4. Pistola

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Narra Volkov

- Olvídese de ella, Torrente.

- Pero, ¿qué dices?, ¿tú la has visto? Ni de coña. Me voy a hablar con ella, a ver si consigo invitarla a salir esta noche.

- Ni-te-acerques. - hablé muy despacio, amenazante.

- ¿A dónde cojones dices que vas tú, capullo? - intervino Conway.

- Eres el mejor jefe del mundo. - le abrazó Torrente.

- Hoy tengo los cojones católicos eh, así que no me los toques. - sacó la porra y este se alejó. - ¡Al trabajo, joder! - le dio con ella.

- Y, ¿entonces para qué me pones distracciones?

- ¿De qué cojones habla?

- No le haga caso señor. - intervine interponiendo mi mano entre los dos hombres. - No sabe lo que dice.

- Quiero a toda la malla lista, tenemos un 10-31. Por ahora quiero que acudan 4 agentes, ¿capisci?

- 10-04. - dijimos todos.

- Volkov, está al mando, así que ya es un agente. Seleccione a los otros tres.

- De acuerdo.

Narra Conway

Estos mariconettis ya habían acudido a la llamada del crimen, así que yo podía estar más tranquilo, pero atento por si sucedía algo más. Ahora que recuerdo, habían unos informes que tenían que ponerse al día. Debería subir a revisar y mandar a algún alumno a clasificar todo. Así lo hice. Subí, pero para mi sorpresa me encontré una silueta, mucho más baja que yo, mirando por la cristalera.

- ¿Usted quién cojones es? No puede estar aquí arriba. - le apunté con la pistola justo en la sien desde la puerta. Sin saber si quiera que la estaba apuntando, se dio la vuelta con las manos en alto.

- Me dijeron que debía pasar papeles al ordenador, y ya he terminado. - se giró una chica, bastante guapa a decir verdad, de unos 22 años.

- ¿Eres alumna? - aún la amenazaba con la pistola, no podía perder mi compostura por nadie, ni si quiera por una niña de 22 años que a la vista era bonita; perdería mi credibilidad y mi reputación de jefe despiadado.

- N-no. - respondió entrecortada al ver que yo aún no bajaba el arma.

- ¿Entonces quién eres, joder? - puse el dedo sobre el gatillo.

- La sobrina de Volkov. - soltó muy deprisa, cerrando los ojos, aún con las manos en alto.

- ¿Qué haces aquí?, ¿no se supone que el comisario Volkov no tiene familia?

- Es mentira, me tiene a mi y a su hermana, mi madre. - seguía hablando a la misma velocidad. No me había dado cuenta de que era porque aún le apuntaba. Bajé la pipa y destensó todo su cuerpo.

- Con que sobrina de Volkov, ¿eh? - puse la voz más interesante que pude.

- S-sí. - respondió nerviosa mientras me acercaba a ella. Encendí la radio.

- Volkov, ¿me recibe?

- 10-04 superintendente. ¿Algún problema?

- No sabía que me hubieras traído un regalo.

- Mierda... - se oyó muy bajito. - Yo... señor, puedo explicárselo.

- Tranquilo, ya lo hará ella. - la miré con una sonrisa malvada y ella tragó saliva. Apagué la radio y me senté en una silla de ruedas giratoria. - Adelante, tengo todo el día. - la miré a través de las gafas de sol. Se sentó en uno de los bancos de la oficina, tratando de estar lejos de mi. Al parecer le di miedo, como debe ser. - No, no, muñeca. Siéntate aquí cerquita, para oír bien. - cogió otra silla y la colocó frente a mi.

- ¿Qué quiere sab... ¡Ah, espera! - gritó animada. Sinceramente no entendía nada. - Tú eres el abuelo decrépito, Gustabo me ha hablado mucho de ti. - me puse de pie, saqué la porra y le di un toque algo fuerte en la pierna. - ¿Qué coño haces, tío?, ¿de qué vas?

- Soy el superintendente Jack Conway, no su amigo, así que hábleme con respeto. - le di otro.

- Tío que te pares ya. - se levantó dispuesta a irse.

- ¿A dónde cojones vas?, ¿yo te he dicho que te vayas? ¡Vuelve a aquí, joder! - grité y esta obedeció.

La sobrina de VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora