Hola gente... espero hayan empezado la semana con buen pie... He estado súper ocupada con las cosas de la facultad, de mi casa, los pendientes...
Gracias por la paciencia... Se merecen el cielo (^_^)Les traigo el cap 12 de esta bella adaptación (aprovechando que todavía no me la eliminan \_(ツ)/)
Sin más vueltas... Disfruten
Adaptación serie Seducción de Laura Lee Gurhke "En el lecho del deseo" (libro 3)
(n_n)
oooOooo
Capítulo 12
Hasta que aparecieron los primeros rayos de la fría luz del día, el deseo y la rabia de Touya no empezaron a calmarse, y su cerebro no pudo comenzar a funcionar de nuevo y con claridad. De hecho, tenía bastante en que pensar, pues debía ver cuál sería su próximo movimiento.
Contempló su plato y removió cansinamente los riñones y el beicon con el tenedor. Si aquella noche había pensado algo, lo cual era dudoso, tan sólo había sido cómo podía haber aprovechado la bendita oportunidad que se le había brindado lo más rápidamente posible. Quizá debería haber ido más despacio, debería haberla convencido, engatusado y relajado en el dormitorio, arriba. Pero no lo hizo y, además, había empeorado las cosas poniéndose autocrático y recordándole que ya habían pasado las tres semanas. Si no se iba con él hoy mismo, tendría que ir a la Cámara, puesto que no podía echarse atrás. Incluso entonces, cuando vivían juntos, también tenía que cortejarla de alguna manera para llevarla al lecho. Dejó caer el tenedor en el plato con un juramento de exasperación. Ningún hombre debía ser tratado así por su propia esposa. Muchos otros, en esa misma situación, la habrían arrastrado hasta el lecho conyugal y habrían consumando el acto. Pero lo que otros hombres hubieran hecho no lo ayudaba en nada. Él no era ese tipo de persona, nunca lo había sido.
Dios santo, quería una mujer que lo deseara, una mujer apasionada, ¿era mucho pedir?
Tomoyo había dicho que no podía confiar en él. Pero él no se había dado cuenta de que la confianza iba en dos direcciones, y también la habilidad para infligir daño. Podría haberle prometido que nunca volvería a la cama de ninguna otra mujer, pero no estaba dispuesto a hacer esa promesa a menos que pudiera confiar en que no lo rechazaría cada vez que se enfadara. Touya no iba a ser víctima de ningún chantaje sexual por parte de ninguna mujer, y eso es lo que ella había hecho, aunque no se diera cuenta. ¿Cómo podían superar aquello?
Pensó en la sugerencia de Eriol Hirahizawa, que Tomoyo y él pudieran ser amigos. Parecía una mala idea, pero Hirahizawa estaba un poco loco; siempre lo había estado.
Touya suspiró y se echó hacia atrás, mirando los botecitos de mermelada sobre la mesa. Moras y albaricoque. Hammond Park.
Aquellos días habían quedado relegados al fondo de su mente hacía ya mucho tiempo y allí habían permanecido durante años como otros sueños brumosos, medio olvidados, de su juventud. Ahora regresaban de nuevo, devolviéndolo a un tiempo en el que había estado contento, incluso feliz. También había hecho feliz a Tomoyo, estaba seguro de ello. Tenía que haber alguna manera de volver a todo aquello. No podía creer que todo se hubiera perdido para siempre.
«Ser amigos.»
Touya se desperezó sobre la silla, mirando los botes de mermelada. Quizá Eriol estuviera tramando algo. Tomoyo y él habían sido amigos una vez, eso fue lo que fueron durante algún tiempo, aquel verano en Escocia y aquel otoño en Northumberland. También habían sido amantes, y peleaban y se reconciliaban como amantes, pero se reían y se divertían, y nunca se había sentido tan satisfecho de la esposa que había elegido como entonces. Pero, después, todo había ido a peor.
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En el lecho del deseo
RomanceTomoyo se enamoró con toda la pasión de la juventud de Touya Miara, el vizconde que pidió su mano. Tras unos meses de matrimonio, ella descubrió que él tenía una amante y que se había casado con ella por su dote. Tomoyo, herida y con el corazón dest...