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-¿Que te pasa? Capullo-.
-Que me he quedado sin agua-.
Se veía bastante ofuscado por la situación.
-¿Pagaste?-.
-Claro-.
Se hizo el indignado y luego bufo al recordar que no podría tomar un baño.
-Iré a pregunta-.
-G...gracias, abuelo-.
-Terminare dándote un porrazo por esas mierdas-.
-Mmm... no, esa porra no es la que quiero-.
-Mariconetti-.
Salió de nuevo, topándose con otro chico que salía de su propio departamento.
-Ey, estamos teniendo un problema con el agua...-.
-Ustedes también-.
Se encrespó un poco al verse interrumpido por el otro.
-Espere ¿Estabas en el departamento del omega guapo? No eres su pareja ¿cierto? Sería una pena que esa abejita estuviera ocupada-.
Arrugó su nariz al sentir la peste del alfa frente suyo.
Casi podía ver la saliva cayendo de de la boca del capullo.
Gruño como advertencia y soltó su aroma a canela, haciendo que el otro alfa comenzara a toser por la canela concentrada.
Intimidó un poco al otro hasta que el alfa salió disparado escaleras abajo.
Con recelo volvió a entrar y cerró con fuerza.
Vio cómo la cabeza de Gustabo asomaba desde la puerta de la habitación.
-¿Que paso?-.
-Un capullo más que quiere follarte-.
-¿Que?-.
-El problema del agua es del edificio-.
Se quedó un minuto en silencio.
-Pilla tus cosas, solo lo necesario-.
-Emmm... vale-.
Se apoyó en la ventana y encendió un cigarro mientras esperaba a Gustabo.

Estaba en su habitación buscando ¿lo necesario? Necesario ¿para que? Conway nunca explicaba una mierda de lo que estaba haciendo, era como cuando se vieron por primera vez con Emilio en su infiltración, los paseó por mil sitios solo para llevarlos al parking del tequila.
Así que tomó una bolsa de plástico y una camiseta, sus medicamentos, el cargador y el móvil.
-Supongo que es lo necesario...-.
Se puso en pie y salió de la habitación, se quedó mirando a Conway, fumando en su ventana.
Le daba tranquilidad verle ahí relajado y metido en su propio desastre de pensamientos.
-Vámonos-.
Vio cómo tiraba el final del cigarrillo y tomaba el saco del respaldo del sofá, se lo colocaba en los hombros.
-¿Puedes andar?-.
Trago saliva e hizo ojos de cachorrito a la vez que sonreía de lado con su típica chulería.
-Y yo soy el abuelo-.
Gustabo rió y estando apunto de contestar fue alzado de manera rápida, haciéndole soltar una expresión de sorpresa.
-Coño, está mamadisimo, papu-.
Vio asomar una sonrisa/mueca de gracia por su comentario.
Antes de salir, tomó un par de bolsas
Y las llaves para cerrar la puerta.
Estaba sorprendido, bajo las escaleras con todo en la mano y le dejó sin dificultad en el auto, del lado del copiloto, luego dejó las bolsa en la parte de atrás.
-Joder, súper de verdad está mamadisimo-.
-Soy Dios-.
Condujo por la ciudad, hasta llegar a la zona rica de la ciudad.
Gustabo miraba atento las casas grandes y modernas.
Pararon en un edificio de departamentos de pinta cara.
-Espera ahí, muñeca-.
Saco las bolsas y luego abrió la puerta de Gustabo, estiró uno de sus brazos invitándole a salir, una vez en pie, se agachó un poco y le alzó modo koala, gustabo se agarró con fuerza a Conway cuando este entró al edificio.
Una vez en su piso, dejó las bolsas de comida en la cocina y puso soltó a gustabo para que este se acomodase.
-C...creo que no termino de entender ¿Que hacemos aquí?-.
-Vas a quedarte aquí-.
-¿En su casa?-.
-Si, tu piso es una mierda-.
-¡Oiga!-.
-Estoy seguro de que te pago lo suficiente para que te consigas algo mejor-.
Se quedaron en silencio al escuchar el comunicador del departamento timbrar.
Conway se acercó y contesto.
-¿Que?-.
-Conway-.
-¿Volkov?¿Que quieres?-.
-Le necesitamos en comisaría y no contesta ni el móvil ni la radio joder, creíamos que estaba secuestrado o algo-.
-Sois unos capullo, no podeis estar un segundo sin mi porque prendéis fuego a media ciudad; ya bajo-.
Tomó las llaves de la barra de l cocina y al no ver a Gustabo supo que el omega estaría cotilleando por el lugar, así que pego un grito avisando que se iba y que ya volvería más tarde.
Salió con pesadez anticipándose a la mierda que encontraría en comisaría, si es que los capullos de su malla no la habían reducido a cenizas ya.

Canela y miel por error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora