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8 años de edad y él esta pateando y gritando: "Solo iré a la escuela si me das una razón para hacerlo, los niños son muy malos y yo ya sé todo lo que enseñan".

Alone – Nico Collins

Corre... Corre...

Escapa de toda esa niebla, no dejes de correr aunque tus pequeños pies duelan y tus pulmones no den para más. Escapa de aquel monstruo que trajo tristeza y desesperación a tu pobre vida.

¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas como sus colmillos se muestran cuando se ríe de ti? ¿Puedes oler la sangre de tus padres en sus garras? Si, claro que puedes...

Todo está negro, tus pies están empapados de algo, ¿sabes que es? ¿No? Dejame te muestro.

Ahora hay luz, y el liquido que pisas es la sangre de toda aquella gente que ese monstruo mató, ese monstruo que vive en tu interior... Es tu culpa, tú los mataste, por eso ellos te odian.

—¡Yo no fui! ¡Solo quiero protegerlos!— el pequeño cuerpo del niño chilla, siendo perseguido por aquella profunda voz de sus sueños, corre cada vez más lento porque parece que la sangre se vuelve más espesa y pesada como para que pueda seguir moviéndose—. Por favor, solo déjame— llora, cayendo de repente hasta empezar a ahogarse en aquel liquido.

Es sofocante, pelea con todas sus ganas para poder salir a la superficie y respirar, pero es en vano, se está ahogando y la desesperación lo consume.

Toma una gran bocanada de aire, despertando de golpe por la pesadilla que estsba teniendo, toma su cuello y se sienta en la cama con los ojos abiertos, sus hermosos ojos azules se presumen por toda la habitación, unos ojos que muestran terror. Su respiración empieza a tranquilizarse junto a él y es cuando se da cuenta dónde esta.

Aldea de Konoha, su pequeño departamento, en una cama donde lo único que puede hacer es llorar por no poder dormir bien, el cansancio lo tiene agotado, a su temprana edad ya sufre de las ojeras y dolor en su cuerpo, recuesta su rubia cabellera en la almohada, fijándose por la ventana, empezando a recordar su pesadilla de poco a poco para analizarla, y aún así cuando ya la repasó toda no vuelve a dormir, no se siente con las ganas de dormir, en él solo existe el miedo de revivir aquellas pesadillas, se siente horrorizado con la sola idea de estar ahogándose en un mar de líquido carmesí y espeso.

No se mueve hasta que su despertador le indica que la hora de ir a la Academia a llegado, se baja de su cama, se pone unas pantunflas y camina al baño para poder lavarse la cara y cambiarse de ropa, la noche anterior se había duchado por lo cual no es necesario hacerlo en ese momento, corre por su departamento a la cocina, bebe un trago de leche que después escupe con horror, rueda los ojos al saber que esta caducado y por ese día decide comer dos simples y grandes duraznos que agosto le regalaba. Se cepilla sus dientes y se pone sus zapatos para irse a la Academia.

[...]

Cabecea en su asiento siendo ganado poco a poco por el sueño, parpadea y logra cerrar sus ojos, su cabeza cae y estampa su frente contra la mesa de madera barnizada, llamando la atención de todos.

—Naruto, pon atención — Iruka lo reprende mirandolo de reojo, voltea al pizarron para seguir dando su clase pero algo llama su atención para que vuelva a mirar la cara de su alumno.

Naruto mantiene una sonrisa notablemente forzada, bajo sus ojos hay unas horribles ojeras, en sus ojos hay miedo y su piel es más pálida de lo normal, nada comparado al precioso tono canela de su cuerpo. Ahí es donde Iruka se asusta, pareciera que el niño estuviera gritando "salvenme" por dentro, parecía estar llorando mientras sonreía.

—Quédate después de clases, necesito hablar contigo— pide dulcemente, suavizando su tono de voz para calmarlo, le sonríe calido y le guiña el ojo dándole permiso para que descansara, después le explicaría y pondría en orden las horas de sueño que Naruto tenía que tener.

[...]

—Naruto, no estas durmiendo bien, ¿cierto?— preguntó preocupado, viendo al menor parado frente a su escritorio, el sol se estaba poniendo dando paso a un dulce atardecer naranja, eso solo hacía que Naruto brillase más.

El pequeño negó, empezando a jugar nerviosamente con sus manos, era obvio que no podía dormir por las pesadillas.

—Naruto, sabes tu condición como Jinchuriki, tienes que cuidar todo lo que haces, eres pequeño y es menos fácil para ti controlarte... Debes dormir y comer bien— sentenció extendiéndole un pequeño dulce al menor para no sonar tan duro. Naruto asintió con la cabeza, acercándose al escritorio para tomar el dulce e irse de ahí.

Cuando Iruka volteó su cabeza para poder ver hacia la ventana, notó una sombra y una mata peliblanca pasar rápidamente.

¡Eso es!

Iruka pasó a la torre del Hokage, entrando después de tocar la puerta, frente a él se encontraba Sarutobi Hiruzen, el tercer Hokage de Konoha.

Cuando Naruto necesita a KakashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora