Capítulo I - Sola en París

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PV Olivia
Ya está, mamá ya se había ido, esto parece que va en serio. Llevaba preparándome mentalmente para esto años y al parecer igualmente me duele. No quiero que se me malinterprete, soy feliz por estar aquí, París es mi sueño, aunque esto es más de lo que soñaba. Pese a eso, siento que me desprendo de una parte muy importante de mi vida, toda mi vida de hecho. Mi madre había sido la última despedida. Había sido horrible decirle adiós a su padre en el aeropuerto, su abrazo entre lágrimas, diciéndome que esto era por lo que tanto habíamos luchado y que lo estaba consiguiendo, que estaba orgulloso de mi. Y qué decir de sus amigos. Recordaba la cena, el vino, las risas, la charla hasta la madrugada, no podía haber sido una mejor despedida. También la cena en la playa con su mejor amiga, como tomaron la luna allí, entre charlas y risas, sabiendo que aquello de lo que tanto había parloteado se hacía realidad. Todos estaban felices por mi y yo no podía estar más contenta por eso. Ahora deseaba que viniesen a visitarme y poderles enseñar toda mi vida aquí.

Vale, ¿que hace una persona cuando se muda a otra ciudad a un piso vacío y no conoce a nadie? No lo se, pero yo me iba a ir a dormir una siesta, decidido. Puede que la palabra siesta no defina muy bien dormir de 10 a 15 de la tarde, pero eso fue lo que hice y no encuentro una palabra que lo defina mejor.

Era tarde, tenía la nevera vacía y mi estomago rugia, también vacío. Así que decidí que sería buena idea comer en alguna bulagerie cerca y después iria a un mercado de muebles de segunda mano que había visto que estaba bien. Así que medí todo mi apartamento y lo apunté en el pequeño cuaderno que llevaba siempre en mi bolso. Me vestí, unos jeans de campana, un top lila lavanda y mi querido bolso estilo baguette. Me pinté los labios, me hice el eyeliner y ya estaba lista para salir.

A esta hora no habría ningún restaurante abierto, así que pasé por una panadería y me compré unos bollitos rellenos de queso de cabra que me comería de camino a mi destino. Había decidido ir andando, quería acostumbrarme a las calles de París y tenía tiempo, por lo menos de momento. Además, según me marcaba el maps, no parecía estar muy lejos. Terminé antes de llegar al lugar mi comida, así que también me detuve en una cafetería donde cogí un café para llevar. El café en París no me apasionaba, además de ser extremadamente caro. Al final, estaba acostumbrada al precio en España, donde por 1,3€ había bebido muy buenos cafés y pagar casi 5€ por unos que distaban mucho de ser buenos cafés... bueno, no lo llevaba muy bien (nota mental: si vas a coger café, que sea en el Starbucks, te aseguras la calidad). Pero este era, para mi sorpresa, un muy buen café, definitivamente volvería a la vuelta (sí, puede que sea adicta a la cafeína).

Giré a la derecha y ahí estaba: un gran mercado de muebles y demás de segunda mano, definitivamente sería una tarde interesante, no me cabía la sonrisa en la cara. Necesitaba varias cosas, pero no tenía con qué trasportarlo, así que de momento me limitaría a todo aquello que pudiese llevar facilmente al apartamento, creo.

Estaba lleno de puestecitos con diferentes cosas para casa, decoración, ropa, etc. Me pasé horas dando vueltas por aquel lugar, definitivamente vendría aquí más veces. Y aunque vi más cosas como un sofá como una estantería de madera preciosa o un cabecero para la cama maravilloso, al final me llevé aquello que vi más único y especial, y sobre todo, aquello que podría llevar al apartamento. Quería hacer un gallery wall en una de las paderes, así que compré cuadros de diferentes tamaños, con ese estilo antiguo que me encantaba y que quedaría genial en el comedor. Además, me compré una camisa preciosa, color blanco con pequeñas flores bordadas en el cuello (necesitaba eso? No). Y definitivamente no debería pero también compré un espejo de color dorado que iría en mi recibidor, mamá se traumatizaará cuando lo vea, estoy segura. Y ante la pregunta que me hice en ese momento y seguramente os hacéis vosotros: ¿cómo llevarás todo eso? Bien, todavía no tengo idea de como conseguí que me cupiesen los cuadros y la blusa en una bolsa y llevaba el espejo bajo el brazo, como podía. Ah y se me olvidaba, me enamoré de un sofá chester que quedará maravilloso en el comedor y que solamente costaba 50€, así que hablando con el vendedor, quedamos en que me lo llevaría al apartamento en su furgoneta cuando cerrara el puesto y yo solo quería abrazar a ese buen hombre. A
De esta manera, con vida con la que decorar mi hogar, me dirigí hasta allí. Evidentemente el ritmo que llevaba era lento, muy lento. El espejo se me resbalaba cada poco y la bolsa pesaba de una forma inhumana.

Cuando ya casi llegaba a mi apartamento y pasé por delante de la cafetería donde había recogido la comida esta mañana y pense que, porque no, aunque fuesen las 20.30h, me vendría bien un café y también descansar un poco, claro. Me senté en una mesa que daba a la ventana del lugar, desde donde se veía la calle, una preciosa, llena de vida, pese ser tan tarde. Algo muy extraño en París.
- Un café au lait, s'il vous plaît - definitivamente, esa era la frase que mejor sabía decir en francés y claro, la primera que había aprendido en mi primer viaje a Francia. Recuerdo a mi profesora de francés reírse cuando le pregunté es y diciéndome que no se esperaba otra cosa de mi, debería escribirle.
- Eres española? - Oh vaya, quizás no me salía tan bien como pensaba. Miré hacia arriba y tenía a la camarera PRE guanteándome curiosa.
- Tanto se me nota? - Me reí, claro que me notaba.
- No, que va, para nada. Bueno, tal vez un poco. Pero de verdad, pronuncias bien el francés.
- Muchas gracias, espero que sea así, lo necesitaré para el trabajo, no creo que estén muy contentos si les llega una periodista que pronuncia mal el idioma con el que tendrá que escribir.
- Para nada, lo harás genial. Yo aprendí español por mi abuela, es argentina. Me llamo Sophie, y tu, chica española?
- Olivia, encantada y muchas gracias, de verdad.
- Entonces será un café?
- Sí, con leche de avena, por favor.
Mientras Sophie iba a por ese café, Olivia perdió la noción del tiempo y el espacio mirando por la ventana, le gustaba el ambiente de ese lugar, definitivamente estaba cómoda. Pudo ver que habían varios artistas en esa calle, pintores con sus caballetes y lienzos, músicos con el acordeón y también artesanos tejiendo en el portal. Creía estar dentro de uno de sus sueños.
- Aquí tienes, Olivia. Y dime, si no es mucha indiscreción, ¿vienes por trabajo?
- No tranquila, se siente bien charlar con alguien. Si, bueno es algo más complicado, vengo buscando cumplir un sueño. Pero sí, el trabajo es parte de este. Vengo a trabajar en una revista de moda.
- ¿Es en serio? ¿Qué revista? ¡Eso es genial! - esta chica me causaba gracia, su emoción ante lo que le decía era encantadora.
- Una pequeña revista, en realidad, se llama "Les Fleurs", pero me apasiona lo que hacen.
- Oh vaya! Se cual es, la tenemos en la cafetería, será genial decir que una de las redactoras es clienta y amiga. - De verdad, que chica tan maravillosa.
- Y Sophie, conoces la zona? Estoy buscando sitios donde comprar muebles y decoración de segunda mano por aquí cerca.
- Sí, claro! Mañana es mi día libre, qué te parece si te llevo a varias tiendas, si puedes claro, ya trabajarás?
- Genial, no empiezo hasta la semana que viene y quería aprovechar para dejar el piso listo y conocer la zona. La verdad es que me harías un gran favor, ¿no te importa?
- Claro que no, mañana pásate por aquí, te invito al desayuno y nos vamos, ¿te parece?
- Claro que sí...- y entonces, como un fogonazo, me acordé que el vendedor iba a traerme el mueble. - ay no, tengo que correr, vendrán a traerme el sofá. Muchas gracias por todo Sophie, toma, lo del café y hasta mañana, a las 10?
- Genial, hasta mañana Olivia!

Bueno, salí corriendo de la cafetería, ya eran las 9 y el señor del puestecito estaría a punto de llegar. Iba tan despistada, como siempre, que al salir del lugar arrollé a uno de los artistas que se encontraban por la calle, ay Dios mío, no permitas que me abra la cabeza mientras viva aquí.
- Pardon monsiuer - chillé casi sin girarme. Me sentía horrible, pero no podía llegar tarde y hacer esperar al vendedor.

Finalmente llegué al apartamento justo cuando la furgoneta estaba aparcando y finalmente, tenía sofá. Por lo menos, tenría donde sentarme, a parte del colchón. Mañana compraría una mesa y sillas, además de comida, definitivamente. Dejé los cuadros y el espejo en la entrada, eso era algo de lo que ya me encargaría, de momento, tenía que calmar el rugido de mi estómago. Cené unos bollos que Sophie me había regalado de la cafetería y sin pretenderlo, me quedé dormida en el sofá. Realmente había sido un primer día en París intenso.

++++++

Hola mes amours!
Hasta aquí el primer dia de Olivia sola en París. Espero que os haya gustado, como veis, es una chica muy especial, a mi me lo parece.
Todavía estoy tanteando la largada de las partes, perdonad si lo veis muy corto, iré viendo como va. De momento, aquí tenéis el primer capitulo oficial, seguramente mañana por la noche tengáis otro, realmente me está gustando contar la historia de Olivia y hacerlo de esta manera.
De nuevo, os animo a comentar la historia! Por cierto, quién creéis que es el chico con el que Olivia ha chocado? Le volverá a ver?

UN BESO ENORME Y HASTA MAÑANA!

PARÍS EN SUS OJOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora