La canción del tocadiscos

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Narrador Omnisciente
Olivia creía soñar, era como una de las tantas veces que se iba a dormir imaginándose en Paris, en un piso para ella, con un balcón, un escritorio y una cafetera recién hecha.
Pero no era un sueño, ni una imaginación, realmente estaba en París. Al parecer, lo estaba consiguiendo.
Su madre pareció darse cuenta de los pensamientos que pasaban por su cabeza, le apretó a mano y la abrazó antes de darle un pequeño empujón para que saliese de su ensoñación. No lo admitiria nunca, pero se alegraba de ver a su pequeña entrar en aquel piso,pese saber que eso significaba tenerla a miles de kilométrelos de distancia de casa.
Olivia abrió la puerta del portal del apartamento y aunque ya lo había visto, seguía sin creerse que ese fuese a ser su próximo hogar. Y después de subir un par de pisos, se paró frente una puerta, número 23, su destino. Al otro lado de la puerta la esperaban decenas de cajas que habían llegado antes que ella, hacía apenas dos días. Y supo qué hacer, sin dejar el bolso se dirigió directamente en busca de una caja en específico y la encontró: "tocadiscos". No pudo hacer otra cosa que sacarlo de la caja, enchufarlo y poner en él aquel viejo disco de Alejandro Sanz, puso la aguja en él y empezó a sonar. Ahora, si, al ritmo de "viviendo deprisa", supo que sus sueños se empezaban a cumplir.
- ¿Mamá?
- ¿Qué, cariño?
- Gracias.
Y se abrazaron, no iba a ser fácil para ninguna de las dos. Sí, ella había estado estudiando fuera, claro. Pero se veían cada semana, pasaban tiempo juntas, se reían, salían a cenar. Ahora, el saber que pasarían meses sin volver a verse, sería difícil. Pero ambas sabían que esto era lo que haría feliz a Olivia y ella no podía estar más agradecida de esa comprensión por parte de su madre.
Recorrieron juntas el apartamento. Era perfecto. Dos habitaciones, una de la cual serviría como oficina para Olivia. Un balcón con vistas a esos tejados que tanto la enamoraban, una cocina con esa isla que siempre soñó y un pequeño baño. Con suelo de parqué y las paredes blancas que pronto cubriría de arte. Olivia contuvo el aire al ver todo aquello.
Pasaron horas y más horas desempaquetando las cajas, las que contenían toda la vida de Olivia y todo lo que se había querido quedar de su vida en España, todo lo que tenía un significado. Sacaron todos los vinilos que su padre y amigos le habían estado regalando todos estos años. También los libros que había comprado en aquellas tiendas de segunda mano en Barcelona. Los posavasos que su madre le había hecho y la maquina de escribir que le había regalado. Sacó también el radiocasette y el Quijote que un día fueron de su abuelo y el joyero que guardó de su abuela. Sacó de las cajas toda su historia.
- Mamá la cafetera? - si, eso era de las pocas cosas que realmente le preocupaban de la mudanza, su vieja cafetera.
- En la cocina con un café recién hecho, vamos.
Después de ese café con su madre, ambas se cambiaron de ropa, llevaban horas entre el vuelo, desempaquetar las cajas, limpiar a casa, así que se ducharon y se prepararán para pasear por parís. A Olivia le encantaba pasear por París y hacerlo con su madre estaba siendo todo un sueño. Le señalaba los edificios, le hacía fotos de imprevisto y no dejaba de sonreír, era como enseñarle un poco de todos sus sueños a su madre. Rosa, la madre de Olivia, no podía estar más contenta por su hija, se la veía tan radiante que solamente podía reír con ella.
Volvieron al apartamento y, ahora si, Olivia sintió llegar a casa. Al día siguiente su madre se iría y su aventura empezaría. En una semana empezaría a trabajar y seguía sin creerse que fuese a ser redactora en una revista de moda francesa. No solamente eso, también enviaría artículos a un medio español que la había contratado. Sí, era bastante trabajo, pero amaba lo que hacía, además, así tendría lo suficiente para vivir desahogada. El piso en el que viviría era propiedad de una amiga de la familia, por lo que el precio (900€), para ser en París y tener 2 habitaciones estaba genial. No lo negaría, había tenido mucha suerte, además de habérselo trabajado.
La despedida al día siguiente en el aeropuerto resultó más dura de lo que Olivia había imaginado. Ambas eran un mar. De lágrimas, habían estado toda la vida juntas y estaban muy unidas y aunque sabían que esto era lo que Olivia quería, fue duro separarse
- Estoy orgullosa, cariño.
- Y yo de ti, mamá.
- Bueno, déjate de lloros y la próxima vez que nos veamos que sea con un novio francés.
- Claro mamá, de ojos verdes y alma de artista.
- Pedes volver cuando quieras. -Rosa sabía que no era necesario recordárselo,, que su hija sabía que su casa siempre sería su hogar, también sabía que Olivia cumpliría sus sueños en esa ciudad, pero insistió.
- Iré a verte cada poco y tu puedes venir cuando quieras, ya lo sabes. - y lo decía sinceramente, iría a ver a su madre y siempre querría que visitase, pero no quería volver de forma definitiva a su hogar.

Ahora sí que empezaba todo. Ahora ya sola, Olivia empezaría su vida en París, la ciudad de las luces, la moda, el arte y el amor.
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Hola mes amours!
Este no es un capítulo como tal.  Con esto pretendo cerrar una puerta y abrir otra en la vida de Olivia. La mejor manera era que su madre la acompañase hasta lo que sería su futuro y sus sueños. Claro que en España deja también a su padre y amigos de los que ya se despidió antes de volar. De hecho, su padre fue con ella a ver el apartamento por primera vez y sus amigos aparecerán pronto. Olivia es una chica muy querida y que quiere mucho así que estará muy presente su gente.
Espero que os haya gustado y que poco a poco le cojáis cariño a Olivia. Tenéis ganas de que entre en su vida Paul? Él os va encantar, estoy segura!

Pd. No os olvidéis que sabré si os está gustando a través de vuestros comentarios. También sentíos libres de decirme errores y vuestra opinión.

Intentaré teneros el primer capitulo como tal para mañana!
Feliz día!

PARÍS EN SUS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora