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Despertó por la luz en la habitación, miró a su alrededor mientras intentaba desperezarse.
Se removió hasta salir del agarre del superintendente y se sentó para estirarse.
El hombre a su lado despertó ante el movimiento.
Se miraron un segundo antes de que Gustabo se pusiera de pie y saliera de la habitación al baño para lavar su cara y tomar un frasco de pastillas.
Escucho desde el baño como la puerta se abría y cerraba, suspiro entre aliviado y triste, sabía que al salir, conway ya no estaría.
Aprovecho y abrió las llaves para darse un baño y sacarse todo el sudor.
Salió con la toalla atada a la cintura y camino con calma a su habitación.
Sobre la cama había un cambio de ropa, una camiseta gris amplia y un pants negro, los acercó un poco a su nariz captando el aroma a canela, Conway lo había escogido para el y lo había impregnado con su aroma.
Se lo colocó un poco extrañado para luego caminar a la cocina, se preparó un tazón de cereal y un vaso de agua con el que se tomó la pastilla.
Sabía que no podía salir hasta dentro de unos cuantos días así que empezó a buscar algo para hacer, primero revolvió todo lo que había en su habitación para encontrar su móvil.
Lo encendió encontrando varias llamadas de Horacio, dos de segismundo y varios mensajes que aún no tenía ganas de leer, así que llamó a Horacio.
-¡Horacio!-.
-¿Gustabo?-.
-¿Pasa algo?-.
-Yo... es...¿puedes venir por mi?-.
-¿Todo bien?-.
-Te cuento en persona-.
-Bien, manda ubicación-.
Sabía que no debería salir, Conway lo había dicho, pero... nunca se le dado bien seguir órdenes.
Salió donde el Audi, arranco poniendo la dirección que Horacio le había mandado, en un alto reviso el resto de mensajes, Horacio, Segismundo, volkov; ya los leería en otro momento, por ahora tenía que llegar a con Horacio.
Paro en el parking de comisaría donde estaba Horacio.
En cuanto vio el coche corrió hacia el y se subió.
-Vamos a casa de segis-.
-¿Vale?-.
Encendió el Audi mientras Horacio ponía música, salió del parking notando como un auto rosa entraba.
-¡Es papu!-.
Horacio saludaba de manera animada mientras que Gustabo estaba congelado.
En cuanto vio que la puerta se abría aceleró en línea recta, huyendo de sitio y probablemente del regaño del superintendente.

-Estás loco, baja la velocidad-.
-Bien...-.
-¿Que hiciste para tener que huir de papu?-.
-N...nada-.
-¿Gustabo?-.
-Primero dime ¿Que pasó contigo?-.
-Yo hubo un... problema, como no respondías el móvil por estar con tu novio, segis y yo nos fuimos por ahí, deje a volkov "plantado" en comisaría, dijo que tenía que hablar conmigo y huí-.
-Espera ¿Que?-.
-Me dijo que fuera a la oficina para hablar de algo y me fui, huí con segismundo quien había estado peleando con ivanov-.
-¿Y porqué huiste?-.
-No lo sé, me puse nervioso y pues...Tú ¿donde estabas? Te llamamos muchas veces-.
-Yo... tuve una pequeña complicación-.
Trataba de distraer a Horacio de seguir con ese tema, así que ir subió el volumen de la radio.
La mayor parte del camino lo pasaron como si nada, cantando y bailando al ritmo de la música.
-Te suena el móvil-.
Gustabo tomó el aparato mirando la pantalla y leyendo el nombre de "Tío Tom" ¡Joder! Sabía que el viejo le daría un regaño insufrible y quizá un par de hostias con la porra, sin pensarlo más apago el móvil, ahora no, abuelo.
Llegaron donde segismundo, quien les esperaba ansioso.
-¡Gustabo!-.
-¡Segis!-.
Se acercaron como para un abrazo, pero Gustabo dio un puñetazo haciendo retrocede al otro.
Se golpearon hasta cansarse y luego tomar asiento en la sala de segis.

¿Quieren que narre lo qué pasó entre segis, ivanov, volkov y Horacio?

Canela y miel por error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora