En el lecho del deseo

Capítulo 6

Hola mi gente... espero hayan empezado bien la semana. Pido disculpas por no haber actualizado "En el lecho del deseo", pero estoy liada con un montón de cosas... No me he olvidado de ustedes ni de la historia... así que voy a tratar de llevar el ritmo de los primeros 3 capítulos ¿si? Sin más vueltas, el capítulo 6.

Serie Seducción de Laura Lee Guhrke "En el lecho del deseo" (libro 3).

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Capítulos 6

El viernes, Tomoyo rezó para que lloviera.

Puesto que Touya había dicho que irían de picnic, esperaba que empeorara el tiempo. Sin embargo, Dios parecía ser tan indiferente a sus deseos como su propio marido. Al contrario que el día que estuvieron en su casa de Bloomsbury Square, ese día en concreto era delicioso y bello, una tarde cálida y agradable de abril. Era el día perfecto para un picnic.

El hecho de tener que hacer ese tipo de salidas con él le desagradaba profundamente. Los picnics habían sido una de sus actividades favoritas años atrás, y había demasiados recuerdos relacionados con ellos, recuerdos de cuando su vida juntos era tan feliz. Nunca había vuelto a ir de picnic pero, cuando él le dijo dónde planeaba que fueran, su rechazo a la excursión se multiplicó por diez.

Se quedó helada, la mano se detuvo al agarrar los guantes que le tendía la doncella en el vestíbulo, y miró a su marido, horrorizada.

—¿Dónde?

Él se echó a reír, con una alegría inexplicable para Tomoyo, dadas las circunstancias. A su parecer, no había nada gracioso.

—No es necesario que me mires como si te hubiera pedido que corrieras desnuda por las galerías comerciales —dijo.

—¡Miara, realmente...! —dijo, amonestándolo, y dirigió una mirada de refilón pero penetrante a la doncella y al lacayo que permanecían de pie ante la puerta.

—Tan sólo vamos a Hyde Park —replicó, riéndose todavía.

—Eso significa un paseo en calesa... juntos. —Estaba pálida y no lo disimulaba.

—No veo qué es lo que te parece tan desastroso.

—¿Tú y yo, juntos, en una calesa abierta? —Empezó a sentirse mal—. En un día como éste, media ciudad estará allí. Todos nos verán juntos.

—Estamos casados, Tomoyo, no necesitamos acompañante.

Inexpresiva, lo miró mientras finalmente se enfundaba los guantes.

—Tú eres la razón de que se inventaran los acompañantes. De hecho, siempre fuiste uno de ellos.

Él sonrió al oírlo, tan complacido por sus palabras que a ella le habría gustado no haberlas pronunciado.

—Si te referías a aquello de que pronto recibiremos las mismas invitaciones, el rumor se correrá lo suficientemente deprisa, o eso me temo. No tengo ganas de animarlo más de ese modo. No voy a ir.

—Si no vienes conmigo... —hizo una pausa, miró a los sirvientes y se inclinó hacia su oído—, si no vienes conmigo, te sacaré fuera yo mismo y te meteré en el carruaje. Cualquier vecino del duque que camine por la plaza me verá hacerlo y, puesto que puedo suponer que lucharás conmigo cada paso que des, verá que nuestra reconciliación no va bien. ¿Te parece eso mejor?