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Su mirada pasaba de la mery al alfa, sería un hijo de puta si se iba sin más, era bastante cruel dejarle en medio de la avenida y encima robarle el vehículo, pero un poco se lo merecía...
Dio un paso acercándose a la motocicleta y pego un salto para subir.

Entraron al Macdonald's para pedir, esperaron un rato fuera del establecimiento, ambos con ganas de burlarse del par perdedor, se preocuparon un poco cuando no les vieron llegar y tras llamarles y ser cortados de manera brusca por Ivanov solo fruncieron el ceño y se rindieron entrando para cenar.
Una vez el comisario hizo su pedido miró al de cresta, quien emocionado pidió una cajita feliz, el alfa no pudo no sentir ternura ante la cara de ilusión del omega.
Les entregaron su pedido y se sentaron en una de las mesas a disfrutar de su cena.
La mirada de volkov estaba fija en los movimientos de Horacio, quien comía sus patatas mientras jugaba con el juguete de la cajita feliz.
El comisario suspiró, perdido en cada detalle del omega, claramente no era un tipo común, sus vestimentas, su cabello y esa... ¿Inocencia? Alegría.
Horacio estaba muy relajado, la comida era buena y estaba feliz, notaba las miradas del alfa, pero no estaba incómodo, todo lo contrario, se sentía en confianza, tanto que olvido el importante detalle de tomar sus medicamentos, poco a poco el aroma a mandarinas y flores de naranjo los envolvió.
Volkov olfateó a su alrededor, no era una fragancia pesada, se sentía fresca y dulce con un toque ácido característico de un cítrico, daba profundas aspiraciones y trataba de memorizar cada variación del aroma, tenia la fuente del aroma tan cerca que casi sentía el sabor en su lengua.

Canela y miel por error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora