes que dar excusas, ¿vale? Pero ten cuidado, ¿sí?

-No volverá a pasar - me dedicó una mirada de "sí, seguro".

-Va, coge tus cosas, te espero - me sentía compasionada - ¡Rápido!

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