Capítulo 4

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Hola gente... ¿Cómo han estado?

Disculpen que no haya actualizado antes... No me he olvidado de ustedes ni de la historia.


Para recompensar acá el capítulo 4...

Disfruten.

NdeA: Lord Amamiya es Lord Miara, esposo de Tomoyo Miara. Para los amigos es Amamiya, para los demás Miara.

Serie Seducción de Laura Lee Guhrke "En el lecho del deseo" (libro 3).

oooOooo

Capitulo 4

Estaba loco. Tomoyo, furiosa, miró hacia la puerta cerrada, incapaz de creer lo que acababa de oír. ¿Momentos deliciosos? Después de los romances que él había tenido, después del dolor que ella había soportado, sólo Touya podía decir algo así, con esa mirada de astucia en los ojos y ese esbozo de sonrisa en el rostro.

Momentos deliciosos, sin duda. Ella pensó en sus amantes y apretó el puño contra la palma de la otra mano, rechinando los dientes con ira. Deliciosos para él, quizá. Él había sido el único que se había divertido.

Incluso durante su noviazgo, había estado divirtiéndose por todas partes. Mientras ella saboreaba sus momentos juntos, en un baile o una fiesta, y contemplaba feliz lo maravilloso y excitante que era estar enamorada, él se había estado divirtiendo con Brie.

¡Oh!, cómo le había dolido saber lo de aquella mujer. Tomoyo contempló los paneles blancos de la puerta que su marido acababa de cerrar, pero en su mente todavía veía las paredes azul pálido de la sala de estar de lady Chetney en Northumberland. De nuevo, le pareció respirar la dulce fragancia de cerveza especiada que inundaba la casa de campo de Chetney aquella Navidad. Recordó que un vals sonaba en el salón de baile, pero no había sido suficiente para acallar las voces charlatanas de las hijas de lady Chetney y sus amigas.

—... qué pena que Miara esté en Londres. No tenemos pareja esta noche y él baila tan bien.

—Sí, en estos momentos debe de estar bailando un vals hasta la cama de Brie Larson, no me cabe duda. Después de todo, ella es bailarina.

—No, no, dejó a Larson cuando se casó con lady Tomoyo.

—No del todo. Todavía la ve cuando viaja a Londres. Le regaló una gargantilla de zafiros cuando estuvo en la ciudad hace unos meses, o eso he oído.

—Sin duda, paga las joyas con la asignación que su cuñado da a su mujer. Después de todo, Miara no tiene dinero propio...

Ella no las creyó, por supuesto, y trató de olvidar sus palabras como un cotilleo malicioso, pero la sombra de la duda se instaló en ella. Quizá, si no hubiera ido a buscar en los libros de cuentas de su mayordomo, nunca habría encontrado la factura de la gargantilla de zafiros y diamantes. Pero la encontró. Incluso ese día, todavía podía recordar la escritura enrevesada del mayordomo en el libro de cuentas y sentir el palpito de su estúpido y confiado corazón. Ése fue el día en que la muchacha inocente y adorable creció y entendió la duplicidad que podía llegar a mantener un hombre.

«¿Me amas?»

«Por supuesto. Te adoro.»

A su regreso, Touya trató de explicárselo todo. Sí, Brie había sido su amante, pero él había terminado la relación antes de la boda. Sí, le había regalado a Brie una gargantilla en septiembre, pero sólo como compensación y para romper su compromiso con ella, compromiso que juró que había contraído antes de conocerla. Negó tajantemente haberse acostado con Brie después del matrimonio, y había jurado que había sido un marido fiel desde el día de la boda. Aunque fuese cierto, no era suficiente, pues nunca negó que había estado con Brie hasta el día en que pronunciaron sus votos de matrimonio.

En el lecho del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora