Movimiento 89.

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Sin divorciar la lógica de las emociones, como diría Galeano, pretendo llevar a revisión uno de los asuntos que con más fuerza, viveza y pasión retumban hoy día en las calles y barrios de quienes indignos e indignados lamentamos, cada cual más distópica, la muerte de aquellos racializados, prostituídas o impropios por y para el sistema.

Sin divorciar la lógica de las emociones, por supuesto, aspiro a cuestionar las bases que sustentan los distintos hechos que se pertrechan contra los aquellos mencionados. 

Mi ingenuo y cándido pueril aniñado trata de materializarlo todo en un simple ¿Por qué? Como si su réplica fuese a detener al instante la malicia de quienes actúan fieles y vehementes al sistema. 

Aunque con seguridad, ninguna de las contestaciones alcance el mínimo común múltiplo necesario para aquellos que escandalizados, ven concretarse actualmente las peores de sus pesadillas. 

Incluso a mí, desde mi privilegio y rebosante de ignominia propia, confieso permanecer casi tanto (ojalá igual) de escandalizado, que los que testifican ser hermanos o hermanas de aquellos sujetos una vez vivaces y hoy so tierra inertes. 

A veces, y solo a veces, trato de desdibujarme en los dolores de una madre, de un hermano, de una prima. De los propios afectados por gases, porras, balas de goma, por las no tan de goma...

Desde luego mi intención no es generalizar, tratar de repulso a cualquier individuo armado.

 Tampoco a aquellos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.       

Sí, de corazón, señalar a los tibios que muestran indiferencia y el típico: Yo no sé nada. Como si no conocer la ley hiciese de su trampa algo válido. Como si no fuese reprobable. 

Una vez más, indiferencia y tibieza. 

¿Qué es eso que da tanto miedo? ¿Tu melatonina? ¿Ser madre sola y joven? ¿Que te guste comerte una polla? ¿O la diferencia, así a rasgos generales? 

 Aquello que choca con tu modo egocéntrico de ver la vida y creer que lo que distorsione y desentone de tu zonzo esquema mental; de ese marco teórico absurdo en el que lo excéntrico no tiene cabida, es menos válido que todo aquel satélite que orbite en torno a tu,  "normalidad".

A menos que en efecto el excéntrico seas tú.

Lamentablemente, para cuando interioricemos eso, quizá la tardanza ya nos haya consumido.  Si es que la vida no lo ha hecho antes. 

Para entonces, que permanezca el recuerdo de aquestas vidas agitadas, lo que algunos llaman literatura.

Que así sea. 

Pensamientos a luz de aurora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora