Capítulo 20

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Buen inicio de fin de semana mi gente linda... Espero hayan tenido una semana productiva y se me hayan cuidado porque esto del Covid-19 no es joda...
Capítulo último/penúltimo de esta maravillosa historia...

Disfruten.. n.n

Adaptación serie Seducción de Laura Lee Gurhke "En el lecho del deseo" (libro 3)

Quiero agradecer a mel_kari y Sahure1987 por haberme dado su consentimiento en usar el nombre de una de sus creaciones... Gracias chicas 😊

oooOoo

Capítulo 20


Yuko se hospedaba en el Black Swan. Touya presentó su tarjeta de visita a la mujer del posadero y esperó en el vestíbulo mientras ella la llevaba a la habitación de Yuko. Diez minutos más tarde, Yuko bajó, cerró la puerta de la salita de la posada, y se apoyó en ella.

—El niño es tuyo —dijo—, ¿vas a negarlo?

Su rostro estaba pálido, todavía enrojecido por las lágrimas; su resentimiento era palpable, su dolor evidente, y su amor por él, innegable.

—No —contestó él—, te creo.

Miró el sombrero en sus manos, respiró profundamente y volvió a mirarla de nuevo.

—Lo siento mucho.

Ella paseó por la habitación hasta que se sentó en un canapé. Él se sentó a su lado. Con la cabeza gacha, ella miraba fijamente sus manos.

—¿Crees que decir que lo sientes va a hacer que todo vaya mejor?

—No —dijo poniendo el sombrero a un lado—, pero ya me han dicho que, a pesar de que digo muchas tonterías, no soy un hombre que hable bien de las cosas que importan. Y una disculpa importa, te debo eso y mucho más.

Vio una lágrima rodar por su rostro.

«No hay vuelta atrás.»

Touya sacó un pañuelo y se lo tendió.

—No sabía nada del bebé.

—Si hubieras leído alguna de mis cartas, lo hubieras sabido.

—Leí las primeras, ¿por qué no me lo dijiste directamente?

Ella sollozó, se frotó los ojos corriéndose todo el maquillaje. Sin mirarlo, murmuró:

—Al principio, no quería creérmelo. Decidí ignorarlo, esperando que no fuese verdad; una parte de mí no se atrevía a enfrentarse a la verdad.

—Entiendo —y, de hecho, lo entendía.

—Cuando te vi en el baile de Kettering, ya sabía que tenía que enfrentarme a ciertas cosas, y deseaba tanto hablar contigo, tenerte a solas para decírtelo, pero estabas con tu mujer.

Esta última palabra la dijo con cierta sorna, que él decidió ignorar. Supuso que era comprensible desde su punto de vista.

—Continúa —dijo.

—Fui a tu casa de Bloomsbury Square, pero no estabas; al menos eso me dijo tu mayordomo.

De eso, al menos él no era culpable.

En el lecho del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora