Un chico que ama los calcetines amarillos, con muchísimas ganas de vivir. Así se puede definir a Doyoung, de tan solo dieciséis años. Un chico que padece de anemia falciforme, condición que ha tenido desde su nacimiento y que ha venido cambiando su...
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¡Vamos Doyoung! No puedes seguir evitándome solo porque me dijiste que te gustan los chicos ¿Es porque soy un chico también? ¿Hasta ahí llego tu confianza en mí? Hablemos de ello, no tienes por qué avergonzarte. Ven a mi casa, hagamos una pi jamada y hablemos hasta que llegue el amanecer. Como en los viejos tiempos. 12:00
Doyoung releyó el mensaje que Yedam había escrito para él, fue enviado el domingo a media noche, después de que Doyoung evitase a Yedam durante todo el fin de semana. Era un record, una meta que se había trazado y que estaba orgulloso de haber cumplido. Necesitaba esos días para pensar en sí mismo, en que cosas debía decir y en quien debía confiar de ahora en adelante.
Al confesar su sexualidad, se arrepintió casi al instante, no hablo más el resto de la noche y se alegró de que Yedam le diese su espacio. Doyoung nunca había sido tan sincero en su vida, mostro una imagen totalmente transparente, excepto por ese pequeño punto negro, que conservaba una duda latente, una duda que no fue capaz de liberar. Se negaba a pensar que, Yedam había sido una de las causas por las que se había enterado que le gustaban los chicos. Le bastaba con Junkyu y Jihoon, en cómo se sentía al verlos juntos y como estos eran una especie de inspiración.
Doyoung odiaba esa incertidumbre y prefería tomarse un tiempo hasta volver a enfrentarse al mayor. Si se alejaba unos días, talvez solo se quedaría con que era gay y no con que era gay y le gustaba además su mejor amigo. Un amigo que probablemente era heterosexual, enamorarse de un heterosexual, era un arma de tenebroso filo.
Sin saber que podía hacer, nunca había tenido más que una ultra religiosa charla sobre sexualidad. No la escucho, resguardándose en que algún día, una linda señorita haría que su corazón se acelerase, pero tal parecía, que esos días nunca iban a llegar.
_Doyoung. _ El padre de Doyoung hablo sobre su taza de café.
Doyoung salto en su asiento y dirigió la vista hacia el hombre. _Si padre. _
_ ¿Crees que no me he dado cuenta? _
Doyoung trago saliva. _ ¿No entiendo? _
El hombre hizo una mueca severa. _Estas usando el celular en la mesa, lo estas escondiendo debajo del mantel. _
_Perdón, era un mensaje importante. _Doyoung escondió el celular entre sus manos.
El hombre traqueo la taza en la mesa atrayendo la atención de todos los que estaban en ella. _Si es tan importante ¿Entonces porque no lo compartes con todos? _
_ ¿Perdón? _ Doyoung lucho para no sonar dubitativo.
El hombre exhalo, miro a si hijo amenazante. _No me hagas repetir mi pregunta. _
Doyoung se encogió en su asiento, prefería morir que leer ese mensaje al frente de todos. Fue un error de su parte usar el celular en la mesa, sabiendo que su padre era un militar retirado. Su crianza siempre se basó en reglas que cumplir, logros que obtener, todo debido a su padre. No mentiría, le tenía miedo a su machista padre. Padre que no había dejado que su madre siguiese trabajando, padre que no permitiría que su hijo le gustasen los hombres.
