Capítulo 6: La muerte anunciada de una princesa campesina.

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A la mañana siguiente Tatiana conoció a Lord Condwall, no era un hombre feo, ciertamente era guapo, pero su actitud dejó mucho que desear desde el primer momento. Llegó temprano en la mañana con su ropa limpia y fuerte olor a colonia, después de una noche inquieta llena de incertidumbre y ajetreo por el apresurado viaje a la capital, Tatiana se sintió despertada de su letargo por la actitud pedante del hombre.

Él bajó de su carruaje y, sin más, saludó a Taña con un beso en la mano, antes de que un insistente parloteo empezara a salir de su boca.

—Oh, Princesa. ¡Cuánto debió sufrir secuestrada por esa concubina! Es una suerte que mis autoridades le encontraran. Soy Lord Gerald Condwall, y estoy encantado de presentarla ante el Emperador. ¡Será un esplendido encuentro recordado por siglos!

"Nadie me ha secuestrado. Muchos menos mi mamá" quiso decir Tatiana, pero en vez de ello se mantuvo allí, con una sonrisa tensa en los labios y la sangre hirviendo de disgusto.

—Lord Condwall—Sir Arthur le interrumpió, como si presintiera la molestia de la niña. Vestía con un traje formal, debido a que Sir Lobein y el Emperador habían solicitado su escolta en su viaje a la capital. Al ver la clase de persona que era Lord Condwall, no podía estar más agradecida de tener la compañía del hombre que la salvó. Aunque, de hecho, tenerlo cerca nunca parecía conllevar un esfuerzo, era más bien una ganancia—, debemos apresurarnos, la capital está a dos días en carruaje común y a doce horas con caballos hermericos. Los suyos aún son jóvenes, por lo que no deben esforzarse mucho.

Parando su cháchara, Lord Condwall le dió la razón a Arthur y los invitó dentro de su carruaje. Allí el prepotente aire de autocomplacencia del Lord volvieron insulsos los delicados detalles por los que Tatiana se había fascinado un día atrás.

Aquel hombre de hermoso rostro y atractivos ojos azul oscuro solo parecía empeorar su imagen cada vez que hablaba.

El viaje en carruaje hasta la capital duró doce horas, por eso Tatiana se vio obligada a abrir la boca en algún momento, siendo más específica, después de su tercera o cuarta siesta.

—Lord Condwall, ¿es cierto que ha nacido una princesa en el Palacio Rubí?—concluyó que si entablaría una conversación con tan irritante personaje debería ser al menos algo de provecho. Por lo que ladeó la cabeza y sonrió como una niña inocente.

"Esta no es una pregunta que busca información estratégica. Por supuesto que no" rezaba en cada uno de los músculos de su rostro.

—Ah, sí. De ese evento ya ha pasado un tiempo. Unos seis meses, tal vez. El nombre que mencionaban era...

—Athanasia—Tatiana le cortó, demasiado complacida con al fin recibir noticias de la protagonista como para contenerse.

—¿Cómo lo sabe usted? Pocos nobles saben el nombre de la nueva Princesa—y al contrario de enojarse, Lord Condwall se mostró sorprendido.

—Lo oí en las calles—fue como Tatiana se excusó.

—¿En las calles?—se rió Lord Condwall—, es imposible, si apenas se ha filtrado la noticia de la princesa. ¿Ya saben su nombre? Los plebeyos sí que me sorprenden.

—Saben su nombre pero no cómo se ve. A Taña le gustaría saber cómo se ve su hermana.

Anzuelo número uno lanzado.

—Ah, dicen que tiene un parecido tremendo con nuestro Emperador, pero seguro no será tan hermosa como nuestra princesa Tatiana, el Emperador estará encantado de que la llevemos de vuelta a donde pertenece.

Taña casi se ríe, de hecho lo hizo. ¿Ella más bonita que Athanasia? En verdad aquel hombre no había visto nunca a Athy y se sorprendería al ver a la joven princesa rubia crecer. Taña podría tener los ojos imperiales pero estaba desnutrida, sin brillo en la piel, con callos en las manos, quemaduras de sol en los brazos y su cabello estaba descuidado.

¿Quién me convirtió en la hermana mayor de las princesas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora